Hija

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Se giró, temblando, y lo miró, recordando todo lo que había pasado hacía casi nueve años atrás.

—M-Millian.

Él la miró a los ojos, y se sintió tan culpable.

—¿Quieres ir por un café? Así podemos hablar más tranquilos.

Ella negó con la cabeza y se abrazó así misma.

—N-No, esto n-no me llevará más que unos m-minutos.

—Está bien —pronunció bajo.

Ella se giró para tomar su identificación, y luego la guardó en su cartera.

—Yo sólo quería saber si e-estabas bien.

—Leí tus cartas, hace unos meses me animé a leerlas. Sé que pasó mucho tiempo, pero las leí a todas.

—Ah, b-bien... Bueno, yo creo que m-mejor me voy.

—¿Ella está bien?

—Sí.

—Si algún día quieres, si ella quiere, podríamos conocernos.

—No, no quiero que ella pase por un mal momento. Le diré que tú sigues aquí, que estás bien, con eso será suficiente.

—No soy el mismo de antes, Lili.

Sí, tampoco había sido el "mismo de antes" cuando le había dado una segunda oportunidad.

—Que estés bien, Millian —le dijo antes de marcharse rápidamente del edificio.

***

Estaban todos cenando, cuando la puerta sonó.

—Voy yo —dijo Batiet bajándose de su silla.

El niño se fue corriendo hasta la puerta, y al abrirla observó con el ceño fruncido al tipo del otro lado.

—¡Papá, un compañero tuyo! —exclamó al ver qué estaba con el uniforme de oficial.

Blaise se fue hasta la puerta, y al ver a Millian frunció el ceño.

—¿Qué quieres aquí?

—Hola Blaise, lamento llegar tan tarde a tu casa. Yo... Quería hablar con Lili.

Desde la puerta de la sala, Summy se asomó, abriendo los ojos sorprendido.

—Tía, creo que te buscan en la puerta —le dijo a Liliana.

—¿Quién? —preguntó curiosa.

—Millian.

La morena miró a su hija y luego la tomó de la mano, saliendo ambas del comedor, hacia la sala.

—Blaise, no te preocupes, yo hablo con él.

El rubio miró a Millian y luego a Liliana.

—Me quedaré cerca.

—Gracias.

—Ven, Bati, tu tía debe hablar con él.

En cuanto se fueron, Millian cerró la puerta, y los tres se fueron a sentar a los sillones. Kanat se sentó junto a su mamá, abrazándola, sin entender porque ese señor estaba allí, y su tío lucía tan molesto.

—Mami ¿Puedo ir con los tíos? —le preguntó en un tono bajo.

Liliana miró a su hija y le sonrió suavemente, antes de correrle alguno mechones rizados del rostro.

—Hija, él es Millian... Él es tu papá.

La niña abrió los ojos sorprendida, y luego se giró para ver a ese hombre una vez más, antes de volver a abrazar a su madre.

—¿Qué pasa?

—Me quiero ir con el tío Blaise.

—De acuerdo mi amor, ve.

La niña se bajó del sillón, y se fue rápidamente hacia la cocina. Liliana miró a Millian, y suspiró.

—Lo lamento.

—No, está bien, lo merezco —pronunció bajo—. Hace mucho tiempo perdí mi lugar... Si en algún momento ella quiere hablar conmigo, ya sabes dónde puedes encontrarme.

—Está bien.

—Y perdón, ese día yo perdí la cabeza, actué muy mal contigo, lo siento, en verdad.

—Está bien, eso pasó hace mucho ya —mintió.

Porque era innegable que aún le temía.

...

MillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora