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Una delgada y brillante línea de color carmesí había comenzado su corto recorrido desde la comisura de sus labios hasta su barbilla, para terminar manchando el sucio suelo que cubría aquel oscuro y ruidoso lugar. Llevo una de sus manos hasta la pequeña herida que el contrario le había provocado y la limpio sin ningún tipo de cuidado, sintiendo un molesto ardor ante aquel brusco roce.

Fargan recién le había propinado un sólo golpe y el clásico aroma metálico de la sangre no se había hecho esperar, mezclándose con las fuertes e intensas feromonas que ambos alfas estaban liberando de forma instintiva y con la unica intención de intimidar a quien tenían enfrente, lo cual no parecía funcionar para ninguno.

Lolito inhaló fuertemente hasta llenar sus pulmones de aire y cuando lo soltó, una cínica sonrisa apareció en su rostro, mostrando que la poca piedad que planeaba tener con el contrario había desaparecido. Cerró con fuerza ambas manos a sus costados hasta que las uñas se clavaron contra sus palmas y en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, choco sin piedad sus nudillos contra la mejilla derecha del castaño, quien se tambaleo ligeramente antes de regresar el golpe.

La mayoría de personas que se encontraban dentro del lugar, al notar el espectáculo que estaba ocurriendo en medio de la pista, comenzaron a salir a toda prisa, algunos por miedo y otros porque no deseaban verse comprometidos. De a poco el lugar fue quedando vacío y, aunque la música seguía adornando el ambiente, los jadeos y los gruñidos eran lo más destacable en ese momento.

— ¡Fargan ya para, joder! — una voz familiar se escucho a su costado y antes de que el omega entrará a su rango de visión, Lolito aprovecho su momento de descuido y se abalanzó contra su pecho, provocando que ambos terminarán en el suelo.

Fargan mostró sus colmillos con molestia al sentir una asfixiante presión sobre su estómago y antes de recibir otro golpe, tomó sus muñecas con fuerza y clavo sus uñas sin dudar sobre la pecosa piel del contrario, disfrutando de sus silenciosas muecas.

— ¡Sueltame, cabrón! — grito mientras forcejeaba y logró zafarse de aquel agarre antes de que le destrozara la piel hasta el punto en que pudiera desangrarse, aunque eso no evitaba que ahora tuviera más heridas de las cuales florecia aquel rojo vivaz.

Ignorando el dolor, estrecho sus falanges sobre la suave tela naranja que rodeaba el cuello del mayor y con su brazo libre, tomó impulso para estampar su puño contra la cara del contrario en repetidas ocasiones. Disfruto cada golpe, cada mueca y cada quejido que el castaño soltó hasta que nuevamente fue detenido en el cuarto o quinto golpe.

Con habilidad, Fargan logró quitárselo de encima y le dio un fuerte empujón en los hombros con una de sus manos para poder reincorporarse y un doloroso gruñido acompañado de una mueca se escapó de su garganta al sentir el dolor punzante en la mitad de su cara.

— ¿Piensas seguir o que? — incitó el de coleta con su familiar acento y su sonrisa mientras respiraba de forma entrecortada. Fargan lo miro de mala gana y escupió hacia un lado la sangre que se había acumulado en su boca.

— Venga, rata, te estoy esperando — respondió antes de soltar un bufido e ir en contra del pelinaranja de nuevo, ya que no planeaba dejar las cosas así, no cuando el era el único que tenía marcas cubriendo su cara.

— ¡No te muevas! — la voz de Alex lo detuvo en seco y al ver como usaba su pequeño cuerpo de barrera entre dos alfas que le doblaban la altura, lo miro incrédulo — maldito búho mojado, ¿acaso no ves lo que ambos provocan? — señaló hacía una esquina del bar, justo donde se encontraba un tembloroso omega con una expresión aterrorizada mientras cubría su nariz y boca con ambas manos para no entrar en celo por la cantidad de intensas feromonas de alfa en el aire.

Aᴘᴜᴇsᴛᴀ [ꜰɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora