¿Qué es una obsesión? Una maldita inquietud que te mueve día y noche y no te deja dormir ¿La mía? Es alta, morena con ojos tan grises que me hacen dudar del tiempo y de quien soy.
Me odia, es un idiota homofóbico que no puede mantener la bragueta c...
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Nunca presencié la lucha de dos leones, pero cuando veo a mi hermano creo que se asemejaría mucho a eso. Los animales pelean por su territorio, por sus presas, por el derecho a aparearse. Mi hermano luchó toda la vida por nuestra supervivencia, ocupando roles que no le correspondían.
Es mi hermano, pero siempre actuó como mi padre. Con sus defectos y virtudes, Dios no podría haber sido más bondadoso conmigo. Sé que esta es su forma de decirle al mundo que está presente, vivo, y eso lo hace sentirse poderoso
Suena la campana y el primer round ha pasado.
Tres minutos que se desvanecen en el aire.
Mi corazón retumba en mis oídos, así como los gritos de la gente, sus risas e insultos. Esto tiene tanto de circo que me resulta imposible engañarme y pensar a los dos hombres arriba del ring como algo más que dos marionetas. Dos simples animales que sangran para el deleite de todos los que aquí están en la arena, excepto para mí, claro está.
Una low kick de Gabriel hace que mi hermano vaya al piso, y aparece lo temible. Traga saliva, conteniendo el dolor en su pierna. La última vez fue tan letal que sacó a mi hermano de los circuitos por más de seis meses.
«No lo permitas, Iván», le ruego, y espero que mi mente se acople con la de él en una conexión telepática.
Antón lo toma del rostro. Por algún motivo, los labios se mueven, nombrándote. Estoy demasiado alejada, así que no puedo escuchar lo que le dice, pero en ese instante los ojos grises de mi hermano se enfocan y vuelven a la realidad, a lo que nos sucede.
El tercer asalto comienza y mi hermano decide poner toda la carne en el asador.
Demuestra quién es el verdadero Iván Zhukov y por qué lo llaman «el destructor».
Lanza una combinación de golpes, los cuales a veces me confunden. Gabriel intenta contenerlo y devolverlos. Una mid kick cambia todo el escenario, directa al estómago. Gabriel cae y busca a tientas ponerse de pie sujetando las cuerdas.
—¡Sí! —grito con euforia.
Es extraño. Hasta hace unos momentos todos me parecían unos cavernícolas por vitorear a dos personas lastimándose y resulta que yo empiezo a actuar del mismo modo.
Y ese es el principio del fin. El tercer asalto finaliza y el rostro de Gabriel lo dice todo. Sin importar lo que haga, jamás podrá superar a mi hermano en técnica y tampoco en corazón. He estado tan equivocada al no poner mis esperanzas en él, como si alguna vez me hubiera fallado.
El cuarto y el quinto asalto demuestran lo que todos sabíamos y coronan de nuevo al verdadero rey, al único. Está mal que yo lo diga, pero, ¡qué diablos!, estoy muy orgullosa de él, como sé que tú lo estarías, mi querido amigo.
