CAP. 33.

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Miré sus ojos verdes y asentí lentamente, agarrando el sobre que sostenía entre las yemas de sus dedos en dirección hacia mí, el aire impactando en mi rostro cada vez más fuerte. 

-Gracias. 

Gemma encogió sus hombros restándole importancia con un gesto en sus manos, las mías ahora dejando ese sobre en la bolsa negra que había traído conmigo. 

Acaricié el contorno de la taza de café de nuevo, escuchando el murmullo cada vez más fuerte de las personas a nuestro alrededor y suspirando las veces que me hicieron falta para volver a mirarla a la cara. 

-¿Qué más necesitas?- Preguntó bebiendo de su té sin apartar sus ojos de los míos. 

-Quiero que busques a esta mujer- Dije extendiendo hacia ella el papel que había preparado en casa. 

Gemma lo agarró entre sus manos, leyéndolo varias veces sin conseguir entender nada, mi mano ya sola hasta el interior de la bolsa sacando el sobre de ahí. 

-Necesito que le des esto. 

-¿Qué es?- Preguntó guardándolo en su bolsillo sin despegar la vista de la mía. 

-Dinero. 

-¿Para qué quieres darle dinero? 

Chasquee levemente la lengua y bajé la mirada apretando mis labios, pensando si tenía que contarle eso a ella o sería mejor guardarlo para mí solo.

-Es mi madre. Quiero que por lo menos sepa que sigo vivo. 

-¿Le tengo que decir que se lo envías tú? 

Negué con mi cabeza bebiendo un pequeño trago del contenido de mi taza, restándole más importancia de la que igual tenía. 

-No. Ella sabrá que soy yo. 

-¿Algo más? 

-Nada más. 

Ella asintió moviéndose inquieta sobre su silla, mirando a su alrededor en demasiadas ocasiones para conseguir ponerme nervioso. 

-Quedan diez minutos Gemma. Relájate. 

Su vista fue radicalmente hasta mí, matándome con ella como si no entendiera la verdadera importancia que tenía todo aquello en verdad. 

-Llevo casi diez años sin verla, ¿No crees que debo ponerme nerviosa? 

-En una situación así, no. 

Fue a contestarme algo, seguramente alguna cosa sarcástica que me hubiera sacado esa sonrisa que había estado evitando a toda costa durante los últimos días, cuando la puerta de aquél bar lujoso se abrió anticipándose a nuestros movimientos. 

El cuerpo esbelto de Anne saliendo al exterior rodeado de guardaespaldas, una carpeta negra en su mano y su fijación característica mientras observaba el perímetro. 

Suspiré profundo desde la distancia, apoyándome mejor en la silla mientras Gemma abría el portátil y se ponía a teclear con velocidad. 

-Muy bien- Dijo concentrada- Zayn, tu turno. 

Nada más decir eso, Zayn se levantó de la silla que pertenecía al bar justo enfrente al nuestro, su café para llevar en una mano y su vista fija en el reloj caro que le había regalado Gemma solamente por participar en eso. 

Cuando Anne pasó por su lado, Zayn se tropezó volcando su café en el bonito vestido de la mujer a la que estábamos estudiando durante semanas, provocando en ella una rabia que tuvo que reprimir por estar en público. 

Una orden || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora