26 : Escaleras bajo las estrellas

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Se estremeció en sueños, los recordaba. Maldijo en sueños, los veía. Golpeó en sueños, los quería lejos.

Despertó y no había nada.

Su pecho iba de arriba hacia abajo a una rápida velocidad, el sudor caía por su frente y miraba a su alrededor, aún con la conmoción de las imágenes que había visto. Algunas veces odiaba de más a su mente que le jugaba unas tan malas pasadas. ¿Era necesario recordar lo malo siempre?

El pelinegro se reincorporó en su cama, su camisa a blanca estaba completamente arrugada y su cabello desordenado a más no poder. Por lo que vio, el reloj cucú de su cuarto que tanto miedo le venía causando, marcaba las dos y media de la madrugada.

Se paró y se dirigió a su pequeño baño, el que estaba en su habitación. Se mojó la cara en el lavamanos y se miró al espejo, su cara daba mucho de qué hablar. Ya no tenía sueño, no podía dormir.

Desde su encuentro con Namjoon le daba algo de miedo escabullirse por la noche en esa enorme casa, no quería encontrarse con alguien que no quisiera verlo. Aunque las posibilidades de eso eran una de cuatro, no quería un sermón mañanero.

Además, la estúpida tos que lo atormentaba desde la última semana no quería irse aún, se había repetido en varias ocasiones. Pero siendo sincero consigo mismo, era lo que menos le importaba.

Al final lo mandó todo al carajo cuando se recostó en su cama y Morfeo no quiso atraparlo, necesitaba algo... Tal vez leche. Aunque una simple bebida no le espantara sus recuerdos y miedos, lo ayudaba a dormir, que era algo parecido.

Se puso sus pantuflas y salió de puntitas de pie de la habitación, no despertaría a nadie. Las velas alumbraban el pasillo y una vez más, lo hacían ver tétrico. Pasó por la biblioteca, la habitación de Namjoon y Taehyung y el estudio del profesor, por el que pasó demasiado lento y sin hacer un solo ruido, reteniendo la respiración.

Llegó al balcón interno que daba a las largas escaleras para bajar al comedor, en esa parte, no había luz en las velas, era la misma luz de la luna la que iluminaba todo el lugar. Desde allí arriba podía ver todo el comedor y la sala. Lo único que se escuchaba era el reloj ubicado entre los sillones junto a la chimenea, contando para que todo pasara más rápido.

Se apresuró a bajar, pero cuando llegó a las escaleras, pudo ver esa melena rubia iluminada por la luz del satélite. Sentado en el primer escalón, se encontraba Park Jimin.

No supo si hablar, pero se terminó convenciendo.

—Buenas noches. —Declaró en voz baja, pero el otro pareció no darse cuenta.

—Escaleras estúpidas. —Murmuró sin darse cuenta y sin prestarle mucha atención al pelinegro, hasta que lo hizo y con un rostro apenado, miró al contrario. —Lo siento, no debió escuchar eso... Buenas noches, señor Choi.

El rubio siempre tan respetuoso, quiso ponerse de pie, pero Yoongi lo detuvo rápidamente, sentándose a su lado. A varios metros frente a ellos, los grandes ventanales principales dejaban ver el cielo estrellado de esa noche de Septiembre. Se quedaron callados unos minutos, asimilando su encuentro, tanta coincidencia.

—Tal vez le parezca entrometido, pero... ¿Qué hace aquí a estas horas?—Indagó el menor, no se guardaría las preguntas aunque se dijera a sí mismo que no debía hacerlas.

—Quería beber un vaso de leche, no puedo dormir —respondió con unas pequeñas risas para aligerar el ambiente—. ¿Qué hay de ti?

—Tampoco podía dormir. Creo que lo que pasó hoy... Ayer—se corrigió—, me asustó mucho.

Sí había algo que Jimin podía hacer, era admitir que tenía miedo. Se consideraba a sí mismo cobarde, pero era lo suficientemente valiente como para admitirlo. Porque no todo el mundo lo hacía.

Imperfecto | yoonmin (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora