¿Qué es una obsesión? Una maldita inquietud que te mueve día y noche y no te deja dormir ¿La mía? Es alta, morena con ojos tan grises que me hacen dudar del tiempo y de quien soy.
Me odia, es un idiota homofóbico que no puede mantener la bragueta c...
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—Jamás podré arrepentirme lo suficiente.
—Iván...
—Debí ayudarlo. ¿Por qué no lo hice?
Ambos estaban sentados en el amplio sofá de la cabaña al tiempo que Vanya dormía a su lado.
—Ya deja de lamentarte.
—¿Has visto en el estado en que está? Si hubiera regresado antes...
—Pero no lo hiciste. Estás aquí ahora y puedes cambiar su destino. Pasa de página, date esta oportunidad. ¿Viste lo feliz que se puso por ti? ¿Cómo sus ojos se llenaron de lágrimas con cada cosa que le compramos? ¿Con tus abrazos y los de tu hermana? Te ha recuperado. No le importa lo que pasó. Entonces, ¿por qué tú sigues anclado al pasado?
Iván acarició su rostro con los nudillos de la mano y besó los esponjosos labios.
—¿Por qué siempre encuentras la forma de confortarme?
—Es mi trabajo ayudarte física y emocionalmente, volverte tu mejor versión.
El médico se acurrucó más cerca de Iván. Este lo envolvió con sus brazos.
—Vanya se ha dormido.
—Y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
—Tienes razón. Estoy muerto.
Ale tomó una ducha rápida y se colocó una bata. Iván dormía en la gran cama envuelto en ese enorme y mullido acolchado. El rubio dio un gran suspiro. Seguramente era el único hombre que era hermoso a pesar de sus ronquidos ensordecedores. Se acostó a su lado y agarró su brazo para envolverlo en su cintura.
Eran cerca de las cuatro de la mañana cuando el movimiento candente de Iván lo despertó. Su lengua húmeda profanaba su cuello mientras su hombría estaba pegada al trasero cubierto con el bóxer.
—Creí que estabas cansado.
—Ya recuperé energía —dijo con su boca contra el cuello.
—¿Sabes? No necesitamos hacerlo todo el tiempo. También podemos dormir. Además, trasnochar tampoco es ideal para tu rendimiento físico.
Iván, sin escuchar una palabra, tiró del pequeño bóxer hacia abajo. Su mano posesiva estuvo sobre una nalga para luego acariciar la separación.
—¿Por qué me provocas entonces?
—¿Eh?
—Pegas ese culo a mi entrepierna, y sabes que no necesito más para entrar en calor.
—Que tenga frío no significa que quiera tenerte dentro de mí todo el tiempo.
Iván rio y le dio un pequeño mordisco en el hombro. Uno de sus dedos se movió hacia la entrada, siendo atrapado por las paredes musculares. Alejandro detuvo su mano.
—No.
—¿No? —Iván frunció el ceño, sorprendido.
Ale dio media vuelta y se mordió el labio de anticipación.
—Déjame estar arriba.
El luchador negó reiteradas veces, tragando saliva.
—Escucha, yo no creo que...
—Vamos, campeón, ¿por qué no me dejas hacer mi magia?
Alejandro llevó su boca sobre el lóbulo de la oreja. Sus manos ya comenzaban a recorrer su espalda.
—Linda frase para decir que me romperás el culo.
Ale rio bajito.
Vanya tenía sueño liviano.
—Vamos. —Movió su brazo sobre la estrecha cintura y después debajo del slip, buscando la erección para frotarla—. Te haré sentir tan bien que no querrás que la saque.
—¿Y tú me dices engreído?
Iván estaba nervioso, pero sintió que podía rendirse a él. Era dulce, y sabía los puntos que lo hacían enloquecer. ¿Por qué tendría miedo? Abrió las piernas y permitió que la mano de Ale fuera más abajo. Una pequeña presión en la entrada virgen.
