13. Lo puedo arreglar, lo quiero arreglar.

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Capítulo 13: Lo puedo arreglar, lo quiero arreglar.







Valentín

°(Llamada telefónica

Papá, pero...

— Pero nada, Valentín. Sabés perfectamente que ese matrimonio con ella ayudaría mucho a la empresa.

— Estamos absolutamente bien. No la necesito, no la necesitamos.

— Te recuerdo que fuiste vos quién lo quiso hacer.

— Pero, es que surgió algo...

— Es por otra chica, ¿cierto?

— No, no es...

— Entonces no hay ningún problema.

— Papá, si hay problema.

— Mirá, no quiero seguir con esto. Vos lo pediste desde un principio, ahora asumí la responsabilidad.

°(Fin de llamada telefónica)°

Al finalizar la llamada arroje con fuerza el celular, cayendo este en alguna parte del escritorio.

Todo estaba bien, todo era genial, todo era simplemente perfecto, hasta... Hasta que atravesó la puerta.

Debí saber que ese chico no me llevaría a nada bueno. Creo que debí intuir que esas raras sensaciones que tenía cuando estaba cerca de él no eran solamente unos efectos de alguna comida que me haya caído mal.

Pero es que eran tan nuevas para mí que no pude diferenciar de lo verdadero y falso, de lo imaginario a lo real.

Odiaba estar con él, pero al mismo tiempo amaba estarlo.

Era difícil querer estar de acuerdo conmigo mismo. Por un lado quería ir trás él, pero por el otro me negaba rotundamente.

Odio su manera de ser, nada más por el hecho de que me hace sentir cosas que por mucho tiempo estuve ocultando y no quería dejar salir, pero a la vez me gustaba sentir esas sensaciones.

No hallaba, no hallo la manera de poder decirle a mi cabeza que pare, que ya dejé de pensar en él.

Todas mis éticas y proyecciones de mí, se fueron directo a la basura.

Es ese chico que no te conviene, pero vos seguís hay clavado como idiota.

Estar con él es sentir millones de sensaciones diferentes, cada una única y obsesiva.

Me encanta sentir que a veces puedo tener el control sobre él, verlo nervioso, tartamudear, transpirar, sonrojarse, temblar...

Si, al principio fue mi idea lo de casarme con Mariana, pero iba a ser por motivos meramente profesionales sin absolutamente nada de por medio. No era un reto para mi, fingir no lo era. Por mucho tiempo había fingido muchísimas cosas, eso no era nada del otro mundo, pero ahora que está Manuel todo cambio...

¡Maldición!

— La señorita Mariana va camino a su oficina —dijo la voz de mi secretaria en la bocina del teléfono fijo.

Prepárate para un escándalo.

— ¡¿Cómo es eso que ya no querés?! —grito apenas cruzó la puerta.

Suspiré.

— ¿Y si mejor hablamos de eso después? ¿No te parece?

— ¡No!... ¿P-por qué? —ya empezaba a lagrimear.

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