¿Qué es una obsesión? Una maldita inquietud que te mueve día y noche y no te deja dormir ¿La mía? Es alta, morena con ojos tan grises que me hacen dudar del tiempo y de quien soy.
Me odia, es un idiota homofóbico que no puede mantener la bragueta c...
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El invierno en Ucrania es difícil, sobre todo si ni siquiera tienes para comer. Mi madre hacía lo que podía con lo que ganaba. Sin embargo, a pesar de tener tan poco, la tenía a ella. Su calidez, su dulzura, y eso me bastaba. Cuando, a los 15 años, llegué a Moscú buscando una oportunidad, supe que una parte de mí moría. Tenía que renacer para convertirme en la mole de hierro que soy ahora. Perdí mi adolescencia y me convertí en un ser al que nadie podría dañar. Así fue como nació «el destructor».
Mi madre había dejado el mundo y de pronto me encontré solo con una pequeña niña a la que debía proteger. Nada me importaba porque, sinceramente, el verdadero Iván Zhukov quedó sepultado junto a su mamá en Ucrania. No obstante, la suerte dio un vuelco y toda la miseria fue recompensada con creces.
Mi padre solía decirme que los peleadores siempre existirán mientras haya pobres. Soy bueno en lo que hago. Me gusta pensarme como un gladiador romano al cual le rinden vítores en el momento en que destruye al rival.
Mi objetivo era simple: mantenerme en la cima, y lo hice durante años. Fui insuperable. Tenía mujeres, dinero, pero nada que valiera la pena en realidad. Vanya ha sido lo único que me ha mantenido cuerdo durante todo este tiempo. Y cuando creí que nada derrumbaría las paredes que construí a mi alrededor, apareció él.
¿Por qué mierda tenía que ser un él? Mi padre los aborrecía, y yo aprendí a hacerlo también. Mi vida era vacía. A pesar de eso, estaba tranquila. ¿Cómo volver a ese punto si cada vez necesito más de sus besos, si en el calendario está marcado el día en que decidí echarlo de mi vida?
—¿Vas a quedarte así eternamente?
Habían pasado dos semanas e Iván se encontraba sentado en las escaleras que daban al jardín. Vanya sufría del mismo modo. Había perdido a un amigo, el único verdadero. La mayoría de la gente que se acercaba a ellos lo hacía por interés. Tal vez Alejandro trabajaba para su hermano, pero cada uno de sus consejos siempre habían sonado honestos.
—No molestes.
Vanya frunció el ceño. Ahora sí estaba enojada.
—Eres tan inmaduro haciendo el rol de pobre víctima.
—Soy una víctima.
—¿En serio? ¿Por qué simplemente no tomas la decisión que debes tomar?
—¿Tú qué sabes?
—Solo sé que tienes que ser el peleador que no se rinde ante nadie y que debes recuperar lo que es tuyo.
—¿Mío? —A Iván le pareció graciosa la posesividad de sus palabras. Sin duda, la genética no fallaba—. Vanya, ni siquiera puedes ir a la escuela. No hay día en que tus compañeros no posteen imágenes mías junto a él para atormentarte. ¿Has pensado en el infierno que vivirás si en algún momento volviera con él?
