22~ 𝔩𝔬𝔰 𝔍𝔦𝔫𝔢𝔱𝔢𝔰 𝔡𝔢𝔩 𝔄𝔭𝔬𝔠𝔞𝔩𝔦𝔭𝔰𝔦𝔰

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"En la vida hay tinieblas, mi niña, pero también hay luces. Y tú eres la luz de toda luz"

-Philip Anthony Hopkins- Abraham Van Helsing

Mi cuerpo reacciona por sí solo. Se mueve tan rápido que incluso yo me sorprendo: pego un salto en cuanto uno de los ángeles intenta venir a por mí. Su cuerpo alado sigue de largo para encontrarse con Siena que ya está clavando uno de sus cuchillos en su cabeza.

Cuando mis pies tocan el suelo, observo a Isaac...digo, a Jeff...a ambos. Me guiña un ojo para decirme que aquello fue su accionar sobre mi cuerpo. Me está poseyendo en esta ocasión. No sé pelear, no soy un demonio...pero tampoco soy humana. ¿Qué soy?

Pego un gritito al sentir una mano sobre mi garganta. Me toman por detrás y tiran de mí hacia el suelo. Mis manos se mueven rápido: toman al ángel por las alas con tanta fuerza que incluso se rompen a la mitad. Él me suelta, y lo tomo del cuello y le aplico una llave para luego tenerlo bajo mío. Sus ojos me miran con miedo, como si yo fuese un bicho raro. Por unos minutos me quedo allí, mirando mi propio reflejo en sus ojos blancos. No soy yo. Pero...¿quién soy?

Levanto el brazo. Mi mano apretada en un puño. No quiero hacer esto. Yo no...
Alguien me toma del cabello. Tira de mí hacia atrás. Yo grito. Pataleo una y otra vez, aunque el ángel ya está abriendo sus alas y comienza a batirlas. Oh, mierda...me toma de la garganta con una sola mano y nos alza en el aire. El viento que producen sus alas es inmenso. Y duele. Siento cómo se abre la piel en mi mejilla.

-¡Abby...!

Kae corre en mi búsqueda. Nosotros nos seguimos elevando, y mi cuerpo pasa a ser mío de nuevo. Tengo el control total, y por eso es que me aterra el pensar no ser capaz de salir de ésta. ¿Cómo combates contra un ángel? Me muevo de un lado a otro, tratando de despegarme de su agarre. Aunque si lo hago, caeré. Seguimos elevándonos más y más, hasta que ya los demás se ven como hormigas.

-¡Suéltame...!

Algo pasa entonces. El ángel grita. Emite un grito de dolor y caemos. Mi estómago se revuelve. Las ganas de vomitar me embargan. Antes de que pueda hacerlo, y mucho antes de que nos estrellemos contra el suelo, unas tinieblas me rodea por completo. Es la misma sensación, solo que de soledad. Siempre que me estoy dentro de ellas, se siente...frío. Y soledad.

Cuando mis pies tocan el suelo una vez más, Sombra es el que me sostiene. Me toma del brazo y tira de mí.

-Rápido, no tenemos tiempo.

Yo me suelto. No quiero estar cerca de él. Luego de todo lo que sucedió, ya no sé si confiar en él sea buena idea. ¿Acaso me dijo que tenga cuidado con Isaac porque él bien sabía sobre lo de sus almas? No puede siquiera ser capaz de sacrificarse por un amigo. ¿Por qué lo haría por mi?

 Daemonium/ Los hijos del Diablo: el comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora