Decimotercer día: Labios sabor melocotón.

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Sus labios se movían junto al compás del aire. Era un grandioso día y el clima las favorecía en todos los sentidos posibles. Sinb se inclinó más haciendo que Yerin choque con la cesta de comida que se encontraba detrás suyo.

─Sinb. ─Yerin la detuvo antes que cayera. ─Eso es todo por ahora. ─Reclamó.

─No, yo quiero más de ti. ─Sinb se acercó de nuevo siendo evitada por Yerin.

─Tengo hambre. ¿Pastelillos o pastel?

─A ti en mi cama, por favor.

─ ¡Sinb! ─Yerin golpeó el hombro de Sinb por lo mencionado, la había puesto roja.

─Dame un pastelillo.

─Está bien. ─Yerin le dio uno de los pastelillos de chocolate que habían en la cesta.

Ese día Sinb la levantó muy temprano para salir a un picnic juntas. ¿Por qué un picnic? No lo sabía; pero Eunbi leyó en una revista que era algo romántico en una pareja y lo hizo.

─ ¿Verdad o reto? ─Preguntó Sinb después de haber terminado los bocadillos de la cesta, recostándose en el pasto.

─Verdad.

─ ¿Alguna vez has pensado en tener hijos?

─Muchas veces, quisiera tener dos hijos. Una mujer y un varón, lo típico.

─ ¿Compartirías esa dicha conmigo?

─Sí, sería lindo verte junto a mi barriga toda inflada.

Eunbi se acercó al vientre de Yerin y alzó un poco de su blusa.

─Hola, futuro bebé mío. Soy tu otra madre, los tres seremos una familia muy feliz.

─No pienso quedar embarazada ahora.

─Tampoco pienso tener hijos en este momento, solo que sería lindo tener una familia contigo.

─ ¿Estarías hablándole a mi pancita todos los días?

─Nuestro hijo estaría cansado de escucharme.

─No solo él, sería muy agobiante tenerte abajo en mi pancita siempre.

─ ¿Entonces puedo ir más abajo?

─ ¡Sinb! ─Otro golpe en el hombro de Sinb se hizo presente, Eunbi solo rió por la conducta de Yerin, igualmente, sabían que tarde o temprano iban a tener intimidad.

─Es mi turno. ¿Verdad o reto?

─Verdad.

─ ¿Qué estarías dispuesta a hacer por mí?

─Alejaría a cualquier persona que interfiriera en nuestro amor. ─Respondió Sinb dándole un beso en la mejilla a Yerin.

─Eres tan ocurrente.

─Todo por mi bella Yerin.

Yerin sonrió por el cumplido. Si supiera los secretos ocultos detrás de aquellas palabras, quizás en estos momentos no estaría con una sonrisa en el rostro.

Ambas se dispusieron a ordenar las cosas para retirarse del lugar. Sinb encendió el auto abriéndole la puerta de copiloto a Yerin, que estaba con la cesta de comida a su lado.

─Tengo muchas ganas de llegar y seguir durmiendo. ─Dijo Yerin ingresando al auto.

─Lo dudo. Tenemos otras actividades.

─ ¿Qué? Sinb, quiero descansar.

─Puedes descansar en la noche.

─No es lo mismo, me despertaste muy temprano.

Treinta días para recuperarte | SinrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora