Kanat

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—No voy a juzgarte, sólo quiero hablar contigo, saber que fue lo que te llevó a actuar de ese modo —preguntó en un tono calmo Cep.

Millian estaba mirando hacia abajo, y se negó a contestar.

—No sé si te interese, pero Liliana está bien, y quería venir a verte, hablar contigo, pero le dijimos que no era un buen momento. Millian, ¿Por qué te pusiste tan violento con ella? Si no quieres ser padre, está bien, nadie va a obligarte a hacerlo.

—¿Que van a hacer conmigo? —fue lo único que preguntó.

—Estarás recluido, recibiendo tratamiento psicológico, y algunas clases que te ayudarán a adaptarte mejor a la vida. Cuando las termines, y si los profesionales consideran que estás apto, volverás a tu hogar.

—No, no quiero eso, me quiero ir a mi verdadero hogar, al Este, a las montañas, lejos de todos.

—Millian.

—Me quiero separar de la humana, no quiero tener ningún vínculo con ella. Ella decidió tener a la cría.

Cep lo observó y luego asintió.

—De acuerdo. Si eso es lo que quieres... A mí también me parece lo mejor luego de escucharte hablar.

***

—Meses después—

—Yo creo que será niña —sonrió Corine, al ver como su hijo más pequeño abrazaba y besaba la panza de Liliana.

—¿Tú lo crees? ¿Por qué? —sonrió con ternura la futura madre.

—Porque Bati cada vez que te ve, sólo quiere que tú lo cargues, y le gusta abrazar y besar tu panza. Tengo algunas pacientes que están esperando niños, y él no quiere saber nada de estar cerca de ellas, llora y se pone muy fastidioso.

—Ow, Bati ¿La tía tendrá una niña?

El pequeño que estaba arrodillado junto a ella sonrió feliz, y luego le dio unos golpecitos en la panza, riendo al sentir que el bebé desde adentro lo pateaba.

Corine sonrió y besó la cabeza de su hijo.

—Creo que ellos serán muy buenos amigos cuando tu pequeña nazca —Sonrió.

***

—¿Tú por qué estás aquí?

—Estupideces de los nuestros y los humanos.

—Como todos —sonrió—. ¿Golpeaste a alguno?

—No.

—¿Entonces? —preguntó confundido.

Millian negó con la cabeza, sin ganas de hablar.

—Yo quizás salga en dos meses, me propusieron quedarme aquí o volver a Eritmat —sonrió el muchacho.

—¿Y qué harás?

—Me quedaré aquí, pero antes debo ir a buscar a mi mujer e hijos.

—Ah, tienes hijos... —murmuró.

—Sí, tengo tres hijos, el último nació hace como un mes, aún no pude conocerlo, pero mí mujer dice que se parece mucho a mí —sonrió orgulloso—. ¿Tú tienes hijos? ¿Mujer?

—No, no tengo nada.

—Entonces no hay nadie que te extrañe o necesite en tu hogar.

—No.

***

—Hola, buen día.

—Señorita Roth, buenos días —saludó amablemente el oficial.

—Yo le traje algunas cosas —le dijo levantando con algo de dificultad un bolso, hasta un banco que estaba junto a ella.

La joven morena ya estaba de ocho meses, y su panza era tan grande, que le costaba hacer el más mínimo movimiento.

—Déjelo ahí, nosotros nos ocuparemos.

—Muchas gracias —sonrió agitada—. Es ropa limpia para que él pueda usar.

El oficial la observó y sonrió levemente.

—No se hubiera molestado.

Liliana todas las semanas le llevaba ropa a Millian, a veces comida casera que ella misma preparaba, y cartas. Cartas dónde le contaba cómo iba su embarazo, como iba creciendo la bebé.

Porque sí, Batiet había descubierto primero que su primita sería una niña.

Cartas dónde le decía cuánto lo extrañaba, aún sabiendo que legalmente ya no eran nada. Millian se había separado de ella.

—Él no ha dejado nada para usted.

—Está bien —le dijo en un bajo, intentando sonar indiferente—. Sé que no lo hará tampoco. Igual éste es mí último mes aquí —sonrió levemente.

—¿Se irá de la isla?

—Sí, luego de que nazca la niña, volveré a mi casa. Allí mi mamá podrá ayudarme.

—Una niña tendrá, felicidades.

—Kanat, ese seré su nombre —sonrió acariciado su panza.

...

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MillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora