33 : Desahogo

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Jimin nunca se había sentido tan mal por un paseo en carruaje. Seguramente si hubiera sido un niño pequeño habría sido tachado de raro, siendo el único que lloraría con solo escuchar la música del circo a la distancia.

No dejaba de estrujar sus manos y de mantener la mirada gacha fija en ellas pero sin prestarle tanta atención en realidad. Iban algo apretujados en el limitado espacio del carruaje, como siempre. El rubio iba entre el de ojos de gatito y su mejor amigo. No sabía cuál de los dos cuerpos era más cálido.

Frente a él Jeongyeon parecía discutir sobre unas actitudes extrañas que había visto en una gallina y Eunwoo le respondía de forma calmada que era algo imposible que una gallina volara... y Jeongyeon continuaba con su hipótesis. Sin embargo, el profesor parecía divertirse en silencio con aquello.

Jimin terminó analizando que si algún día Yoongi, Namjoon y él quedaban solos en una habitación, no sé escucharía ni un sonido. A menos que él saliera del cuarto y los otros dos comenzaran una pelea. Pero dejando de lado eso, ellos tres eran muy callados.

Fiuf, por lo menos se estaba distrayendo. La música del circo subía cada vez de volumen y las millones de luces ya estaban iluminando el oscuro camino que se abría ante ellos.

Pudo sentir que alguien apartaba ambas de sus manos para evitar que siguieran estrujándose, levantó la vista en la oscuridad del cubículo y se encontró con esos ojos felinos que se iluminaban y no sabía si era bien por la luz o por otra cosa.

—Te noto nervioso. ¿Qué te ocurre?

El menor tragó saliva.

—Estoy bien.

Quitó rápidamente su mano que era sostenida por la del pelinegro y apartó la vista, simulando querer ver por la ventana, recibiendo a Taehyung, quién solamente a través de sus ojos cuestionaba la situación.

Suspiró.

No le gustaban los circos, pero la mano de Yoongi era cálida.

• • •

Había demasiadas personas, demasiados extraños. No sabía si podía ocultar su rostro con eficiencia como para que nadie lo notara o quedara registrado en la memoria de alguien y apareciera como extra en sus sueños.

Yoongi se confortaba con que era Orleans, lejos de París, el centro de todo y también estaban en una parte alejada. Una voz en su cabeza le recordó que tenía algo más importante en lo que debía concentrarse: ya no tenía sentido ocultarse si total le quedaban tres días.

¿Por qué tres días? No era Jesús, ni siquiera creía en él. Pero había llegado a un punto en el que no le importaba. Ya encontraría un lugar privado para llorar en silencio mientras no dejaba de toser y trataba de aguantarse su dolor de cabeza. Ahora debía sonreír y preocuparse por una persona que necesitara ayuda.

Realmente estaba desesperado por hacer algo bueno y que su conciencia por una vez en la vida lo felicitara.

Pero bingo. Había tenido la oportunidad de tomar la suave y fría mano de Jimin, comprobando lo nervioso que estaba por ir a un circo. Ahora debería estar a su lado un rato y en el momento oportuno trataría de sacarle un tema de conversación para luego ir más y más profundo.

Ese era el primer paso que su madre utilizaba para hablar con alguien de sus problemas. Pues claro, ya lo había hecho con él.

Podía sentir cómo la piel de Park Jimin se erizaba cuando un payaso pasaba a su lado, tal vez les temía, pero le bastó con verlo dos veces para confirmar que no. Tampoco le llamaba mucho la atención los juegos, pero había aceptado tirarle agua a un globo y hasta se había casi ganado un peluche de conejo. Hasta ahora, se lo veía bastante cómodo (bueno, no estaba por llorar) en lo que era el parque de las diferentes atracciones. Pero cuando parecía que el grupo se acercaba cada vez más a esa carpa blanca y roja en la esquina del parque, todo cambiaba.

Imperfecto | yoonmin (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora