Corrupción de la inocencia

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Salgo del supermercado mientras reviso la lista de la compra que me ha dado Ukitake. Creo que ya lo tengo todo para la cena de hoy y el almuerzo de mañana. No puedo evitar negar con la cabeza cuando recuerdo como se ha negado en mandarme a mi a comprar. Es siempre tan protector que a veces siento que me asfixia. Es cierto que no soy bueno con la gente y mi problema con el habla me impide interactuar con normalidad pero he logrado adaparme como puedo y ya tengo diecinueve años. No soy el niño que solían cuidar como si fuera su preciado tesoro.

Sonrío cada vez que recuerdo como esos dos se han volcado conmigo como si realmente fuera su hijo y eso me hace sentir mucho aprecio por ellos. Tomo el atajo del parque para no tardar demasiado. Sé que estarán pendientes a si tardo y no quiero encontrarme con la policía cuando llegue por que se hayan puesto histéricos. Tan solo con imaginármelo sonrío sin darme cuenta de que un par de tipos se han levantado de un banco y me están siguiendo. Cuando giro hacia la salida norte del parque siento como alguien me agarra del brazo y tira con tanta fuerza que una de las bolsas que llevo se me cae al suelo asustandome.

-¿Es que me estas ignorando chico?- Dice el tipo que me ha girado. Yo me quito los auriculares que llevaba en los oidos y veo como el otro tipo se echa a reir haciendo que el que me ha girado se cabree aun más.

-Déjalo Ikkaku, el chico ni te estaba escuchando.

-No me jodas Bazz que eras tu el que dijo que te ponía cachondo el color de su pelo.

Yo los escucho sin entenderles muy bien pero eso último lo he comprendido a la perfección. Me apresuro a agacharme para recoger las cosas que se han salido de la bolsa e intentar largarme de allí. Ya ha anochecido completamente y entrar en el parque no ha sido una buena idea.

-Hey, ¿donde te crees que vas?- Me dice el calvo ladeando una siniestra sonrisa.- A mi amigo le molas, pelirrojo. ¿Como te llamas?

Yo niego con la cabeza y agarro más fuerte mis bolsas dando un par de pasos hacia atrás.

-Vaya, vaya. Parece que no le agrada nuestra compañia, Ikkaku.

El de la cresta se me acerca demasiado y me toma por la barbilla apretandome tanto que siento como sus dedos se clavan en mi piel. Lo miro asustado e intento hacerles entender que no puedo decirles lo que quieren porque no puedo hablar pero antes de poder hacer nada tira de mi cara para besarme. Su lengua empuja mis labios abriendose paso y dejandome un rastro a tabaco que me da arcadas. Suelto las bolsas que caen de nuevo al suelo e intento apartarme de él empujándolo pero al no conseguirlo hago lo único coherente que el miedo me deja hacer, alzo una rodilla y acierto de pleno en su entrepierna. En cuanto me siento libre salgo corriendo sin mirar atrás aunque si puedo escuchar sus gritos. Uno de dolor y el otro burlándose de su amigo. Unos segundos despues puedo oirles gritando y corriendo tras de mi. Nunca he sido bueno en los deportes y poco a poco los siento mucho más cerca de lo que desearía. Casi puedo ver la entrada al parque y la gente que cruza por ella ajenos a mi situación pero justo cuando a penas me quedan unos metros para alcanzarla un golpe en mis tobillos me hace caer de bruces contra el suelo.

El golpe es tan duro que por unos instantes solo existe el dolor pero en cuanto me giran y tiran de mi cuerpo reacciono intentando luchar para que no me agarren.

-¡Agarralo bien, Ikkaku!¡Maldito niñato! Te vas a enterar lo que les hago yo a los calienta braguetas como tu.

-No hables tanto y ayudame a llevarlo entre los matorrales.- Dice el que me sostiene y de un tirón entre los dos me alzan y empujan. Yo intento gritar pero mi voz no sale y no sé en qué momento he comenzado a llorar.

-Oye tío, creo que este crío no puede hablar. ¿Lo ves? Esta intentando gritar.

Ambos se rien y todo mi cuerpo tiembla cuando veo que el de la cresta comienza a desabrocharse el pantalon. No, no, no pueden estar pensando en hacer lo que creo que quieren hacerme. Yo no estoy preparado. No quiero hacer esto con ellos. ¡No quiero hacer nada de esto con nadie!

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