16 : Espantamiedos

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La lluvia se negaba a parar tres días después y así, el tiempo parecía pasar a paso de tortuga (a pesar de que haya testigos de tortugas bastante rápidas). Dicen que cuando te diviertes o algo te interesa, el tiempo pasa de forma muy veloz, siendo todo lo contrario cuando te aburres.

Y Park Jimin ahora podía sentir muy bien la ausencia de su diversión y cómo su aburrimiento se encargaba de atrasar el reloj con segundos que parecían minutos y minutos que parecían horas y horas que parecían días.

-Leamos un poco de Arthur Conan Doyle, Jimin.-Sugirió Namjoon, aunque pareció más como una orden. No tardó en sacar los libros de forma rápida, contento de leer su género favorito a su alumno favorito. El misterio le apasionaba y más teniendo en cuenta lo que estaba viviendo. Aunque siendo sinceros, Park Jimin prefería mil veces más leer un buen libro de amor y más amor.

Ya era hora de comenzar con las clases y ese lunes por la mañana el profesor se había encargado de hacer que todo fuera lo más emocionante posible, (fallando un poco mucho) todo por seguir las ideas del jardinero. Pero después de todo, Jimin prefería leer historias ficticias a revisar las reglas ortográficas que ya se sabía de memoria, así que literatura estaba un poco mejor.

Aunque sinceramente apenas podía prestar atención a la limpia lectura del hombre que se sentaba frente a él en esa mesa llena de libros, junto a la ventana de la biblioteca. Estaba bastante ocupado viendo las gotitas correr carreras entre sí, apostando dinero imaginario a que la gota de agua de la derecha le ganaría a la izquierda. Luego le prestaba atención a cómo el agua golpeaba esas margaritas junto a las rosas blancas del jardín de entrada.

¿Cómo hacen las flores para ser tan bonitas? Quiero su secreto.

-¿Me estás escuchando? Esta es justo la parte que más pistas da sobre el culpable, están por resolverlo.- Namjoon acomodó sus lentes de medialuna, sacando al rubio de su distracción, con una expresión tan metida en la historia que hasta a Jimin le parecía tierno.

-Estaba escuchando, Hyung... Aunque ya sé quién es el culpable.-Susurró esto último.

El profesor sonrió con desaliento por aquella respuesta. Bueno era obvio que la gran mayoría de las personas alfabetas con gusto por la literatura habían leído (o por lo menos un poco) de "Estudio en escarlata". Por otro lado, los ojitos de Jimin se esforzaban por lucir lo más inocentes posible, aunque siempre lo hacían.

-Entonces, creo que es todo por hoy. Llegamos hasta la mitad del libro y no dijiste ni una palabra. Tal vez el misterio no es lo tuyo. - Declaró con algo de pena, admirando a ese jovencito frente a él.

Sus cabellos rubios tan perfectamente peinados, sus ojitos que se entrecerraban cuando sonreía, su piel blanca y sus manitos que siempre estaban heladas, sus pomposos labios, era tan bonito, tan hermoso ante sus ojos. Siempre le recordaba que lo quería, aunque no fuera exactamente con palabras. Emitía una inocencia enorme y era tan inteligente como Darwin. Era tan bueno y gentil, pero no ingenuo... Bueno, a excepción de algunas veces. A pesar de que su cuerpo no estuviera en balance, su mente y corazón, sí que lo estaban.

-La próxima vez ¿podemos leer un poco de Jane Austen? -Pidió Jimin, con los ojos iluminados. Amaba esa autora y sus hermosas historias de amor.

¿Puedes leer esto con voz de susurro? Bien: en secreto, rogaba por una historia similar.

-Por supuesto.

-Gracias, Hyung. -Namjoon siempre se suavizaba con él. Aunque mantenía su personalidad seria y estructurada, con ese rubio se liberaba mucho más de lo que lo hacía con su propio hermano. Ya eran familia, era su tutor ahora que sus padres estaban de viaje, él cuidaba ahora y siempre.

-Manchaste tu mano con tinta. -Señaló el profesor y efectivamente, la manito del rubio estaba salpicada de su tinta negra originalmente destinada a análisis de las novelas policiales. Namjoon tomó su mano entre las suyas y sacó un pañuelo, tratando de limpiarla con suaves movimientos.

Se quedaron callados, Jimin sintiendo la mano del hombre sobre la suya y ese pañuelo tan suave que recorría su parte sucia. Era amoroso en realidad, a pesar de que para el resto fuera algo estricto y malo, tenía esa calidez en él, en el fondito de su corazón.

De pronto, el mayor pareció querer empezar a hablar, pero se calló al pronunciar la primera vocal. Sinceramente, tenía miedo de preguntar. Pero era algo que necesitaba soltar.

-Jiminnie... ¿Te llevas muy bien con ese Yoongi?-Soltó por fin.

Esa pregunta tomó por sorpresa a Jimin, aunque de cierta forma, en el fondo sabía que en algún momento hablarían sobre esa nueva presencia en la casa que tanto parecía cambiar las cosas y poner su mundo de cabeza. Pero la pensó mejor y... ¿Realmente se llevaban bien? Habían charlado un poco y tenido unos cuantos momentos, Yoongi parecía bueno, lo había visto y también Taehyung se lo había dicho ya mil veces. Pero lo más importante según él, era que había sido comprensivo con él, cuando muchas otras personas no. Pero aun así esperaría hasta poder darle una copia de la llave de su cajita de cristal.

Porque intuía que definitivamente ese pelinegro se quedaría por mucho tiempo.

-Me cae bien. -Respondió, dejando al profesor algo estupefacto.

-Bueno, mientras que no haga nada indebido...

-No creo que tenga malas intenciones, Hyung. No ha hecho nada malo.

-Sí, pero Jimin-

-No estoy diciendo que deposites toda tu confianza en él, solamente, pórtate bien con el señor Choi.-susurró el final con algo de miedo-. Para que ya no tengamos problemas... Hazlo por mí.

Esos ojitos se lo pidieron tan tiernamente y de forma tan sincera, que le dolería apagar su brillo. Namjoon lo pensó mejor y bueno, tal vez podría ignorar su presencia pero vigilarlo desde lejos por si algo pasaba y sus sospechas se confirmaban. Jimin nunca sabría que en el fondo, él seguiría desconfiando y queriendo echar a ese pelinegro. Haría el esfuerzo para hacer un mejor ambiente, pero tampoco prometía demasiado.

Los sucesos pasados no dejan fácilmente a una persona y los miedos, menos. Porque muchas veces, van de la mano.

Sin embargo, en ese momento, con esos ojos y ese brillo, tuvo el valor de decir que sí. Que lo haría estar feliz y satisfecho a ese rubio que le provocaba a él, estar feliz y satisfecho.

-Lo intentaré, pero no te prometo nada.

Y el abrazo que le dedicó su rubiecito, podía describirse con tres palabras:

Alegre, cálido y espantamiedos.

Porque ese joven echaba a volar cualquier miedo que tuviera el hombre de anteojos de medialunas en esos momentos.

Perdón por que sea tan corto, pero junto con este publicaré el capítulo siguiente, para no dejarlos con tan poco, sisi.

Ah, y desde ahora todos los capítulos tienen nombre. Y me encanta ahre.

Imperfecto | yoonmin (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora