37

374 55 35
                                    


ESPECIAL #1 MINJOONG


Hongjoong estuvo todo el día releyendo el libro y el mismo texto del día anterior, repasando todo en su cabeza, llegó a no dormir e ir medio dormido a sus clases, pero antes de eso el director había dado un comunicado en la mañana, uno donde hablaba sobre la muerte de tres estudiantes y la desaparición de uno, que era Yeosang, con ellos decretó el toque de queda a las seis de la tarde. A esa hora todos los estudiantes debían encontrarse en sus dormitorios.

Y ahí estaban dos compañeros de habitación, uno tirado en la cama mirando por la ventana y contando las gotas de lluvia que iban cayendo, a veces girando su cabeza para ver a su amigo leyendo, deseando que encuentre alguna respuesta a todo esto.

Ya habían pasado dos días sin su amigo y aunque intentaran buscar en todos lados y preguntaban al director que podían hacer para solucionar las cosas, pero no tenía respuestas, solo dijo que debían leer el libro, que algo debía haber ahí.

Pero hasta ahora ni una sola pista, solo nombres, historias, mitos y hasta vio su nombre en la lista de los guardianes sangre "guerreros".

- Hyung ¿no tiene hambre? – cuestiono el menor desde su lugar en la cama, donde apoyo su cabeza cómodamente en la almohada, esperando una respuesta por parte del peliblanco. – No, pero si tienes hambre puedes ir a buscar algo.

- Estamos en toque de queda. – se quejó el pelirrojo. – Me escabulliré. – hablo, Kim volteó a verlo y le sonrió. – Eres imposible. – se levantó de su lugar y se estiró un poco, había estado sentado ahí toda la tarde, ni siquiera había tocado alguno de sus cuadernos y sabía que tenía mucha tarea acumulada por ello. – Te acompaño. – Mingi sacó su cabeza por la puerta y miro para ambos lados.

- Sal. – Hongjoong le tomo de la muñeca y fueron caminando de puntitas por el pasillo. Ahora que había profesores por todos lados tenían más posibilidades de que los atraparan.

- Creo que el de matemáticas anda por este pasillo. – el pelirrojo susurro en su oído detrás del mayor, quien se quedó quieto al sentir el aliento del otro sobre su nuca. – Yo...- la luz de una linterna se paseaba no muy lejos de ellos, entonces se apegaron a la pared.

Hong tragó saliva nervioso, tenía a Mingi detrás de él, con su mano apoyada en su cintura y su respiración caliente chocaba con su cuello, no fue hasta que la brillante luz se alejó que el peliblanco salió del agarre del otro chico, quien sonreía detrás de él. Pasaban por los pasillos oscuros en silencio, siendo sus ojos verdosos y rojos quienes los ayudaban a no tropezar con algo y ser descubiertos, aunque algunas risitas no faltaron.

En un momento del recorrido cuando decidieron bajar las escaleras escucharon pasos acercarse y por puro instinto se terminaron metiendo en la enfermería, donde se apoyaron debajo de las ventanas de la puerta, suspirando después de que el profesor paso por ahí.

- Estuvo cerca. – ambos suspiraron de alivio y rieron después, encontrándose sus miradas una vez más en toda esa oscuridad, sus ojos verdes y rojizos se podían distinguir muy bien allí, notando el brillo en el contrario y estaban tan perdidos por el otro. – Creo que podemos salir. – Joong dijo un poco tímido, el otro se levantó y le tendió su mano para ayudarlo. Le agradeció en silencio. Una vez salieron de la enfermería fueron sin problema a la cafetería, por suerte la puerta no se encontraba llaveada.

- Te espero aquí. – Hong dijo detrás del mostrador, Mingi frunció el ceño. - ¿Seguro no quieres nada? – cuestiono, le empezaba a preocupar el hecho de que su mayor no comiera tanto, dejaba restos de comida en su plato y bebía mucha más agua y estaba seguro de que en la noche podía ver su típica emisión de luz verdosa por debajo de la puerta del baño. Algo extraño pasaba y tenía un mal presentimiento, y si bien, siempre pregunta por su estado, solía recibir la misma respuesta "estoy bien". No estaba bien y eso se podía reflejar en sus ojeras debajo de sus lindos ojos y la manera en la que se mordía las uñas ansioso o cuando tenía repentinos dolores en el pecho, lo había visto retorcerse en la cama de dolor en las noches. – Sabes que me puedes contar lo que sea ¿verdad? – apoyó sus manos sobre la mesada y miro las pequeñas manos de Hong que se encontraban lastimadas, tomo una de ellas y negó. – No te lastimes. – el peliblanco se zafó del dulce agarre en su mano y agacho su cabeza avergonzado. – Quisiera decirte. – se mordía el labio nervioso, mientras que paseaba sus ojos por toda la cafetería dándole la espalda al más alto. Mingi bufó y se dio la vuelta, buscando en una de esas heladeras algo para saciar a su hambriento estómago.

El elegido¹;; seongsang [ateez!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora