¿Qué es una obsesión? Una maldita inquietud que te mueve día y noche y no te deja dormir ¿La mía? Es alta, morena con ojos tan grises que me hacen dudar del tiempo y de quien soy.
Me odia, es un idiota homofóbico que no puede mantener la bragueta c...
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—Ale, hay un paciente que quiere verte. —La enfermera entró al consultorio cuando Alejandro almorzaba.
—Dile que, por favor, me espere. Mi horario de atención comienza en una hora.
—Parece extranjero. Habla inglés únicamente. Cuando le comenté que estabas almorzando, me dijo que no esperará a que te dignes a mover el culo de la silla.
Alejandro rio y chasqueó la lengua.
—Pues lo lamento, acaba de lograr que mi horario de almuerzo se extienda media hora más.
—Eres malo. —La enfermera abandonó el lugar.
Sin embargo, cinco minutos después, Clara ingresó algo asustada.
—Ale, hay un tipo que quiere verte.
—Lo sé, Celeste me lo ha dicho. —La mujer estaba nerviosa—. ¿Ocurrió algo? ¿Es violento?
—Es toda una mole de músculos, amigo. Creo que se trata de...
—Imposible.
Parte de la hamburguesa quedó atascada en su garganta.
El rubio tosió, tratando de desahogarse.
—¿De qué hablas?
—Estoy segura.
—Dile que no estoy.
—¿Qué? —Clara frunció el ceño.
—Eso, dile que me fui temprano hoy.
—Doctor Ferrari, usted va a salir y hablará con su antiguo paciente.
—Clara, no puedo.
—¿Qué carajo te pasa? Has soñado con este momento, ¿y lo vas a dejar ir?
—Se terminó. Voy a salir ahí y terminaré esta locura.
Alejandro se ató el cabello y dio pasos temblorosos hacia afuera.
La figura al final del pasillo le mostró de quién se trataba.
Iván se enfocó en su amado, haciéndolo temblar de la misma forma en que él estaba. Los oídos de Alejandro zumbaban mientras daba pasos hacia su amor. El ucraniano no pestañeaba porque le sucedía lo mismo y tenía que cerciorarse de que, después de meses, ese ángel que venía a su encuentro no se desvanecería como ocurría normalmente.
—No puedes hacerme esto —murmuró Alejandro, que apretaba su brazo. Su mano izquierda se movía sobre el otro.
—¿Yo no puedo hacer esto? ¿Es una puta broma? Te amo, Alejandro, y no voy a alejarme de ti ahora que te encontré.
—Fue tu hermana, ¿no es así?
—Le prometí que te llevaría a casa.
—¿A casa? —Ale dejó caer lágrimas en una mezcla de alegría y desesperación—. Vete, Iván. Estoy trabajando.
