CAP. 15.

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El asiento del coche fue cómodo las primeras dos horas del viaje, todo el camino en el que intenté dormir y me hice el dormido varias veces para no tener que hablar con nadie que no fuera Harry. 

Justo ese martes, Zayn y yo habíamos ido a ver la casa. Era pequeña pero para nosotros fue el paraíso. Ni en nuestros sueños nos podríamos imaginar algo así. De hecho, nada más poner un pie dentro, los dos comenzamos a llorar tantísimo que el hombre que nos acompañaba se llegó a asustar. 

Harry no fue ese día pero sí que lo hizo días después, comprobando que realmente iba a emplear su dinero en algo que tuviera sentido y no un muro con algunas vigas y pilares. 

La mudanza nos tenía agotados y la verdad que el viaje no fue una buena idea en esas fechas ya que todo el trabajo estaba ahora en Zayn, pero Harry me lo pidió y cuando lo comenté con mi amigo ni me dió la opción de pensarlo dos veces. 

Abrí mis ojos lentamente cuando alguien movió mi pierna con delicadeza. 

-Louis, ya hemos llegado, despierta. 

Suspiré profundo y miré a Harry con una sonrisa leve, que enseguida se contagió en su boca mientras se quitaba el cinturón de seguridad y salía del coche tomándose todo el tiempo del mundo. 

Le imité y cuando salí del coche me quedé mirando a mi alrededor bastante sorprendido y arrepentido por no haber visto el camino de llegada a ese punto. 

Estaba delante de una casa rural, hecha de madera fuerte y oscura, una casa preciosa en medio del bosque, incomunicada y sin vecinos que pudieran molestar. 

Varias personas nos ayudaron a llevar las cosas al interior de la casa y cuando pasé todo era aún más precioso de lo que pude crear en mi imaginación. 

Todo estaba decorado con madera y toques oscuros, nada que ver con la mansión de los Styles, y se podía ver una escalera al fondo del enorme salón y unas puertas en el piso de arriba que supuse eran habitaciones. 

Harry se puso a mi lado y sonrió mirando a su alrededor sin poder evitar un suspiro por su boca. 

-¿Te gusta? 

Miré a mi alrededor sin saber qué parte de la casa me podía gustar más. Todo era tan perfecto y bonito que me era difícil apartar la mirada. 

-Es… Es perfecto Harry… 

La noche cayó mientras preparábamos la casa para nuestra asistencia en la próxima semana, dejando nuestras cosas en las habitaciones, guardando la comida en la nevera y ajustando el sistema de luces para que todo fuera aún más perfecto de lo que ya era todo eso. 

Me sorprendió cuando los guardias que nos habían acompañado nos avisaron de que ellos no dormirían en la casa, sino que acamparían alrededor para no molestar. 

Cenamos todos juntos en la enorme mesa que había en el salón, Harry obligando a todos a sentarse con él y que olvidaran que era su jefe. 

Justo después, cada uno se fue a sus respectivos puestos, los guardias en sus tiendas o haciendo guardia y Harry y yo cada uno a nuestras habitaciones. 

Fue entonces, cuando ya con el pijama puesto y esa chaqueta fina que me había comprado para dormir sin pasar frío, la puerta de la habitación sonó sacándome de mis pensamientos. 

-¿Harry? 

La puerta se abrió y Harry asomó su cabeza, su pelo cayendo como a un precipicio y sus bonitos hoyuelos marcados a cada lado de su cara. 

-Hola, venía a ver si todo estaba bien por aquí. 

-Sí, todo bien.

-Vale, todo bien.

Una orden || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora