James se detuvo justo frente a la casa donde Mark vive desde hace no más de seis meses (desde que su abuelo falleció y tuvo que regresar a vivir con su padre) y yo baje casi de inmediato, sin esperar si quiera a que èl me abriera la puerta como se supone debe hacerlo. Acto seguido, me aproxime hacia él y, obligándolo a bajar la ventanilla con la mirada, me dirigí a él adoptando una serenidad inexistente;
— No tardaré demasiado. Regresa en veinte minutos, ¿De acuerdo?
Tengo la mala costumbre de dejar a las personas con la palabra en la boca, y esta vez no fue la excepción. Me giré sin esperar respuesta y camine unos cuantos pasos hasta la entrada. Me acerque a la puerta tallada en madera y con los nudillos de mi mano derecha toque alrededor de tres veces la superficie plana y dura de aquel objeto. Tras ello, di media vuelta y comprobé lo que desde un inicio había pensado; James continuaba esperando a que alguien apareciera, pero nadie iba a hacerlo y eso yo lo sabía perfectamente. Me vi obligada a ser descortés de manera indirecta, pues con una sonrisa alegre moví mi mano izquierda de un lado a otro en señal de despedida. Finalmente, el me hizo un gesto con la cabeza y se marchó sin decir más.
En cuanto pude estar segura de que se había marchado, me giré de nueva cuenta hacia la puerta y baje mi mirada al suelo donde yacía aquel tapete de bienvenida donde desde un inicio me había posicionado. En silencio, lo pise un par de veces antes de que una sonrisa de satisfacción se apoderara de mi semblante. Retrocedí unos centímetros y me acuclille para meter una de mis manos debajo del tapete esperando encontrar la llave que Mark siempre dejaba allí para cuando olvidaba las suyas. He de admitir que es muy torpe cuando se lo propone, pero esta vez se lo agradezco infinitamente. Tras hallarla, la tome con mi diestra y me incorpore mirando hacia los lados para comprobar que nadie me viera.
— Tranquila, Syfel. Sólo estás haciendo algo ilegal…—me dije antes de introducir la llave en la cerradura y entrar en una casa que no era la mía.
Tan pronto como tuve un pie dentro, cerré nuevamente dejando el cerrojo tal y como lo había encontrado y luego de eso, recorrí el lugar entero en busca de alguna señal que pudiera decirme que había sucedido con mi mejor amigo o, en el mejor de los casos, encontrarlo a él.
Busque en todos lados. De arriba a abajo. De izquierda a derecha. En el lugar más recóndito de la pequeña y no muy acogedora vivienda, pero no hallé absolutamente nada. El último sitio que revisé, fue la habitación de Mark, y debo admitir que me entretuve más de lo que hubiese planeado, pero tenía mis motivos; Él poseía tantas cosas interesantes que a su vez me traían recuerdos tan valiosos. Sin embargo, mi tiempo se agotaba y pronto James volvería a buscarme. Yo no debía estar aquí dentro para entonces, por lo que me esmere en observar todo y ordenar cualquier cosa que hubiese podido llegar a mover, pero algo interrumpió mi labor; El sonido de la puerta principal abriéndose. Intente no perder la calma a pesar de lo que implicaba que, incluso mi propio mejor amigo, me encontrase dentro de su casa hurgando en sus pertenencias, pero lo que escuche a continuación terminó por mandar a volar todos mis esfuerzos por mantenerme inmóvil y en silencio. El sonido de pasos en las escaleras acompañados de una voz que claramente no pertenecía a Mark. Era su padre, y a juzgar por su actitud, yo no era la única que deseaba saber dónde se había metido en aquel día.
Con los reflejos de un gato ebrio, pero esforzándome por no hacer un solo ruido que delatara mi presencia, termine por esconderme en el armario de la habitación de Mark, donde, seguramente su padre no me encontraría, o al menos eso esperaba. Anhelaba con el alma que al llegar a la puerta y observar que no había nadie en la habitación decidiera buscar en otro sitio, pero no fue así.
— ¡Mark! ¡Mark! —gritaba su nombre con cada vez más intensidad y con notable molestia en su voz. Tras abrir la puerta de una patada, aquel hombre se introdujo con pasos firmes en la habitación inspeccionando todo con la mirada ocasionando que mi respiración se detuviera casi al instante. Luego de unos segundos, dio media vuelta e hizo la finta de querer marcharse por donde vino, pero algo lo detuvo. Lo escuche inhalar fuertemente percibiendo, quizá, algún aroma diferente a lo que acostumbraba; Mi perfume. En ese momento no pude hacer más que reprimirme mentalmente y desear no haberme arreglado como siempre suelo hacerlo antes de salir, todo acompañado de movimientos lentos y silenciosos mientras intentaba fundirme con la oscuridad del closet en el que me encontraba para pasar desapercibida. Cerré mis ojos y me esforcé en intentar imaginar que no existía, así tal vez la otra persona en la habitación también llegara a pensarlo y, al parecer funciono.
No sé exactamente como, ni en qué momento, pero escape de la situación de peligro en la que yo sola me había metido y llegue a la calle justo a tiempo para el instante en que James regresaba por mí. Me llevo a casa y afortunadamente no hubo que dar una sola explicación.
El resto del día paso lento y monótono, a excepción de la llamada que recibí de JB, disculpándose por no poder asistir a nuestra cita del día de hoy (la cual ni siquiera recordaba) y prometiendo salir en otra ocasión conmigo bajo mis propias condiciones. Pase la noche preguntándome si realmente habría sido cierto que no había podido asistir a causa de su trabajo o, si en realidad era una excusa para encontrarse con la persona que había enviado aquel mensaje el día anterior, pero la verdad era que el asunto no era prioridad en mi mente. Lo utilizaba como una excusa para olvidarme de la ausencia de Mark, y no funciono.
A la mañana siguiente, me levanto más cansada que de costumbre y me sorprende la determinación que necesito para no quedarme sentada en el banco frente al espejo cuando intento finalizar con mi arreglo personal antes de partir a la escuela. No tengo ánimos de nada, pero la posibilidad, por mínima que sea, de poder ver a Mark el día de hoy me impulsa a levantarme y tomar mis cosas lista para iniciar el nuevo día. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras camino a la entrada. Abro la gran puerta principal y salgo de la casa antes de girarme para cerrarla sin dar un portazo, por primera vez en muchos días. Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente, es que cuando me doy media vuelta para visualizar el auto y a mi chofer, como siempre lo hago, lo que recibo a cambio es una anatomía que me envuelve con sus brazos y me aprieta contra su cuerpo dejándome inmóvil no solo por la posición en la que nos encontramos sino por la sorpresa. Mis ojos permanecen bien abiertos y mi cuerpo se vuelve rígido ante la muestra de afecto, me cuesta trabajo relajar mis musculo y no permanecer reacia ante el gesto.
— Discúlpame…— susurra la otra persona en mi oído y no necesito más de un segundo para saber que se trata de Mark.
Pase todo un día pensando en cual sería mi reacción cuando volviera a verlo; Quería gritarle y reprimirle sus acciones, expresarle como me sentí sin su compañía y hacerle miles de preguntas sobre cuáles fueron sus motivos para marcharse sin decirme nada, aunque solo fuera un día. Pero al sentir su aliento acariciar mi oído, mis emociones se dispersan al igual que la fuerza de mi cuerpo y no puedo hacer más que rodearlo con mis brazos y aferrarme a él.
Ahora está conmigo y eso…Eso es lo único que realmente me importa.