3. Sí a todo, no a nada.

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Capitulo 3: Sí a todo, no a nada.




— Entonces cuando baje de su auto después de despedirme, dijo: "Hasta mañana, Vainstein" — le contaba a Mateo que era lo que había sucedido ayer.

— ¡Eso, boludo! —mientras decía eso se encargaba de darme pequeños golpes en el cuerpo, en forma de broma.

— Pará, pará —hice lo que pude para quitarmelo de encima.

-— Creo que yo estoy más emocionado que vos.

— Oye, si lo estoy — respondí, apuntándole con el dedo de forma ofendida —. Además, seguro lo estoy malinterpretando.

Suspiré.

— ¿Sabés las cientos de personas que salen a esa hora de acá? Pudo haber llevado a cualquiera de ellos, sin embargo te persiguió a vos. Yo creo que está más que obvio.

— Sabés como es Valentín, no se puede saber que carajos piensa — concluí.

Dicho eso me llega una notificación, un e-mail.

— Tenés razón, pero no hay que perder la "esperanza" —hizo el gesto con sus manos de comillas.

— Ajá.

Abrí el correo.

De: ValentínOlivads3@gmail.com

Para: ManuelVainstein12/11@gmail.com

Asunto: Citación.

Sr. Vainstein, venga a mi oficina.

Sin darle ningún tipo de explicación a Mateo, me dirigí a su oficina.

Estaba a punto de tocar la puerta, pero está fue abierta repentinamente, dejando ver a su costado al ojiazul.

Hizo a un lado su cuerpo, para permitirme la entrada. Una vez dentro de la oficina me tomé el atrevimiento de sentarme en una de las sillas que estaban en frente de su escritorio.

Oí la puerta cerrarse seguido de pasos firmes y concisos.

Al llegar al escritorio no se sentó en la cómoda silla, en cambio, apartó algunas cosas de este y se apoyó a un costado. Quedando casi uno frente al otro.

— Te llamé para proponerte algo —dijo ronco, sin apartar la vista de mí.

La garganta se me seco al instante, esas palabras retumbaron en mi cabeza, y vaya que lo pensé mal.

Notando que no iba a hablar, ni soltar palabra alguna, prosiguió.

— Está noche hay un evento para finalidad benéfica. El cual estará lleno de los empresarios más importantes de la industria. Esto se hace cada dos meses, esa es nuestra oportunidad de ofrecerles hacer negocios con nosotros; o ser socios. Eso sería tremendo beneficio para la empresa. Habrá música, bar, cena, una reunión calmada. Eso sí no seremos los únicos allí en busca de una buena oportunidad de negocios, así que tenemos que ser más rápidos que ellos — prestaba mucha atención a lo que decía—.
Bueno, me han hablado mucho de vos, mayormente cosas buenas. Y he visto tu trabajo y como te desempeñas. Así que esa era mi propuesta, ¿me acompañás?

No lo pensé ni un instante.

— Si, por supuesto —hablé más emocionado de lo común.

— Está bien —se alejó y se sentó en su silla—. Es a las siete en punto, no podemos llegar tarde, pero tampoco temprano. Justo a la hora dada.

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