¿Qué es una obsesión? Una maldita inquietud que te mueve día y noche y no te deja dormir ¿La mía? Es alta, morena con ojos tan grises que me hacen dudar del tiempo y de quien soy.
Me odia, es un idiota homofóbico que no puede mantener la bragueta c...
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Alejandro Ferrari estaba nervioso. No era el hecho de que le faltara experiencia, por el contrario, había llevado a la cima a decenas de hombres y mujeres, haciéndoles resurgir de las cenizas cual ave Fénix. Sin embargo, esta situación lo alteraba por completo. Trabajaría con Iván Zhukov. Cerró los ojos, recordando la charla íntima con su amiga Clara un año atrás.
—¿A qué deportista te follarías sin pensarlo dos veces?
—Esa es fácil. La respuesta sería Iván Zhukov.
—¿El ucraniano guapo con cara de pocos amigos? ¿El campeón mundial de kickboxing?
—El mismo.
—¿Y por qué?
—Porque ese... sería un desafío.
Debería haberse negado, después de todo, Karen lo habría entendido si conociera su opinión libidinosa sobre el tipo, pero era imposible. Esta constituía la oportunidad de estar cerca de ese hombre tan hermoso, colérico, homofóbico. Cumpliría un sueño al estar a su lado y ayudarle a recuperar su mejor versión y volver a ser número uno.
El celular sonó, y respondió de inmediato.
—¿Todavía en Londres?
—Sí, Pablo, todavía estoy aquí, esperando el avión rumbo a Moscú.
Un silencio incómodo llenó la línea.
—Lamento que las cosas hayan terminado así.
—¿Te refieres a terminar dejándome por una mujer a la cual has embarazado cinco meses atrás?
Estaba enojado. Su exnovio lo había sacado de eje. La barriga de su amante lo había aplastado de tal forma que Alejandro entendió que no podía continuar en Londres. Iba a regresar a su país, de hecho, había buscado los pasajes a Buenos Aires. La llamada de Karen fue sorpresiva y cambió el rumbo.
—Siempre voy a quererte.
El rubio apretó su mandíbula.
—Eres un cínico.
—Es la verdad. Fuiste muy importante para mí.
—No lo suficiente.
—Ale, yo quiero otras cosas de la vida.
—¿Por qué no me dijiste eso cuando estabas conmigo?
—Tenía miedo.
—¿De qué hablas? Siempre estuve para ti. Mientras terminabas tus estudios, yo te mantuve y jamás me quejé. ¿Sabes por qué?
—Me amabas.
—Y te respetaba. Tenías mi confianza para decirme que habías conocido a alguien, que lo nuestro no tenía sentido, que...
