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Juntas y papeleo. Su rutina era esa después de que fue elegido como alcalde y aunque tenía días libres para poder salir con sus amigos o en casa, siempre trabajaba horas extras gracias a cierto omega problemático que se la pasaba haciendo destrozos en el pueblo para captar su atención.

— Quieres decirme... ¿porque hiciste explotar el huerto? — arrojó sobre la mesa las imágenes que delataban al menor y este se removió incómodo sobre la fría silla.

— No soy yo — se recargo en el respaldo y el azabache soltó un largo suspiro. La rutina era siempre la misma y siempre tenía el mismo final, o sea ningún avance y mucho sudor.

Rodeó la delgada mesa gris que los separaba sin apartar la vista de aquellos ojos negros y se recargo sobre ella, quedando a unos pocos centímetros de distancia — No quieras provocarme, Auroncito — con un par de movimientos hábiles, quito uno de sus guantes negros y lo dejo sobre la mesa para poder tomar la mandíbula del menor con fuerza — admite que fuiste tu y ahorrame el trabajo de hacerte gritar.

— No me da la gana — dijo con una sonrisa retadora mientras tomaba la muñeca del contrario. Ese era uno de los tantos momentos tensos a los que ya estaban acostumbrados.

— Como quieras — soltó la mandíbula del contrario y estuvo a punto de dar una señal para que los chicos detrás de aquel cristal especial se fueran, recordó la apuesta que había hecho y lo que tenía que lograr — mañana temprano vendrás a mi oficina y te acompañare para que repares el destrozo que hiciste.

— ¿Estas de coña? — el pelinegro lo miro confundido y se cruzó de brazos con molestia, por segunda vez el alfa estaba arruinando su juego — ¿y que si no me sale de los huevos ir?

— Iré yo mismo por ti y haré que te arrepientas de haberme dejado esperando — advirtió provocando que Auron se levantará de golpe y saliera de la sala, azotando la puerta tras de sí.

Siempre eran así. Ambos eran completamente incompatibles como personas, uno era un rebelde amante del desastre y la libertad, mientras que el otro seguía las reglas y movía la ley a su conveniencia. Claro que había un momento en el que ambos eran perfectos el uno para el otro y ese era siempre bajo una sábana.

No entendían del todo en que momento sus gritos de odio pasaron a gemidos llenos de súplicas pero vaya que les gustaba y nunca pensaron en la posibilidad de detener lo que habían empezado, hasta que uno de los dos deseo más de lo podía tener.

Luzu deseo más.

Aquel frío corazón que nunca llegó a sentir nada por nadie, empezaba a sentirse extrañamente cálido cuando se encontraba cerca de él y cada vez que lo tomaba entre sus brazos para convertirse en uno solo, disfrutaba de cada mínimo movimiento y gesto, siendo consciente por primera vez de lo que tenía enfrente.

Y al estar tanto tiempo juntos de esa manera, Luzu no tardo en confesarse, a lo que fue firmemente rechazado sin un sólo ápice de duda y al día siguiente el pelinegro renunció. Ambos siguieron con sus vidas aparte durante unos meses y las pocas veces que se llegaron a encontrar por el pueblo, actuaban como si fueran dos completos extraños. Todos creyeron que la extraña relación que tenían al fin había terminado e incluso ellos jamás pensaron volver a hablarse, pero una mina fue suficiente para que la tensión volviera.

"Tenemos una increible química sexual así que no hay que terminar con eso solamente porque confundiste las cosas, ¿no crees, Luzu?"

Con esas simples palabras fue que empezó nuevamente su juego y ahora Luzu tendría que poner nuevamente en riesgo toda relación con Auron.

— Señor alcalde, ¿quiere que vayamos por el? — entro rápidamente una de sus guardespaldas al ver como el principal sospechoso salía de la comisaría como si nada.

— Avisa que si alguien le pone un sólo dedo encima, se queda sin trabajo — al escuchar aquello la chica rápidamente aviso a sus compañeros y antes de salir de la nueva sala de interrogatorios, acomodó la corbata negra que le rodeaba el cuello.

El estrés ya comenzaba a manifestarse sobre sus hombros de sólo pensar en lo que tendría que hacer y sentía una opresión en el pecho al pensar en la posibilidad de que Auron se alejara. No quería perderlo, no de nuevo.

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Aᴘᴜᴇsᴛᴀ [ꜰɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora