Desde el día en que dejaron a aquel chico pelinegro en su casa, Lolito se había mantenido lo suficientemente alejado de Mangel para poder aclarar los sentimientos contradictorios que estaba teniendo desde el momento en que sus ojos se encontraron.
Soltó un largo suspiro y cerró sus ojos con fuerza, recordando cada una de las finas facciones del pelinegro y pensando en lo bien que se sentiría recorrer su cuerpo con cada uno de sus dedos. Se sentó rápidamente en la cama e intento distraerse con algo más antes de que no pudiera controlar sus deseos y terminará haciendo algo por tercera vez ese día.
Miro el cuarto vacío con neutralidad. Había demasiado espacio y tal vez ese era el momento indicado de terminar lo que había empezado. Se puso de pie y bajo hasta la mesa donde podía escoger distintos muebles o adornos que en su mayoría eran rojos.
Algunos armarios, lámparas, una pequeña televisión y cambio su cama individual por una grande, aunque no sabía exactamente porque, no dudo en quitar la pequeña y dejar la otra en la misma posición ya que le agradaba dormir cerca de la ventana.
"Mangel" llevo ambas manos hasta su cabeza y presionó con fuerza sobre sus oídos, aunque eso no funcionará de nada cada vez que escuchaba lloriquear a su lobo el nombre del omega. Dejo todo bien colocado y bajo las escaleras, necesitaba salir, ahora que no había nada más que hacer en casa buscaría otra distracción.
Abrió con fuerza la puerta principal y en cuanto lo hizo, sintió un fuerte aroma atacarlo con aquella dulce intensidad que reconoció fácilmente. Bajo su vista para asegurarse de que era quien pensaba y una sonrisa se formó en sus labios al ver la cinta azulada que cubría la frente del pelinegro.
— Lolito — dijo con cierta emoción, que era más que evidente debido al descontrol que manifestaba en sus feromonas y le regalo una sonrisa — siento haber venido de repente...— un ladrido a su costado interrumpió lo que tenia planeado decir y Lolito miro expectante al pequeño lobo gris que corría de un lado a otro — lo siento, pipi estrada es algo hiperactivo.
— No te preocupes — dijo con un tono dulce que ni el mismo reconoció y salió de casa para acariciar al tierno animal que lo acepto más rápido de lo que espera — eres creativo con los nombres, ¿no? — mencionó al ver el nombre grabado en aquel collar rojo y Mangel lo miro avergonzado desde la puerta — venga, ven acá, no muerdo — hizo una señal con su cabeza para que se acercará hasta donde el estaba y al sentirlo tan cerca, se retractó de sus palabras — bueno, tal vez esta vez si lo haga — dijo en un murmullo casi inaudible y al ver el intenso tono carmesí que cubrió las mejillas del contrario, soltó una risa — que fácil te avergüenzas... justo como una niña — su tono de burla buscaba ver más de la faceta avergonzada del pelinegro — ya, tranquila mi niña, mejor dime, ¿a que venías? — nunca había usado un término posesivo con alguien y realmente se sentía bien.
— Es que... tal vez suene extraño pero mi l-lobo no paraba de llamarte — dijo nervioso y comenzó a juguetear con sus dedos, ignorando la intensa mirada esmeralda sobre el.
Me pasa lo mismo, pensó pero dudo de si debía decirlo en voz alta debido a lo extraño que resultaba, ¿cómo era posible que ambos se sintieran de la misma manera cuando estaban alejados? Fruncio el entrecejo con duda y ambos estuvieron en completo silencio durante unos segundos, tiempo en el que Mangel dudo de si realmente debió decir aquello.
— ¿Lolito? — hablo con un ligero toque de miedo y vergüenza, llevando su mano hasta el brazo del alfa para atraer su atención — lo siento, no debí decir eso...
Al sentir el cálido toque del menor, dejó de divagar y mordió su labio inferior con fuerza al pensar en aquella posibilidad, sabía lo que podía ser debido a las historias que había escuchado pero dudaba de que fuera verdad y de que el tuviera tanta suerte.
Debía comprobarlo, quería hacerlo pero por lo poco que sabía, sólo había una manera de hacerlo y era raro el sólo pensarlo ya que el primer celo de una pareja destinada, era aterrador ya que ambos entraban en calor y no había algo que los controlará.
— Tranquilo, no es por ti mi niña — dijo con cariño, posando una de sus manos sobre la mejilla del menor para tranquilizarlo. No iba a hacerle nada, nada que implicará lastimarlo o asustarlo así que, cerraría la boca y asumiría que era sólo una coincidencia — ¿vamos adentro? — miro al perrito menear su cola con emoción y aunque quería aceptar la propuesta, Mangel negó.
— Tengo que volver...— miro en dirección al mar e hizo una mueca al notar que el sol estaba a punto de perderse y con delicadeza apartó la mano del alfa de su mejilla — debo cuidar a Alex — sabía que el omega solía salir a esas horas sólo para disfrutar del alcohol quemando su garganta y perderse en la ruidosa música — vámonos — se dirigió a su mascota y ambos comenzaron a caminar de vuelta por donde habían venido.
En cuanto vio que ambos se alejaban, Lolito chasqueo la lengua y rehizo su coleta: — espera, te acompaño — exclamó lo suficientemente alto para que el omega detuviera sus pasos y si no fuera porque el sol le había deslumbrado, podría jurar que lo vio sonreír — vamos mi niña — sin razón alguna, ambos empezaron a correr bastante energéticos junto con su mascota que aullaba emocionado, porque al fin, después de mucho, su dueño había encontrado un acompañante.
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Aᴘᴜᴇsᴛᴀ [ꜰɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ]©
FanfictionEn un mundo donde la jerarquía era algo cotidiano, cuatro de los alfas más conocidos en el pueblo hacen una apuesta en la cual involucran a los seres más débiles y hermosos, omegas que les harían pasar por distintas situaciones. ━━━━━━━...