Caminé detrás de Kinkaid, mientras sentía que con cada paso que daba un poco de arena se metía cada vez más y más en mis zapatos.
Llegamos hasta un montón de piedras a la orilla del mar.
-Quisiera hablar con Diácon -le habló na una piedra y de la nada una línea dorada brillante apareció siguiendo un camino invisible hasta formar un rectángulo
-¿Tiene cita? -dijo una voz masculina
-No
-Entonces, debe hacer una cita
-Es por el caso de Ligeia
Hubo un momento de silencio.
-Pase -dijo al final
Detrás de nosotros, el agua salada se dividió en dos dejándonos ver como unas escaleras de metal aparecían y se desplegaban hacia abajo, donde parecía que había un lugar brillante por la luz cálida que se alcanzaba a ver.
-¿Trabajan a esta hora? -pregunté siguiendo a Kinkaid hasta las escaleras
-Trabajan las 24 horas del días, es la oficina de emergencias y quejas
-Entiendo
Bajamos las escaleras y por encima de mi cabeza, el agua volvió a juntarse dejándome ver la transparencia de la misma, combinando el azul del mar con lo negro del cielo que aun había.
Dentro, era como un edificio de gobierno clásico, con pisos brillantes y decorados, con paredes con colores cálidos y muy bien elaborados, algo así como estilo barroco, a pesar de ser tarde, había personas andando por los pasillos, claro que no había demasiadas, pero supongo que en el día había más.
-No actúes tan obvio -dijo Kinkaid -solo deben saber que eres humano en presencia de Diácon
-Lo siento
Dejé de mirar las cosas sorprendido, simplemente los miraba como si fueran personas normales.
Caminamos por pasillos, pasillos y más pasillos, dando vueltas a izquierda y derecha en las esquinas, hasta que llegamos a una enorme puerta de madera que estaba cerrada.
-Bien -suspiró nervioso -trata de no hacerlo enojar, yo no diré nada o mis palabras podrían usarse en contra de Alice, pero las tuyas tienen más peso y menos consecuencias negativas
-Bien
Respiró profundo por ultima vez y levantó la mano para llamar dos veces a la puerta doble. Nos quedamos de pie por unos segundos y después el ruido del seguro y la puerta abriéndose, una chica asomo la cabeza.
-Venimos a hablar con Diácon por el caso de Ligeia
-... Pasen
La puerta, sola, se abrió más, dejándonos pasar a lo que parecía una sala de recepción con una pequeña salita al estilo de todo el edificio y un pequeño escritorio donde la mujer trabajaba.
Ella caminó a otra puerta igual, de madera, paralela a la primera y sin llamar, entró. Tardó unos segundos y después salió.
-Pueden pasar a verlo
Sentí de inmediato como mis nervios crecían un poco más, pero, ya estamos aquí, no hay marcha atrás.
-Gracias -dije
Ambos caminamos a esa puerta nos quedamos de pie, miré a Kinkaid rápido en pregunta de porqué no llamaba, pero cuando la puerta se abrió sola, entendí porque no lo había hecho.
Las puertas se abrieron de par en par y de inmediato mis ojos localizaron al hombre que estaba sentado detrás del escritorio, esperándonos pacientemente.
La oficina era igual en decoración que la recepción, no había cosas nuevas que pudiera ver. Ambos entramos y las puertas se cerraron detrás de nosotros.
-¿Se rinden? -fue lo primero que dijo
-No -dije -no venimos a rendirnos
-¿Entonces? ¿A suplicarme? -sonrió
-No es suplica, pero es otro modo de salir de esto
-¿Vas a revivir a Ligeia? Porque ese es el único modo que sé
-No, señor, pero pido que a Alice se le castigue de otro modo, o se acepte que yo le diga que la amo... yo amaba a Ligeia
-Pero tu no eres el hombre que ella amaba -se dejó caer cómodamente en el respaldo de su silla
-Pero eso no impide que yo la amara
-¿Qué te hizo cambiar de opinión?
-Que desapareció, pensé que se había ido y yo continúe con mi vida
-¿Alice te contó que tiene el corazón de Ligeia?
-Sí
Aceptó lentamente con la cabeza como si estuviera pensando las cosas.
-No, largo -dijo
-¿Qué? Pero, no, escúchenos
-Escuchen, tengo mucho trabajo ahora, no estoy para tonterías
Dos hombres grandes aparecieron detrás de nosotros, con tridentes en las manos.
-Llévenlos a prisión
-No, no pueden ¿Bajo que cargos? -pregunté
-Molestarme -me sonrió -es suficiente cargo para meterlos en prisión
-No pueden lastimarme, no pueden hacerme nada ¡Soy un humano!
Diácon levantó la mirada y me miró, después miró a uno de esos hombres y con un movimiento de cabeza le hizo una señal, el hombre me tomó del brazo y levantó la manga de mi chaqueta, dejando mi piel a la vista, sacó una especie de pluma de su bolsillo e hizo una raya en mi piel, una de color negro que simplemente se desvaneció.
-Lo es -confirmó el hombre
Diácon pareció transformarse, su rostro se arrugo y se levantó de su silla.
-Llámalo -dijo con una voz grave y una mirada aterradora
El otro hombre, salió corriendo de la oficina y todos nos quedamos en silencio.
-¿Qué fue eso? -pregunté en susurro a Kinkaid
-Si hubieras sido alguien de nosotros, esa raya hubiera brillado
-¿A quién llamo?
-No lo sé
Después de unos segundos, el mismo hombre que se fue, regresó, pero acompañado de otro hombre.
-¡Lastimaste a un humano! ¡Pedazo de idiota! -gritó Diácon
Levantó la mano y el hombre comenzó a jadear mientras rasguñaba su cuello. Era el mismo que me había atacado en la carretera.
-Eres un inútil -gruño antes de arrojar al hombre contra la pared -¡Sáquenlo de aquí!
Los otros dos solo obedecieron, arrastraron al hombre fuera de la oficina, dejándonos solo a los tres.
Diácon se dejó caer pesadamente en su silla, sobándose con la yema de sus dedos la frente, cansado.
-Entonces ¿Mi petición puede hacerse?
-No, no te confundas, humano -me sonrió -que no podamos lastimarte, no significa que debamos tomar en cuenta tus palabras. Tu no conoces las leyes de este mundo
-No las conoceré, pero sé ¡Que esta prohibido sentenciar a alguien a muerte y lastimar a un humano! Cosas, que has hecho
-Sabes demasiado ¿No es así?
Oh mierda.
Escuché como alguien entraba detrás de nosotros y después cómo con un sutil movimiento de cabeza, Diácon le había dado alguna orden.
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Pétalos (JungHoSeok)
Teen FictionTendrás que conseguir su corazón. Esa fue mi sentencia, tengo que conseguir el corazón de la persona que Ligeia amo en vida, debo hacerlo o de lo contrario yo también moriré. 1° Temporada