capitulo 3

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El miedo me recorrió como una gota fría bajando por mi espalda, mi hermanito jamás me había hablado de esa forma, siempre fue muy tierno y angelical, pero ahora me daba terror mirarlo, ese día llegaría el enfermero para empezar su trabajo de cuidar a Ulas, así que me vestí para bajar a recibirlo antes de irme a trabajar.

Llego puntual a las 8 a.m. así que lo lleve a la habitación de Ulas para que lo conociera, Ulas estaba sentado en la orilla de la cama de espaldas a nosotros mientras jugaba con algunos juguetes.

--Ulas.. hay alguien que te quiere conocer, ven a saludar-- le dije con un leve temblor en la voz

-- hola Ulas, mi nombre es Mateo, crees que podamos ser amigos ? -- le dijo el enfermero.

Ulas solo lo miro un segundo por encima de su hombro y continuo jugando con sus figuras sobre la cama.

-- disculpa lo, no le gusta hablar con extraños, pero ya se acostumbrara-- le dije a Mateo mientras nos dirigíamos a la cocina.

-- el es algo especial, era muy activo antes pero con las quimios pues su humor ha decaído un poco, aún así creo que se llevaran muy bien, el es muy dulce-- inicié calmando un poco al enfermero.

Discutimos sobre medicinas, horas para sus medicamentos, sus baños y sus tratamientos, al final me fui a trabajar y Ulas se quedó con Mateo en la casa.

Todo el día estuve algo preocupada, dándole vueltas en mi cabeza sobre la nueva actitud de Ulas, no era normal que un niño de 3 años actuara de esa forma y menos cuando solía ser tan diferente, me dolía el corazón al saber todo lo que mi hermanito estaría sintiendo, así que al finalizar mi jornada fui por algunas galletas y dulces para compartir con mis hermanos.

Llegue muy contenta a casa y lo primero que pensé fue en ir a la habitación de Ulas para comprobarlo, al abrir la puerta me di cuenta que Amel estaba tirado en el suelo con sangre saliendo de su boca, la imagen fue impactante y corrí a ver que le sucedía, lo tomé en mis brazos para voltear lo, por suerte seguía respirando y la sangre parecía que venía de un corte en su boca, quizá se mordió al caerse o algo parecido, comencé a gritar el nombre de Mateo pero este no aparecía.

Cuando mire hacia la puerta de la habitación se encontraba Ulas de pie , con una figura de acción de batman en sus manos, y la figura tenía un poco de sangre en la cabeza.

-- Ulas ¿qué hiciste? -- le pregunté horrorizada.

-- quiso quitarme mi Batman-- me respondió mientras levantaba los hombros prestándole importancia.

-- Ulas ve por Mateo-- dile que lo necesito aquí arriba.

Ulas corrió por la casa gritando el nombre de Mateo quien corrió a ayudarme, cuando levantamos a Amel este comenzó a despertar y pude ver que no recordaba que le había sucedido hasta que se quedó mirando por un minuto entero a Ulas.

--Ulas me golpeó, yo solo quería jugar con el, me golpeó con la figura y como estaba a la orilla de la cama me caí y luego no recuerdo nada más-- nos explico Amel.

-- Ulas no tiene la fuerza para golpearte tan fuerte Amel, ¿qué pasó en realidad?-- le pregunté algo molesta.

-- es la verdad, Ulas me golpeó-- salió corriendo de la habitación mientras comenzaba a llorar dejándome sola con Ulas y Mateo en la habitación.

-- no entiendo que paso, Ulas jamás golpeo a nadie antes-- le dije a Mateo mientras Ulas se sentó en el suelo con algunos juguetes.

-- quizá solo fue un accidente-- agrego Mateo mientras me marchaba a la habitación de Amel.

Cruce el pasillo rápidamente y entre sin tocar, Amel estaba acostado llorando, así que me senté suavemente a su lado.

-- Amel, lo siento , no es que no te crea, es solo que Ulas no puede haberte tirado de la cama cuando tu eres mucho más grande que el-- le dije en tono suave, no quería hacerlo sentir peor.

-- es verdad Carmen, quería jugar con el así que tome el batman para jugar con el spiderman que el tenía y al hacerlo sus ojos se pusieron negros, tomó el batman y me golpeó fuerte en la boca y me hizo caer de la cama, aterricé de cabeza por eso me desmaye -- me contó muy asustado.

-- sus ojos se volvieron negros ? -- le pregunté extrañada, creía que solo yo había visto eso.

- totalmente negros, me asustó mucho Carmen, yo solo quería jugar-- me abrazo fuerte mientras seguía llorando.

-- tranquilo Amel, todo está bien, quizás solo estaba muy molesto, no se ha sentido bien por las quimios, intenta no quitarle sus juguetes la próxima vez-- lo anime un poco y me levante para regresar con Mateo.

Al regresar al cuarto de Ulas ambos estaban sentados en el suelo jugando con algunas figuras, me quedé viéndolos ya que mi hermanito se veía ta tierno mientras jugaba y sonreía que no lo crei capaz de lastimar a nadie mucho menos a Amel.

Llame a Mateo y juntos fuimos a la sala de la casa y nos sentamos uno frente a otro en los muebles.

-- notaste algo raro en Ulas hoy ? -- le pregunté preocupada.

-- nada inusual-- dudo por un momento-- aunque si dijo algo que llamó mi atención-- continuó.

-- ¿qué cosa? -- me incliné un poco hacia adelante.

-- dijo: "pangea resurgira, el rey oscuro en la tierra renacerá", aunque lo dijo mientras veía un cuento sobre sus piernas-- levanto los hombros como si no fuera importante.

-- el tiene 3 , no sabe leer-- asegura sorprendida.

- no te preocupes quizá solo lo escucho en algún lado-- dijo Mateo mientras se sentaba a mi lado.

-- no lo creo, desde que llegamos aquí ha estado actuando muy estraño-- afirme mientras me tocaba el cabello desesperadamente.

Mateo puso sus manos en mis hombros en señal de querer calmarme pero no lograba aminorar mis nervios.

-- el estará bien, nada le va a pasar, me asegurare de ello, lo prometo-- dijo mientras frotaba mis brazos.

Solo me quedé allí unos minutos pensando, sin saber exactamente cómo el podría hacerme sentir tan segura, y como era posible que el cumpliera esa promesa, nisiquiera yo sabia exactamente que estaba pasando, ¿que se supone era pangea? ¿Quien diablos es el rey oscuro?, no recuerdo haber comprado ningún libro para niños sobre algún rey oscuro, todos eran sobre animales o dinosaurios, nada de terror.

Me despedí de Mateo en la entrada y subí al cuarto de Ulas con algunos de los dulces que había comprado.

--Ulas? Quieres dulces ? Traje algunos dulces para ti y Amel-- dije mientras entraba a la habitación.

Lo que vi, definitivamente no estaba preparada para algo como eso, mis ojos no podían creerlo y una lágrima rápidamente corrió por mi rostro mientras tiraba sin darme cuenta todos los dulces al suelo.

Allí estaba Ulas, sentado en el suelo, mirándome fijamente con esos ojos completamente negros que tanto me aterrorizaban, arrancando su propio cabello y sonriendo mientras lo hacía, sus pequeños dientes estaban amarillos y de su frente caían gotas de sangre, se estaba lastimando al arrancar su cabello, pero el lo disfrutaba, disfrutaba el dolor, disfrutaba verme sufrir, fue allí cuando me di cuenta, que esa cosa no era mi hermano.

Los demonios de Pangea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora