Salí corriendo de allí lo más rápido que pude, corrí directo al cuarto de Amel y cerré la puerta con seguro.
-Amel, despierta, tenemos que llamar a mamá-- le dije mientras lo sacudía de su cama. Ya estaba dormido.
Se despertó con un pequeño brinco mientras miraba en todas direcciones, aún tenía su labio un poco inflamado pero al menos ya no estaba sangrando, al parecer Mateo le colocó una pomada para eso.
--¿ donde está tu teléfono? Debemos llamar a mamá-- le susurre mientras revisaba los cajones de su mesita de noche.
-- mamá me lo quitó esta mañana, dijo que estaba castigado porque no pasé con buena nota mi examen de matemáticas ayer-- me dijo mirando sus manos con arrepentimiento.
--!mierda¡..
Había dejado mi teléfono en algún lado entre la cocina y la sala, lo olvidé por completo y ahora no tenía como avisarle a mis padres que no llegaran a casa, me aterrorizaba lo que Ulas podría hacerles, aunque no se exactamente que era esa cosa que se parecía a mi hermano, debía salir del cuarto de Amel por mi teléfono, pero el miedo me tenía dando vueltas dentro de la habitación.
Finalmente me armé de valor, debía hacer algo, no podía solo esperar que llegaran y que Ulas los lastimara.
--Amel escucha, saldré por mi teléfono, apenas salga debes poner el seguro, no le abras a nadie Amel ¿me oyes? A nadie, nisiquiera a mi-- le dije con mientras lo tomaba por los hombros y lo miraba a los ojos, estaba tan asustado como yo.
Pero no podía permitir que nada malo le sucediera, nisiquiera por tratar de ayudarme, lo mejor era que simplemente no saliera de su habitación.
Abrí la puerta con todo el cuidado del mundo, asome mi cabeza un poco por el pasillo y no vi nada por ningún lado, no había ruido, no vi señales de Ulas o del auto de mis padres, todo estaba oscuro, no se en que momento se apagaron todas las luces, recuerdo haber dejado algunas encendidas cuando subí con los dulces, cerré la puerta lo más silenciosamente que pude mientras Amel le volvía a poner el seguro por dentro.
Camine por el pasillo hacia abajo, baje las escaleras hacia la sala, pero no pude encontrar mi teléfono por ningún lado, fui a la cocina y tampoco estaba allí, vi mi bolso y me acerqué a el rápidamente, pero mi teléfono tampoco estaba allí, no recuerdo haberlo sacado del bolso, no recuerdo la última vez que lo use, el miedo me tenía paralizada de pies a cabeza no podía pensar con claridad, un sudor frío me recorría toda la espalda.
Lo escuché, por un segundo, el tono de llamada de mi teléfono, pude oírlo a lo lejos, intenté seguirlo sin hacer ruido, examinando toda la casa mientras intentaba encender alguna luz pero ninguna encendía, extrañamente comenzó a hacer frío, algo raro ya que estábamos en pleno verano en un país tropical, jamás hacía frio, pero yo estaba hablándome hasta los huesos.
Pude escuchar pisadas rápidas detrás de mi, pero al voltear no había nada, segui caminando hacia el sonido de mi teléfono, que no paraba, seguía insistiendo, debian ser mis padres, de nuevo las pisadas dettas de mi, pero al voltear, nada.
El sonido se hacía más fuerte, venía del cuarto de Ulas, me acerqué lentamente y pude ver que la habitación estaba vacía, ni señal de Ulas, sus juguetes estabas tirados por todo el suelo y los dulces que traía seguían en el suelo de la entrada, había un poco de sangre junto al suelo de su cama donde anteriormente había estado Amel y luego Ulas cuando arrancaba su cabello.
Mi teléfono estaba sobre su mesita de noche así que lo tomé y contesté la llamada.
--¿mamá? ¿Mama eres tú? No vengas a casa me oyes, no vengas a casa por favor-- le suplique rápidamente.
--¿Carmen? Soy Mateo, estoy en la puerta pero nadie me abre, deje algunos papeles en la cocina y los necesito para mañana ¿podrías abrirme la puerta?-- me dijo un poco preocupado.
Corrí en dirección a la puerta, para avisarle que buscara ayuda, realmente no se que pensaba , solo quería ayuda, no sabía exactamente que hacer con la situación, estaba muy asustada, no podría pensar en nada así que solo corrí sin importar el ruido que hacía o si Ulas me encontraba, pero al llegar a la sala de estar, me paralice por completo.
Ulas estaba allí, su ropa rasgada, su cabello casi nulo y las gotas de sangre aún corrían por su pequeño rostro, sus ojos tan negros y profundos que por un segundo creí que me podía escuchar mis pensamientos, me sonrió de lado.
-- ¿a dónde crees que vas hermanita? Aún no empezamos a jugar-- su voz soñada como dos voces a la vez, pero nada parecido a su pequeña voz de antes.
Estas voces eran roncas, graves y parecíamos salidas de una película de terror, un escalofrío me sacudió y las lágrimas amenazaron con salir, me quedé de pie sin saber que hacer. Ulas dio un par de pasos hacia mi, sus pies estaban negros como si hubiese estado jugando con lodo, sus manitas tenían garras enormes y sus dientes estaban tan amarillos como los de un animal rabioso.
Venia por mi, retrocedi un par de pasos, la puerta comenzó a sonar, era Mateo del otro lado, la estaba tocando fuertemente.
--tu pequeño amigo no podrá ayudarte, vamos a divertirnos, hermanita-- dijeron las voces que salían de la pequeña garganta de lo que una vez fue mi hermano.
Tropecé con mis propios pies y caí de espaldas al suelo, Ulas aprovechó el momento y brinco sobre mi con una fuerza sobrehumana, con sus garras me tomo del cuello y con la otra mano rasgó mi mejilla, un dolor agudo se instaló allí mientras gritaba desesperadamente por ayuda, al mismo tiempo que intentaba empujar a Ulas lejos de mi.
La puerta produjo un fuerte ruido al romperse la cerradura, Mateo había entrado empujando la puerta salvajemente, y tomó a Ulas quitandolo de mi, lo domino subiéndose encima de él mientras Ulas forcejeaba usando sus garras tratando de alcanzar a Mateo.
--A dormientes bestia-- dijo Mateo, en un idioma extraño.
Y Ulas cerró sus ojos y cayó dormido completamente en el suelo.
-- Ulas aún sigue allí, puedo ayudarlo, pero un demonio de pangea está dentro de el-- dijo seriamente mientras me miraba.
--¿ pero qué diablos está pasando?-- dije mientras sostenía mi mejilla y alternaba la vista entre Ulas y Mateo.
-- hay mucho que debo explicarte, pero primero, ¿tienes cuerdas y cinta adhesiva?.
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Los demonios de Pangea
FantasyUna mirada oscura, unos dientes afilados, y una sonrisa que denotaba maldad en un rostro de un pequeño de tan solo 3 años, la oscuridad cayendo sobre él aprovechando su debilidad e inocencia, un demonio consumiendo la luz y la energía de su alma, el...