Mi cuello me dolía, mis brazos estaban sin fuerzas y la espalda me estaba matando, claro, me dormí sobre una incómoda silla, solo a mi se me ocurre tal torpeza, solo recuerdo ver a mis hermanos plácidamente dormidos y mis ojos simplemente comenzaron a pesar, Mateo entró a la habitación con una bandeja llena de medicamentos y pomadas, Ulas desperto y Mateo comenzo a darle los medicamentos y a aplicarle pomadas donde su piel estaba lastimada, de igual forma hizo con Amel, para finalizar quiso revisar mi hombro y los moretones que había en mi cuerpo pero cuando retire la camisa, las heridas no estaban.
Exacto, no estaban, mi piel estaba intacta, los moretones, las heridas que dejó Ulas poseído no estaban, como si jamás hubiese pasado, Mateo me miró extrañado y yo le regresé la mirada de igual forma, ¿cómo es que todo desapareció sin más? No podía entenderlo así que simplemente tomó todo y salió de la habitación, no sin antes avisar que tenía preparado el desayuno en la cocina.
— ¿dónde está mami? — pregunto Ulas con sus enormes ojos curiosos bien abiertos.
— mami tuvo que irse— le respondí con un enorme nudo formándose en mi garganta.
Amel solo se quedó callado con la vista gacha, el sabía que nuestros padres habían muerto, aunque yo se lo acababa de confirmar, no sabía como explicárselo a Ulas, el apenas sabía que estaba enfermo, creo que jamás le llegamos a hablar de la muerte.
—¿ a donde se fue? — me miraba tan inocentemente, tan tierno y pequeño como lo recordaba.
— solo se fue, un día la veremos otra vez— quizá así dejaría de preguntar.
—¿ y mi papi? — pregunto ahora.
— se fue con mami, un día estaremos todos juntos de nuevo, por ahora, estarás con Amel y conmigo, estaremos los tres siempre, lo prometo— y los tome a ambos en un abrazo que duro un par de minutos.
Luego bajamos a desayunar mientras Mateo cargaba algunas cosas en la camioneta, pude ver que estaba bastante adolorido así que al subir todos le dije que se fuera al asiento del copiloto, para que descansara un poco, y yo conduciría todo el camino hasta la casa de su padre.
El recorrido fue algo tedioso para mis hermanos, después de todo seguían siendo niños y ellos se estrenaban rápidamente y más dentro de un auto por tanto tiempo sin tener mucho que hacer hasta que finalmente se quedaron dormidos.
Al llegar al camino de tierra que nos dirigía hasta la casa del padre de Mateo todos estaban despiertos, cuidadosamente llegamos al lugar y obligue a mis hermanos a permanecer dentro del auto mientras Mateo y yo bajamos a la casa.
Todo estaba oscuro y en silencio lo cual nos pareció extraño teniendo en cuenta que ya Mateo había acabado con quien amenazaba la vida de su padre, aún así este se anunció para que evitar que como la vez pasada este nos atacase.
— papá, soy yo, Mateo, ¿estás allí? — grito desde la entrada pero no recibió respuesta.
Entramos a la casa cuidadosamente y Mateo saco su arma y apunto frente a él.
—¿papá? — intento de nuevo.
Pero nada, ya para ese momento nos dimos cuenta que algo malo sucedía, entramos a la sala estaba vacía, no había nadie, cautelosamente Mateo subió las escaleras y yo detrás de él, al llegar a la habitación de la segunda plata pudimos ver una figura acostada en la cama, pero las luces del lugar no funcionaban, tome mi celular y active la linterna.
Para nuestra sorpresa, el padre de Mateo se encontraba acostado, frío y tieso, estaba muerto, sus labios eran de un fuerte color morado, estaba hinchado al punto de parecer que iba a explotar, desprendía un olor putrefacto que nos llenó rápidamente y nos heló hasta los huesos, por un segundo quise vomitar pero algo extraño ocurrió, su abdomen se movía, había algo allí, Mateo se acercó, y uso un cuchillo para abrir la ropa de su padre, definitivamente había algo, estaba moviéndose dentro de él, Mateo quiso tocarlo pero tome su mano cuando estaba a centímetros de la piel, instintivamente lo alejé un poco, no sabía lo que estaba haciendo, no entendí porque no lo dejé tocar a su padre pero algo dentro de mi si sabia exactamente lo que ocurría, tome el cuchillo de Mateo y lo clave en el estómago del padre, abriendo un gran agujero por donde metí mi mano, sentí algo revolcarse entre mis dedos.
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Los demonios de Pangea
FantasyUna mirada oscura, unos dientes afilados, y una sonrisa que denotaba maldad en un rostro de un pequeño de tan solo 3 años, la oscuridad cayendo sobre él aprovechando su debilidad e inocencia, un demonio consumiendo la luz y la energía de su alma, el...