Un dolor agudo estaba instalado en mi cabeza, un fuerte estruendo que golpeaba cada lado de mi cráneo tan fuerte que me hacía estremecer, jamás había sentido tanto dolor así, todo era oscuridad a mi alrededor, no podía ver nada, pero escuchaba un murmullo lejano, imposible de entender, y no podía concentrarme en el con tal dolor invadiendo mi cabeza.
— ¿estás seguro que fue ella?
— seguro, un minuto me estaba desangrando y al siguiente no tenía nada.
— no es posible solo la sangre celestial puede curar así y ella es parte demonio no parte Ángel.
— te digo que fue ella, no se como, pero ella lo hizo, además, los angeles no se cruzan con humanos, seria imposible que fuera parte Ángel.
— también que fuera parte de demonio, y aún así, aquí está.
Los murmullos se hicieron claros por un segundo, era Mateo, y había alguien más cerca pero no pude reconocer al dueño de la segunda voz, intente con todas mis fuerzas abrir los ojos pero me fue imposible, y al cabo de un minuto el dolor se hizo aún mas agudo haciéndome caer en la inconsciencia nuevamente.
— es algo raro ¿no? Intente alejarme de esta locura y resulta que me contrata una híbrida— Mateo solto un suspiro que finalizó en una pequeña risa.
Tomaba mi mano, y la apretaba con fuerza, trayendome de a poco a la realidad, el dolor seguía allí pero ya era soportable, convirtiéndose en una simple pero molesta migraña, me obligue mentalmente a abrir los ojos, y al cabo de uno unos momentos pude hacerlo, todo estaba desenfocado, la luz de la habitación me molestaba un poco pero aún así después de varios intentos y parpadeos pude concentrar mi vista y notar a un Mateo sonriente justo a mi lado.
— no fue mi culpa, no sabía que soy una hibrida— mi voz sonó algo rasposa, mi garganta estaba seca y tenía algunas vías conectadas a mi brazo.
— porfin despiertas, me tenías preocupado.
—¿ cuanto tiempo me dormí?
— unos 3 días preciosa, pensé que jamás despertarías.
—¿ 3 días? — me senté sobresaltada haciendo que mi cabeza diera vueltas y arrepintiendo me al instante de tan torpe reaccion—¿ donde están mis hermanos? ¿ el carnicero? Tu, ¿ cómo es que sigues vivo?
— tranquila — me empujo suavemente en la cama de nuevo — tus hermanos están bien, están abajo, el carnicero está muerto, tu lo mataste y yo pues, no se como, pero de alguna forma, me sanaste, aunque eso casi te cuesta la vida.
—¿ mi vida? ¿ te sane? Pero ¿ cómo?
— no lo sé aún, pero la energía que usaste para hacerlo casi te mata, dejaste tu cuerpo casi sin vida, te traje aquí al borde de la muerte, por suerte, ellos lograron salvarte, aunque te tomo 3 días despertar.
— ¿ellos? ¿ donde estamos? — pregunte mirando a mi alrededor.
— en un templo, una iglesia, los Grigori, los Vigilantes, ellos te salvaron.
— ¿ los que? — de nuevo, cada vez más información que solo me traía más preguntas.
— enviados de Yahvé, ángeles, vigilantes, mantienen el equilibrio en la tierra, aunque no les gusta intervenir, aveces nos prestan su ayuda, a los cazadores, algunos Grigori fueron quienes nos enseñaron en un principio a matar a los pangeanos.
—¿ Yahvé? — de nuevo me dolía la cabeza.
— que bueno que despiertas— la puerta de abrio de golpe dando paso a un hombre de al menos 2 metros de altura y complexión fuerte, era hermoso, su piel era perfecta, sus ojos de un profundo azul que era imposible dejar de ver, su cabello del tono más negro y brillante como ninguno, simplemente parecía caído del cielo.
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Los demonios de Pangea
FantasyUna mirada oscura, unos dientes afilados, y una sonrisa que denotaba maldad en un rostro de un pequeño de tan solo 3 años, la oscuridad cayendo sobre él aprovechando su debilidad e inocencia, un demonio consumiendo la luz y la energía de su alma, el...