Charla

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—¿Él trabaja aquí?

—Desde aquí le informan dónde debe ir a trabajar, pero creo que podremos encontrarlo ahora en el edificio de atrás, dónde viven los demás oficiales.

—¿Y va a querer recibirnos? —le preguntó insegura la niña.

—Por supuesto que sí —sonrió suavemente Liliana.

Ambas se dirigieron al edificio donde vivía Millian, y luego de tocar timbre, él les permitió entrar. Liliana tomó la tarta que la pequeña llevaba en las manos, y subieron al ascensor.

—¿Le gustará la tarta de fresas?

—Sí, mi amor —sonrió.

Bajaron las dos, y la morena le regresó la caja con la tarta. Sabía que su hija era quien quería dársela.

Llegaron hasta el departamento de Millian, y allí estaba él en la puerta, sonriendo suavemente al verlas.

—Hola, las estaba esperando, pasen —les dijo haciéndose a un lado.

—Trajimos tarta de fresa —le contó Kanat, pasado antes que su mamá.

—Que rico, gracias, vengan, vamos a la cocina —sonrió.

Tomó la caja con la tarta, y ambas lo siguieron por detrás. Liliana ayudó a la niña a subirse en uno de los altos asientos, y luego se sentó ella.

—Kanat ¿Qué te gustaría tomar?

—¿Tienes chocolate?

—Sí —sonrió dirigiéndose al refrigerador, para buscar una cajita de leche chocolatada.

—¡Gracias! —exclamó con una gran sonrisa, dándosela a su madre para que le sacará el envoltorio al sorbete*.

—Lili ¿Qué te gustaría tomar?

—Un vaso de agua, gracias.

—De acuerdo. ¿Se van a quedar hasta el Kok'ta?

—Sí, luego de eso nos iremos —le dijo tomando el vaso—. Yo debo regresar a mi trabajo, y Kanat a sus clases.

—¿Y cuándo regresarán?

—El año que viene.

—Todos los años venimos aquí con mi mamá, desde que yo era una bebita —sonrió la niña, tomando la porción de tarta que Millian le estaba ofreciendo.

—No sabía que tú habías regresado aquí, y mucho menos todos estos años —pronunció confundido el azabache, mirando a Liliana.

—Sí, quería que Kanat no perdiera sus costumbres. Incluso le dimos su bendición cuando cumplió un año en el árbol.

—El tío Blaise me bendijo bajo el árbol de Kanat'ma —sonrió orgullosa la niña.

—¿Quieres mucho a tu tío, verdad?

—Es como un papá para mí, siempre nos cuenta cuentos a Batiet y a mí cuando nos vamos a dormir. Hacemos campamentos en su jardín, y nos enseñó a hacer nuestra propia tienda. Yo misma tejí la mía —sonrió.

Él la miró y sonrió, antes de respirar profundo. Liliana lo miró, y luego desvió la mirada.

—Es un bonito departamento, creí que volverías al bosque a vivir.

—¿Vivías en el bosque? —preguntó curiosa la niña.

—Sí, vivía en el bosque del Este, y allí fue donde conocí a tu mamá y teníamos nuestra casa, una cabaña que yo mismo hice.

—¿Tú también haces cosas como mi tío Blaise?

—Sí —sonrió.

—Mi mamá nunca me contó que vivieron en una cabaña. ¿Era bonita?

—Era muy bonita, habían muchas flores.

—Me gustan las flores —sonrió—. El tío Blaise siempre me lleva a juntar flores.

Y dale con el dichoso tío Blaise...

—Si tú quieres, yo también podría llevarte a juntar flores, muy bonitas.

—Si tu eres mi papá ¿Por qué no me querías? —le preguntó cambiando de tema.

—Kanat, ya habíamos hablado de esto —le dijo su madre, nerviosa—. Lo siento, ella...

—Está bien, ella merece saberlo —pronunció bajo, antes de sentarse juntos a la niña y mirarlo a los ojos—. Cuando tu mamá me contó que estaba embarazada de ti, yo tuve mucho miedo.

¿Miedo? Miedo había tenido ella por su reaccionar salvaje y violenta.

—Yo no quería tener hijos, no estaba preparado para ser padre, y no quería serlo.

—Ah, no me querías —murmuró.

—No Kanat, no es que no te quisiera a ti, yo no quería ser padre. Me llevo mucho tiempo darme cuenta de mi error, ver qué había hecho las cosas mal. Y no sabía dónde vivían ustedes, pero ahora que estás aquí, me gustaría que nosotros pasáramos tiempo juntos.

—Sí, tal vez...

Porque después de todo, Kanat ni conocía a ese hombre que decía ser su padre. ¿Qué podrían hacer juntos?

...

*Sorbete, popote, pajilla, bombilla...

MillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora