CAP. 2.

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Los murmullos eran cada vez más notorios y la incomodidad y las ganas de irme de ahí me invadía tan fuerte que dolía. 

Mordí la cara interna de mi mejilla mientras jugaba con mis manos leyendo el contrato que tenía justo delante. 

Me iban a pagar. Mucho, mucho dinero. Más del que jamás había tenido ni podido imaginar por la simple tarea de ocuparme de sus necesidades, nada más. 

Podría hacer tantas cosas con el dinero… Comprar una casa, ropa, comida, mantener a Zayn… Todo legal, sin complicaciones ni malentendidos. 

Cuando lo hablé con mi amigo él me dijo que no. Me dijo que no quería ser un mantenido y que se negaba a que yo trabajara para cuidarlo a él también. Pero nunca le dejaría, habíamos estado juntos más de 10 años y lo conocía tan bien como a la palma de mi mano. Necesitamos el dinero y él lo sabía, por eso acabó cediendo. 

Agarré el bolígrafo y firmé poniendo mi nombre en el papel, extendiéndolo después hacia ellos, que lo agarraron con algo de duda. 

-Muy bien, empiezas hoy mismo. 

Asentí lentamente viendo como se levantaban de la silla, viéndome obligado a imitarlos para no ser maleducado o descortés. 

Me llevaron a lo que parecía ser la cocina y ahí me dejaron con los demás empleados, que no tardaron en mirarme bastante mal mientras iban preparando una bandeja con comida. 

-¿Has trabajado antes de esto? 

-Claro- Dije firme mirando a cada uno de ellos viendo como no se acababan de creer mucho mi pequeña mentira. 

-Tina, acompáñalo tú. 

Una mujer, joven y con un delantal agarrado a la cintura, su pelo largo y rubio atado con dos trenzas, se levantó de la silla con una sonrisa tímida y me miró agarrando la bandeja que segundos antes los demás habían preparado. 

-Acompáñame, Louis. 

La seguí con duda, mirando todos sus movimientos pero queriendo salir de ahí tan rápido como me fuera posible. 

-¿Dónde vamos? 

Ella sonrió un poco más y se colocó a mi lado subiendo unas escaleras. 

-Te voy a presentar a Harry. 

-¿Quién es? 

-El chico a quién vas a cuidar. 

-¿Cuántos años tiene? ¿12? ¿14? 

Ella ensanchó un poco más su sonrisa desviando ahora su vista hasta mí. 

-Tiene 23. 

Me quedé callado y evité una carcajada siguiendo sus pasos por un largo pasillo ahora. 

-¿Y qué tengo que hacer? ¿Quedarme con él y ya? 

-No, simplemente hacer lo que te pida. Pidió a alguien porque estaba muy aburrido aquí solo, aunque tengo que darte unos consejos si de verdad quieres quedarte a trabajar aquí. 

Ella paró delante de una puerta de madera oscura, mirando ahora mis ojos con el azul de los suyos y más firmeza que las otras veces. 

-Porque, quieres quedarte, ¿no? 

-Sí- Dije rápidamente con duda- Sí, claro que quiero.

-Muy bien, entonces no le mantengas la mirada mucho tiempo, no le cuentes cosas que no tienen importancia a menos que él te las pida, no le obligues a hacer algo, no presiones, no preguntes sobre su vida, llámale de usted, no le gusta que hagan bromas sobre sus hoyuelos pero, sobretodo, óyeme Louis, nunca le toques. Está prohibido. Nadie le toca. 

Una orden || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora