Capitulo 1. Un compañero fiel.

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Cuarto para las siete y recién estoy por finalizar mi arreglo personal. Últimamente el tiempo se me va de las manos como si fuese agua. Pese a mi tardanza, lo único que puedo hacer es mantener mi mirada fija en la persona que se muestra ante mis ojos. Esa chica no se parece en nada a mí, sin embargo, es mi reflejo el que veo; El semblante alegre que tiempo atrás poseía se ha desvanecido casi por completo. El color oscuro debajo de mis ojos ha aumentado considerablemente haciéndome ver cansada y agobiada, pero, ¿Qué puedo hacer? Es lo que obtengo por pasar noche en vela a causa del lio en mi cabeza.

Irreconocible ante mi propio ser, me veo obligada a apartar los ojos del espejo y de inmediato me incorporo para salir de la habitación lista para un nuevo día. Tomo mis cosas y bajo a toda prisa las escaleras. No espero que nadie me reciba en el primer piso, en primer lugar porque voy demasiado tarde, y en segundo, porque todos los que suelen convivir conmigo por lo menos de forma superficial están ocupados haciendo cualquier cosa. Trato de no prestarle importancia y sigo con mi camino.

Salgo de la enorme casa en la que vivo desde hace casi una década y luego de dar un portazo analizo con mí mirada los alrededores. Milésimas de segundo bastan para advertir la presencia de la camioneta negra que me sirve de transporte para llegar a la escuela a falta de un auto propio. Momentos después, el automóvil hace una parada justo frente de mí y una persona baja del asiento del conductor para abrir una de las puertas traseras y darme entrada. Tan pronto como la puerta se abre, veo en el interior del auto a Mark señalando el reloj en su mano izquierda con el índice de su diestra mientras hace un movimiento con su cabeza en señal de desaprobación. Le sonrío y dos segundos después, estoy abordo junto con él. El servicio de mi padre tiene ordenes de recogerlo antes de venir por mí, así que siempre inicio mi día con el diciéndome alguna cosa sin sentido o simplemente con un gesto suyo.

Minutos después, finalmente arribamos a nuestro destino. Ambos estudiamos en el mismo sitio desde la escuela media, así que, básicamente, somos algo así como “inseparables”. Las horas de estudio transcurren largas y pesadas, más para mí que para él, quien nunca parece prestar atención, sin embargo, yo sé que no es así.

Mi mente viaja entre la realidad y un mundo más allá, donde los sueños y las posibilidades están al alcance de tus dedos, como burbujas esperando ser pinchadas para devolverte a tu mundo antes de que emprendas el viaje nuevamente. Supongo que a veces es inevitable que intente buscar una salida a mis problemas. En medio de uno de mis suspiros, escucho a Mark murmurar, como muchas otras veces, la respuesta a la pregunta que el maestro acaba de formular, pero por alguna razón, nunca alza la voz para ganarse un punto extra, o una mirada de reconocimiento y, honestamente, ya me canse de levantar la mano en su lugar para darle aviso al profesor de que él conoce la respuesta correcta sólo para que después diga que es mentira. Hay veces en que no lo entiendo, a pesar de que ha de ser mi amigo desde la infancia, a veces es indescifrable.

Mark es muy inteligente, lo sé, pero creo que soy la única. También sé que si pusiera un poco de más de empeño e hiciera sus deberes, tendría un buen promedio en la escuela, como yo. Él es algo tímido cuando se trata de relacionarse con las personas, más aún si se trata de chicas. Es callado y distante cuando esta con los demás, pero al estar conmigo el cambia a una persona alegre, dinámica y fastidiosa, de vez en cuando he de admitir, pero, aún así conserva su lado serio. Tiene la mala costumbre de morder su labio inferior casi todo el tiempo, y la mayoría de las veces se encuentra cabizbajo, pero lo remedia con muchas otras cosas. Es atractivo, al menos lo suficiente como para que yo lo admita, y su sonrisa es realmente encantadora, aunque su risa… No tanto. Varias veces le he visto rechazar a sus pretendientes, y en realidad no sé lo que está esperando, pues la mayoría son bonitas e inteligentes. A veces me desespera; No le he conocido una novia en varios años, y lo peor es que no parece importarle.

Me costó mucho tiempo lograr que nuestra relación fuera amena. Cuando lo conocí, él era un niño de cinco años que no podía ir a ningún lado sin la compañía de su abuelo. Era muy cerrado, silencioso, pero observador. Acercarme a él fue como intentar apagar un incendio, debía medir mi distancia y decidir si debía acercarme más o alejarme cada vez que rebasaba el límite que él me imponía. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que mis esfuerzos no fueron en vano: La persona a mi lado es, por mucho, mi mejor amigo y la única persona que logra entenderme por completo. A pesar de que hemos cambiado mucho con el transcurrir de los años, puedo decir que en vez de desgastar el lazo que nos une, lo hemos hecho más fuerte.

Ensimismada en mis pensamientos, ni siquiera note el toque de la campana, y mucho menos que me había quedado plasmada como un retrato con mi mirada puesta en Mark. Segundos después, el volteo a mirarme y yo le fruncí el ceño antes de girarme y recoger mis cosas lista para irme, con él claro, pues teníamos clase de gimnasia.

— ¿Cómo te fue? —me pregunta mientras se levantaba del asiento y espera a que yo haga lo mismo.

— ¿Ah? —replico confundida ante su pregunta. Pasamos casi todo el día juntos y no he hecho nada nuevo, así que no sé de qué pueda estar hablando.

— En tu viaje a la luna. —contesta imitando mi rostro unos segundos atrás, cuando me quede pensando en él. Seguramente me miro sin que yo lo notara. No puedo hacer otra cosa que reír, el me acompaña, y tras ello golpeo su hombro con mi puño sin demasiada fuerza.

— Eres un tonto. Anda, debemos irnos o llegaremos tarde y a comparación de ti, a mi si me interesa. —digo mientras camino hacia la puerta y el me sigue.

— Ah, cierto, hoy hay basquetbol. Te voy a dar una paliza, muñeca. —responde mientras me da un leve empujón por la espalda.

— Ya lo veremos, niño bonito. —Me giro hacia él para darle la cara pues venia tras de mí, y sin dejar de caminar le guiño un ojo en una pequeña broma, aunque el adopta una expresión extraña y noto el casi imperceptible rubor en sus mejillas; Se ha puesto nervioso y yo no tengo idea de porqué. Me cuesta admitirlo, pero últimamente él ha actuado un poco extraño….

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora