El día en que la conoci

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Un agotador día en el colegio había acabado para mí y como no tenía ganas de estar sólo en casa, fui a mi lugar... de paz, por así decirlo, para ver el pueblo.

Mi lugar de paz era algo común, una colina con un árbol viejo y algo sacó en lo mas alto, donde yo suelo sentarme.

Ethan, un chico que antes era mi mejor amigo, ahora se volvió un dolor de cabeza y no hacía mas que fastidiarme en todo el día.

Supuestamente, el que yo haya dejado el club de atletismo del colegio el año pasado, es lo que llevó a nuestros amigos a quedar en el último lugar en el torneo, ganando yo el odio de casi todos, incluyendo quien era mi mejor amigo.

Realmente no me importa que ahora casi todos me odien, porque ahora sé quienes en verdad son mis amigos.

No me interesa volver al club y hacerlos felíz, es mi vida y yo decido que quiero hacer.

Pueden verlo egoísta de mi parte, pero a nadie le gusta que le obliguen a hacer algo que no le gusta.

Al ir llegando a mi lugar de paz, para contemplar la puesta de sol, sentí algo raro en el aire, raro... lindo.

Un par de pajaritos iban y venían, cosa que me sorprendió ya que a ése lugar no iba ni los animales a pesar de la hermosa vista y que estaba algo alejado del pueblo, de las personas.

Como sí quisiesen proteger algo, los pequeños pajaritos se acercaron a atacarme y yo sólo me protegi con los brazos.

Mi curiosidad es algo grande y quiero ver lo que cuidan.

Para mis ojos, ver ése árbol viejo y secó, con un par de hojas naciendo, fue una gran sorpresa pero no era lo que las aves cuidaban.

Sentada, debajo de ése árbol, había una pequeña, no, una muy pequeña chica con sus ojos cerrados.

Era tan pequeña ante mis ojos que fácilmente podría cargarla en mis manos.

Era como un pequeño pájaro.

Al ver algo nuevo, mi corazón se aceleró.

No importa que sea pequeño, podía ser algo peligroso, pero sí hasta los pajaritos la querían proteger, dudó que sea algo malo.

Me acerqué hasta quedar delante de ella y me puse de cuclillas antes de tomarla en manos, con cuidado y hacer que mi asombro, crezca.

-Un hada.

Fue lo único que dije con asombro mientras que los pajaritos ya no me atacaban, sólo volaban a mi alrededor y hacían ruido, para que la dejé.

Ésa pequeña chica hada, que estaba sobre las palmas de mis manos, tenía el cabello castaño, recogido en una coleta, su unica ropa era un vestido que parecía estar hecho por hojas bien verdes y muy resistentes y sus alas, una estaba cortada a la mitad.

Estaba herdida y ahora que la tengo en mis manos y no me preocupo mas por los pajaritos, puedo ver que no sólo su ala derecha estaba dañada, ella tenía pequeños raspones en su cuerpo.

La pequeña hada, abrió ligeramente sus ojos y me estremeci cuando su mirada y la mía, se encontraron.

El tamaño no es algo que me importe, ella podía ser peligrosa y podía estar asustada, provocando que me ataque.

Sus ojos, eran como un destello brillante de marrón claro que veían a los míos.

No lo oía, pero podía ver que estaba agitada, por el mismo daño que tenía o quizás por miedo al estar en las manos de alguien que es unas 20 veces mas grande que ella.

Como sí no tuviese fuerzas y se sintiese segura conmigo, cerró sus ojos tras dar un pequeño suspiro.

Los pajaritos, se fueron de mi lado y yo, perdido por todo lo que pasaba, miré al hada por unos segundos mas antes de mirar a todos lados, no entendiendo nada.

Hasta ahora había vivido sin darle importancia a las cosas místicas o como se digan, creyendo que eran sólo una fantasía y ahora, tengo a una pequeña hada herida, en mis manos.

Lo mas prudente sería llevarla al hospital, pero éso sería sí fuese humana.

Estoy sosteniendo un hada en mis manos y estoy seguro que sí alguien mas la ve, querrá ganar fama y entregar a éste pequeño ser vivo para que hagan lo que quieran con ella.

Sí, soy algo sentimental y nadie lo debe saber.

-¡Vamos!

Gritandome a mi mismo, me puse de pie, con mucho cuidado, apoyé levemente mis manos sobre mi pecho, como sí cargase un bebé y me dirigí a mi casa con cuidado para intentar ayudar a... está cosa.

Por suerte, mis manos son algo grandes y sí alguien me veía, sólo verían a un chico raro caminando con sus manos en su pecho.

4 de marzo, el día en que mi vida cambio, el día en el que ayudé a una pequeña hada herida.

Continuará...

Viviendo con un hadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora