Sexto día: Adiós para siempre.

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—Te extrañaré mucho.

— ¿Tú crees que yo no?

—Vendré a visitarte cada vez que pueda, créeme, y te traeré todos los dulces que desees.

—Es un detalle muy lindo de tu parte, amor.

Yerin se acercó juntando sus labios con Yuna, un último beso antes de decir adiós. Con ellas se encontraban dos de sus amigas de Yuna: Soyeon y Jihyo.

Ambas amigas admiraban con cariño el beso que las novias se brindaban.

—Recuerden que estamos en un Aeropuerto. —Jihyo habló al ver la quizás tensión que ambas se transmitían.

Lo que no sabía ninguna de ellas es que Yerin profundizaba el beso por miles de razones, cosa que no era la primera vez que pasaba. Cada beso que ambas tenían terminaba en una situación sexual. Razón: Buscar el fuego que no sentía.

—Lo siento, lo siento. —Se excusó Yuna apartándose del beso. —Disculpen por tener una mujer tan caliente.

Aquel comentario no paso por desapercibido por Yerin, ocasionando un pequeño golpe en el hombro de Yuna.

— ¿No te olvidas de nada, no amor?

—No, bebé. Tú misma hiciste una lista dos días antes de las cosas que debía llevar.

—Lo sé, solo qué... Te extrañare mucho.

—Podemos hacer video llamada siempre que queremos.

—Sí, tienes razón. —Los ojos de Yerin se aguaron en escasos segundos al escuchar el llamado a los pasajeros del avión de Yuju.

—No llores, linda. Si tú lloras yo también lloraré. —Yuju comenzó a sentir sus ojos aguados.

—No se olviden de nosotras, que ya estamos llorando hace dos minutos. —Soyeon habló.

Unos cuantos abrazos y un par de besos fueron la despedida de Yuju. Japón la esperaba.

A la salida del Aeropuerto, Yerin se despidió de sus amigas. Las cuales la invitaron a comer, pero prefirió ir a su casa a descansar un poco. Tuvo una semana muy ajetreada de exámenes finales.

— ¿Te llevo?

El auto de Sinb avanzaba conforme a los pasos de Yerin. ¿Casualidad o Destino?

— ¿Cómo me encontraste?

—Puse un microchip dentro de tu cerebro ayer mientras dormías en mi cama.

—Que graciosa, Hwang Eunbi.

—No estoy bromeando. —El rostro inexpresivo de Eunbi se relajó y comenzó a reír cuando el rostro de la contraria estaba palideciendo. —Es broma, es broma. Ya sube.

Yerin subió al auto sin saber aún el motivo de la "casualidad" de Sinb.

—Me seguiste, ¿Cierto?

— ¿Aún sigues con eso?

—Sí.

—Déjame decirte que no. No te seguí, estaba regresando de la empresa de mi Padre y si no me crees, atrás puedes ver todos los documentos que tuve que traer.

Yerin se sintió como un grano de arroz en una playa. Los papeles se encontraban justamente ahí. Lo que ella no sabía era que tipo de papeles eran.

— ¿A dónde vamos? —Quiso disminuir su torpeza con alguna pregunta, se sentía totalmente estúpida.

—Eh, no lo pensé. ¿Vamos a tomar un batido?

—Sí, está bien. Se me antojo un Starbucks de fresa.

Treinta días para recuperarte | SinrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora