Despierto sobre el duro suelo y noto algo húmedo en mi espalda, me levanto un poco para ver que es, sangre, es sangre, espesa y roja, dejando un olor metálico en el aire, mi respiración aumenta considerablemente, el miedo me sube como una corriente por la columna, miro mis manos y están llenas de sangre, y mis garras están afuera tan amarillas y largas que podrían cortan carne fácilmente, toco mi rostro y mis dientes están sobresaliendo de mi boca, miro a los lados, todo está claro y me levanto a buscar a mis hermanos, pero los veo en la cama, llenos de sangre y cortadas, tan pálidos y tiesos, están muertos, yo los maté, mate a mis hermanos, ¿qué hice? Soy un mounstro, ¿ qué hice? La pregunta se repite mil veces en mi cabeza mientras camino hacia atrás y chocó contra algo duro, al voltear veo a una mujer, de al menos dos metros de altura, delgada pero fuerte, cabello negro que cae casi en sus tobillos, y vestida toda de negro.
— Omnes ius, puer meus, occidere omnes.— " muy bien hija mía, matalos a todos"
— no, no, no, yo no lo haré, NO! — tome mi cabeza entre mis manos, tratando de tranquilizar mi respiración, no podía matar a nadie, no podía ser cierto, yo jamás lastimarla a mis hermanos.
Di algunas vueltas en el cuarto negando forzadamente, mi respiración cada vez más errática, mi mente giraba y me dolía, clave mis uñas en mi cráneo, intentando hacer que el dolor físico fuera mayor que el emocional, mi corazón iba a reventar si latía más rápido, no podía ser verdad, mis hermanos estaban muertos y yo los había matado.
— Carmen, Carmen, DESPIERTA!! — Amel me sacudía fuertemente.
Me desperté de la peor pesadilla del mundo, lo mire a los ojos y estaba bien, vivo, y preocupado, mire hacia la cama y vi a Ulas sentado sobre ella con los ojitos llenos de lágrimas y una expresión de terror en sus ojos al verme.
— carmen, tus ojos, están negros— la voz de Amel me termino de traer a la realidad, me había transformado mientras dormía y Ulas estaba viéndome con miedo, justo lo que no quería que pasara.
Respire hondo un par de veces y volví a la normalidad, Ulas seguía sentado sin moverse, así que me acerqué cuidadosamente y me senté a su lado.
— Ulas, soy yo, Carmen, sigo siendo yo, solo que ahora puedo ser más fuerte y defenderte de los malos ¿si? — el me vio a los ojos y solo me abrazó, supongo que para el fue explicación suficiente, ahora solo debía demostrarle que no era la mala de la historia, o eso quería creer.
Mateo entró a la habitación, tenía una bandeja con algunos pancakes y una jarra de jugo de frutas, su sonrisa hizo que mi corazón diera un pequeño brinco así que baje la mirada un poco para evitar que notara el sonrojo que me causaba su presencia.
Tome la bandeja y la coloque sobre la cama entre mis hermanos.
— gracias Mateo, a ver niños, se lo comen todo, vengo en un momento.
Ambos asintieron mientras comenzaban a devorar con rapidez el magnífico desayuno que Mateo preparó para ellos, y yo salí tomando a Mateo del brazo para hacerle saber que debía contarle algo.
Ya en la sala pregunte por Ariana y este me dijo que había salido, a una reunión temprano de los adoradores, según ella, debía averiguar que harían cuando por fin tuvieran a la híbrida en su poder, sabían que querían abrir una puerta a pangea, pero estas usualmente duraban solo unos segundos abiertas, quería saber si era posible usar a la híbrida para mantener las puertas abiertas indefinidamente.
— de nuevo soñé con pangea, la pude sentir, estaba aqui— señale mi cabeza.
—¿que soñaste?
— soñé que mataba a mis hermanos, que su sangre estaba en mis manos, y ella me felicitaba por eso.
— no te preocupes, como todo demonio, pangea intenta quebrarte, romper tu voluntad, intenta hacerte creer que eres mala, para apoderarse de ti y tenerte a su disposición.
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Los demonios de Pangea
FantasíaUna mirada oscura, unos dientes afilados, y una sonrisa que denotaba maldad en un rostro de un pequeño de tan solo 3 años, la oscuridad cayendo sobre él aprovechando su debilidad e inocencia, un demonio consumiendo la luz y la energía de su alma, el...