6. En el trabajo se habla de trabajo.

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Capítulo 6: En el trabajo se habla de trabajo.







Tres semanas habían pasado desde la última vez que hablé con Valentín, específicamente desde el día que estrujó mi corazón en sus manos.

Lo había estado ignorando lo más que podía, tratando de no cruzarme con él. Y era sumamente difícil, pero siempre lo evadia con éxito.

— ¿Hasta cuando vas a seguir con eso, Manu?

Mateo me miraba preocupado desdé su posición.

— No lo sé —suspiré, exhausto.

Sentí la mirada de Teo ya con cansancio notorio por la situación.

— Estás distante, ahora siempre andas decaído, estás demasiado desconcentrado. Lo de Valentín te está afectando más de lo que debería —susurro lo último, pero aún así logré escuchar.

— No entiendo.

— Mirá, sólo digo que disfrutes el momento. Se que te gusta y demás, pero no desaproveches la oportunidad. Debe haber muchas personas que quisieran eso, y vos lo podés tener. Manda todo al carajo, y cojan de una vez —rodó los ojos, mientras reía.

Si lo pensaba no estaba nada mal.

No lo desaproveches.

Tenés razón —dije entusiasmado.

¿Por qué demonios no me dijo eso hace tres semanas? ¿Y por qué demonios yo no pensé en eso?

Pero acercarme de nuevo a él no iba ser nada fácil, las pocas veces que lo había visto y hacíamos contacto visual directo no había nada bonito en su mirada.

— ¿Qué esperas? —preguntó con desespero.

— ¿Ahora?

Alcé la ceja con cierta duda, no podía estar hablando enserio.

— Sí, pelotudo —se levantó de su asiento—. Andá.

Trataba de sacarme del asiento, jalando por un brazo para que me parará.

— Ya, ya. Puedo pararme solo —me zafe de su intento por pararme.

Me levanté y caminé indeciso, miré a Mateo pidiéndole ayuda pero solo obtuve una sonrisa de su parte.

— Apresurate —me empujó por la espalda.

Con ese empujón me envió directo al ascensor que por pura casualidad estaba abierto, sino chocaba de bruces contra el.

Al estar adentro antes de que cerrará le saque el dedo del medio, y el hizo lo mismo solo que añadiéndole un arito que formo con la otra mano para proceder a meter el dedo en el círculo.

Bufé y sonreí ante su gesto "obsceno".

Toque la puerta y fueron bastos segundos para que me abrieran, pero para mí sorpresa no era Valentín. Era Mariana.

— ¿En qué puedo ayudarte? —me miró de arriba a abajo con soberbia y con una ceja alzada.

Movía su pierna con desespero haciendo sonar el tacón contra el piso repetidas veces.

Moví la cabeza a un lado y pude visualizar a Valentín mirando la situación completamente divertido. Riéndose con discreción.

Mariana, te podés retirar —hablo en tono demandante.

La chica volteó a ver a Oliva después a mí y luego de un bufido agarró su cartera Louis Vuitton y se largó retumbando lo más fuerte sus tacones altos.

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