Capítulo 3: Figura enorme.

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Al llegar al lugar donde estacionamos el Jeep, Stiles se dirigió a la puerta del piloto para subirse. Yo en cambio, sin decir una palabra, redireccioné mis pasos hacia el bosque nuevamente. Pero antes de dar siquiera dos pasos una mano en mi antebrazo derecho me detuvo, llamando mi atención.

— ¿A dónde vas?— la voz de Stiles tenía un matiz de confusión.

Fruncí el ceño mientras observaba sus ojos amielados.

— A buscar a Scott, ¿no es obvio?— hablé con obviedad.

Su ceño fruncido me hizo cuestionarme qué clase de amigo era al optar dejar a Scott apañarselas solo en el bosque, aunque me tranquilicé a mí mismo recordando que si Stiles se volvía a ir probablemente se metería en más problemas.

— ¿Solo?— su expresión dudosa me causó ternura.

— ... Sí? Estoy preocupado por él, puede pasarle algo.— fué lo único que respondí.

Recibí un asentimiento que tomé como mi permiso para irme.

— Dile a tu padre que me tuve que ir.— pedí con suavidad mientras colocaba mi mano izquierda sobre la suya, que aún sostenía mi antebrazo, en un intento por soltar su agarre.

Sin embargo, su protesta silenciosa llegó tan pronto como nuestras manos se tocaron; alejando su agarre de mi antebrazo sólo para, en su lugar, tomar mi mano con fuerza.

— ¿Qué pasa?— pregunté, aunque deduje rápidamente la respuesta al notar el brillo de preocupación en su mirada.

— Nada, sólo... Ten cuidado.— él murmuró con una pequeña sonrisa.

¿Por qué parece tan preocupado ahora a diferencia de cuando recién llegamos?

Ignorando el tenue sonrojo en mis mejillas -que esperaba no se notara por la oscuridad del lugar-, asentí con una sonrisa ladina.

— Siempre lo tengo. Nos vemos mañana.— hablé por última vez.

Y entonces, dejándome llevar por un impulso -causado por la repentina necesidad de calmar todas sus preocupaciones-, dejé un suave y rápido beso en el dorso de su mano antes de soltarla. No alcancé a ver su reacción, pues un milisegundo después me encontraba huyendo hacia el bosque con la vergüenza taladrandome las sienes y con una mueca involuntaria apareciendo en mi rostro al darme cuenta de lo cursi que había sido.

Excelente, idiota, tú solito te dejaste en evidencia.

Ugh, cállate.

Por ir demasiado ocupado lloriqueando sobre mis propias acciones y pensando en las repercusiones que estas tendrían al día siguiente; no me fijé por dónde caminaba y terminé chocando con una figura unos centímetros más baja que yo.

— Uh, lo siento.— murmuré hacia Scott.

Menos mal lo encontré antes de que un oso se lo comiera.

El moreno simplemente asintió mientras apoyaba una de sus manos en mi hombro, pareciendo aliviado de verme ahí. Observé atentamente como sacaba su inhalador del bolsillo de su sudadera con la intención de aliviar el malestar en sus vías respiratorias. Sin embargo, mi atención se desvío de su persona cuando el suelo bajo nosotros pareció comenzar a temblar ligeramente, sonidos de múltiples y fuertes pisadas comenzaron a esclarecer a medida que los causantes se acercaban.
Moví la cabeza a ambos lados intentando averiguar de dónde provenía con exactitud, hasta que la mirada de ambos se encontró con un montón de venados corriendo directamente hacia nosotros. Scott y yo nos tiramos al suelo en un desesperado intento por evitar ser golpeados por estos, cubrí su cuerpo con el mío mientras los venados pasaban alrededor de nosotros, mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando me dí cuenta de que mi gorro ya no se encontraba en mi cabeza.

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