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- ¡Yeosang! – la enfermera inyecto algo en su brazo y este recuperó el aire, sus ojos se abrieron y Woo se largó a llorar cuando vio a su amigo con vida. - ¡Pensé que ibas a morir! ¡No me hagas esto! – escuchaba las patrullas fuera del edificio y las radios de los oficiales hasta podía sentir el aroma inusual de los investigadores del otro día y aun no podía sacarse de la cabeza los ojos de Woomi, esa chica que siempre le hizo la vida imposible, no la pudo salvar y murió como la vio en el parque. ¿Ella lo merecía? ¿Qué planeaban Jaeyul y Daehyun?

- Estoy bien. – dijo el castaño, pero no lo parecía. Estaba más que pálido y apenas se pudo sentar en la camilla que se agarró la cabeza con ambas manos, tapando sus orejas y cerrando fuertemente sus ojos. Sentía el dolor en carne viva, hasta hablar dolía y ni imaginar abrir los ojos, lo único que llega a ver son los oscuros ojos de Woomi, ella sufría, lo podía oír.

- ¿Yeosang? – Wooyoung se preocupó, su amigo parecía ido y cuando se desmayó corrió hasta la puerta, pero esta se cerró en su cara. Las luces empezaron a parpadear y algunos focos se quemaron, afuera era igual, parecía que el caos se había apoderado de la institución y las alarmas empezaron a sonar, de pronto la habitación para la Antártida, respirar dolía y se hacía cada vez más débil pero frente a los ojos del pelinegro solo estaba su amigo parado en medio de la habitación y no estaba solo, una mujer estaba a su lado, y se le hacía conocida pero no sabía de dónde. – Tú puedes despertarlo Wooyoung, tienes esa habilidad, debes aprender a utilizarla a tu favor, debes proteger a Yeosang de lo que se avecina y créeme cuando digo que no será fácil en lo absoluto. Encuentren a los demás y contrólalo, llámalo, él te escuchará. – la mujer desapareció, pero el frío no lo hizo, su amigo seguía ahí, parado, como paralizado. - ¿Cómo lo hago? – la desesperación crecía más y más, no sabía qué hacer y el frío lo estaba matando. – Yeo...- empezó a toser, sus pulmones dolían. – Yeosang...- susurro. Trago saliva e intentó moverse, tenía que hacerlo. Cada paso dolía, uno más que otro, pero no podía quedarse ahí, aunque no sabía que pasaba, él llamaría a Yeosang, lo haría ¿regresar? – Yeosang. – toco su hombro y se sostuvo de él, los ojos de su amigo no eran los de él, parecían los de un muerto. – Yeosang. – se colocó frente a él y ambos se miraron a los ojos, entonces también pudo verlo, Yeosang presenció la muerte, la vio y no pudo detenerlo. – No es tu culpa. – pero el castaño ni siquiera parpadeaba. – Basta, detente. – suplico. – Yeosang. – la puerta fue golpeada fuertemente, hasta podía escuchar los gritos a fuera. – Lo encontraran. – los labios recesos de Yeosang ni siquiera se movieron, pero su amigo lo pudo escuchar. - ¡Yeosang! – algo alrededor de ellos cambio, además de que le ambiente helado había desaparecido, había algo ahí que lo cambió todo. Yeosang había cambiado de color sus ojos, eran verdes, un verde furioso que se iba desvaneciendo de a poco y en la perspectiva de Yeosang solo podía ver que un aura rosada rodeaba al menor, eso y que parecía estar conectado a algo más o alguien.














Cuando todo se calmó las autoridades decidieron que las clases serían suspendidas por unos días, además de que debían llamar a mantenimiento por el leve sismo que se detectó.

Esa noche ninguno de los dos adolescentes pudo dormir, solo se la pasaron en un cuarto minúsculo y los detectives se encontraban furiosos por no obtener respuesta alguna.

El elegido¹;; seongsang [ateez!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora