VEINTE

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NARRA CORY

—T-tengo frio—le ruego mientras abrazo mi cuerpo desnudo en la nieve—, po-por favor deja-jame entrar.

—¡Te dije que no tartamudees! —me golpea otra vez con su cinturón, mientras que el esta totalmente abrigado bajo la tormenta y yo desnuda—¡Te dejare entrar cuando me digas te amo! ¡¿Me oíste?! ¡Te amo!

Solo me quede abrazando mis piernas mientras que Alfonso solo me gritaba, tengo mucho frio, estoy hace horas aquí afuera. La nieve ha empezado a cubrir mi cuerpo.

—Po-por favor, quiero pa-pasar—tiemblo—, t-te lo ru-ruego.

El solo suelta un bufido, mientras que se aleja y luego de unos segundos vuelve, arrojándome una tela enorme encima de mí.

—Ponte ese abrigo, porque ni creas que te dejare entrar—empieza a caminar adentrándose en la casa.

No me queda mas que ponerme el abrigo de Alfonso, uno largo hasta los pies. Al menos hace puede sentir un poco de caer.

Intento ponerme de pie, pero caigo ya que Alfonso me empujo por las escaleras y caí doblándome mi pie. Me arrastro hasta llegar al ventanal de la casa viéndolo sentado en el sofá con su laptop entre sus piernas.

Solo me acuesto en la nieve, viendo la luna y sus estrellas.

***

—Ardes en fiebre Cory—dice Alfonso mientras mira su celular—, iré a comprar algunas pastillas, pero no te quedaras sola y ni creas que te voy a llevar conmigo.

Solo me quedo mirando al techo, me siento muy mal, solo quiero dormir.

—Si ¿Estas ocupado? ...necesito que cuides a Cory... no, no tengo a nadie más despedí a todos y no pienso llevarla... esta bien, te espero—cuelga la llamada guardando su celular en su bolsillo.

Esta mañana recién me dejo el monstruo entrar a la casa, toda la noche la pase afuera con la tormenta, a él nada le importo, aunque prefería quedarme afuera que decirle te amo, gobierna mi cuerpo yo ya no puedo sentir nada.

Luego de una hora, alguien vino. Alfonso me ayudo a levantarme, al ver que aun me dolía mi pie me cargo hasta llegar a la sala y dejarme en el sofá viendo a otro monstruo.

—Sebastián necesito que cuides a Cory, no quiero que haga alguna tontería—le dice Alfonso.

—No te preocupes Alfonso, cuidare a Cory como lo hago con mi esposa.

—No Sebastián—el monstruo de mis pesadillas se acerca a mi dejando un beso en mi frente—adiós amor, ahora regreso.

No quería quedarme con este hombre, la sonrisa en su rostro me daba escalofríos.

—Qui-quiero ir con-contigo por favor—hablo bajando la mirada.

—No amor, debes quedarte. Sebastián te tratara bien—negué yo quería ir con Alfonso.

—Po-por favor—sollozo.

Beso mis labios para levantarse e irse. Volteo viendo al otro monstruo sentando en el sofá con las piernas cruzadas.

—Eres muy hermosa Cory—se levanta para tomar asiento a mi costado—pero una chica muy rebelde.

—N-no me haga nada por fa-favor—ruego.

—Tengo miles de cosas—toma con sus manos mi mandíbula apretándola fuertemente—, pero para eso tengo mi esposa solo a ella, es a quien amo, pero no me molestaría enseñarte modales.

Me suelta empezando a caminar subiendo las escaleras, sigo temblando tengo frio aun y el dolor de cabeza ha empeorado. Sin embargo, veo como Sebastián regresa con el oso de peluche que me dio Alfonso, con aquel que estaba durmiendo hace algunos días.

Mi Libertad *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora