La rosa del día de hoy es color azul. Mientras la observo y analizo, puedo sentir la mirada interrogante de JaeBum sobre mí. Levanto la mirada y la guio en su dirección, observándolo por algunos segundos antes de negar con mi rostro en un movimiento suave.
—Cerca…Pero no. —Digo mientras que una sonrisa se apodera poco a poco de mis labios. Él se da vuelta medio frustrado, pero riendo por lo bajo, luego de esto, me ayuda a subir al asiento del copiloto en su auto y a colocarme el cinturón de seguridad. Desde que comenzamos a salir él se propuso averiguar mi color preferido por su cuenta, sin que yo se lo dijera, lo que para mí no representaba ningún problema, pero le ha tomado más tiempo del que imagine. Transcurridos no más de cinco segundos, él se encuentra abordando el automóvil acomodándose en el asiento del conductor. Solo con él puedo salir sin necesidad de que alguien deba vigilarme. Enciende al auto y el motor ruge bajo mis pies, me mira una última vez y finalmente arranca para llevarme a donde sea que se le haya ocurrido.
Hace no más de cuatro meses que conocí a quién será mi futuro esposo. Él es atractivo, inteligente, divertido, gracioso, determinado y optimista. Pero, si tuviera que definirlo en una sola palabra, definitivamente seria; Paciente. Pero, por alguna extraña razón, a mi parecer, su paciencia no es de la clase que inspira tranquilidad, sino de aquella que transmite desesperación pura. Quizá solo es mi forma de ver las cosas. Desde la primera vez que lo vi hasta ahora, le he dado infinidad de desplantes, pero él nunca se ha rendido. Siempre que nos vemos inventa otra forma de conquistarme, aunque no suele tener éxito. Siendo sincera, he de admitir que es algo exasperante tener que soportar el coqueteo de alguien a quién no puedes ver más allá de un conocido o compañero y realmente no entiendo porque me pasa esto a mí. ¿Qué es lo que me impide querer a JaeBum? Él tiene todo lo que una chica podría querer. Es romántico, educado, seductor, apasionado con lo que hace y, aunque no es algo que me interese en absoluto, también tiene una gran fortuna. ¿Por qué mi corazón se niega a latir en su favor? Lo envidio, porque el parece tener mucha mayor disposición que yo a lograr que esto funcione.
En el transcurso a nuestro destino, ninguno de los dos toma la palabra, lo cual me sorprende mucho pues JaeBum siempre parece tener algo que decir. Por suerte, el silencio incómodo entre ambos no dura más de diez minutos hasta que finalmente él estaciona el auto en una avenida, frente a un pequeño local de malteadas y baja del coche para abrirme la puerta. Salgo del auto y cruzamos la calle tomados de la mano. Cada vez que él toma mi mano puedo sentir el nerviosismo recorrer su cuerpo, pero yo no tengo ninguna reacción en particular. Al llegar a la entrada del pequeño edificio, JB (como me ha permitido decirle para eliminar parte de las formalidades entre ambos) se adelanta y empuja la puerta para hacerme entrar primero. Aprovecho el momento para soltar su mano y me adentro en el local analizando cada rincón del mismo mientras mi acompañante termina de posicionarse a mi lado.
— Bueno, aquí estamos…—comenta con una gran sonrisa en el rostro, de esas que ocasionan que sus ojos se conviertan en dos finas líneas, e introduce las manos en sus bolsillos mientras mira alrededor. No se por qué, pero me da la impresión de que él había estado aquí antes. El lugar es un negocio principalmente de malteadas, pero también tienen a la venta alimentos e incluso hay una zona apartada donde hay algunas máquinas de videojuegos. No creo que este sea un sitio muy frecuentado por las personas adultas, pero realmente no me importa. Luce acogedor a comparación de los muchos otros sitios a los que me ha llevado y eso me agrada.
— ¿Te gusta? —me pregunta mientras da pequeños pasos en dirección a las mesas y yo lo sigo. Asiento con la cabeza, pero él no me presta atención, en su lugar, se posiciona detrás de una de las sillas que rodean una mesa situada cerca de la zona de videojuegos y espera a que yo tome asiento.
— Mucho. —respondo sin dejar de mirar alrededor. El lugar es colorido y está bien iluminado por lo que transmite una buena sensación, al menos para mí. — ¿Habías estado aquí antes? —Le pregunto sin poder dejar a un lado mi curiosidad, a sabiendas de que no es bien visto por las familias de la alta sociedad que las mujeres sean tan “atrevidas”, por así decirlo. Sin embargo, a él no parece importarle en absoluto y me contesta sin problemas.
— Si, venía aquí cuando era más joven con mi mejor amigo. Quizá algún día puedas conocerlo. — dice con ese tono de voz apacible que casi siempre utiliza mientras sonríe de nueva cuenta. Yo me limito a asentir con mi rostro una sola vez devolviéndole el gesto antes de verle llamar al camarero para hacer nuestra orden. Yo pido una malteada y una hamburguesa, él ordena lo mismo haciendo que me sorprenda una vez más. Si este es otro de sus múltiples intentos por avanzar, debo admitir que lo está haciendo bien.
Minutos después, cuando ya hemos abordado las trivialidades para tener algo de que conversar, la comida se posiciona frente a nosotros y JB se disculpa para ir al baño antes de que comencemos a comer. Yo no puedo resistir la tentación y llevo la cerbatana que sobresale de la copa que contiene la malteada llevándola a mis labios para beber un poco. Dos segundos después, algo vibra sobre la mesa y me doy cuenta de que él ha dejado su celular aquí. Fijo mi mirada en el lujoso objeto sin dejar de beber y logro ver las letras que brillan en la pantalla mostrando el contenido de lo que creo es un mensaje nuevo;
“Te extraño, mi amor. ¿Cuánto tiempo pasarà antes de que pueda volverte a ver?”
Mis ojos se abren de par en par y me atraganto con la bebida. El texto del mensaje no es lo peor de todo; El nombre del remitente no pertenece a una chica.