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14. Si no la cago no soy Manuel, ¿cierto?

Capítulo 14: Si no la cago no soy Manuel.

Lo empuje sutil, pero un toque brusco a la vez.

— No. Cuando órdenes bien lo que pasa en tu jodida cabeza, venís y me buscás —me zafe de él.

Se me quedó viendo atónito. Pensado por él seguramente esperaba una respuesta de mi parte totalmente distinta.

Me fui de allí, por poco alzaba un puño al aire en forma de victoria, no había sido “derrotado”. Porque unos segundos más allí con él y probablemente hubiera cedido a mis ansias, pero todavía quería provocarlo un poco más.

Ya el Manuel sumiso se había terminado, bueno por lo menos por ahora.

Antes de este “terrible” encuentro con Valentin, Mateo me había mandado miles de mensajes para que lo perdonara, a él y su estúpido comportamiento, pero yo sabía que quién debía disculparse era otro; yo. Pero igualmente las acepté. Quedamos en ir a almorzar al rato, ya que hoy salía más temprano, había que aprovecharlo, y que mejor manera que con mi mejor amigo.

Valentín ya no era importante en estos momento, más que mi amigo no.

Después de salir me quedé un ratito esperando el bus que me llevaría más o menos cerca de su casa. Una vez lo tome, me senté y casi de inmediato saque mis auriculares, para tratar de sumergirme en la música mientras llegaba a su casa; tratando de calmarme.

Estaba ansioso, nervioso, agitado... Hacía mucho no hablábamos, seguramente iba a ser incomodo al principio, pero tomaría el riesgo de pasar por eso nada más para poder juntarme con él de nuevo.

Al cabo de unos diez o quince minutos llegué a la parada más próxima de su casa, por lo que me tocaba caminar lo que faltaba.

Caminé por ese barrio que conocía perfectamente, toda clase de recuerdos que habían sucedido acá me invadieron la mente. Sonreí involuntariamente.

···

— Fuma conmigo —me dijo Mateo pasándome el porro que recientemente había sido calado por él.

Sin pensarlo dos veces lo puse en mi boca y aspiré  el fumo para soltarlo casi de inmediato. No me  gustaba hacerlo.

Era de noche, estábamos en su porche, algo escondidos. No queríamos que algunos de sus padres se asomáran por la ventana y nos viera.

—¿A veces no te preguntás como sería besar a un chico? —me quitó el porro el cual se encontraba en mis dedos, para después calar muy profundo de el.

— Querrás decir chica, ¿y por qué lo preguntás? ¿No has besado a muchas como para ya saberlo? — me eché un poco hacía adelante, jorobando mi espalda.

El tema me ponía incómodo. Tenía quince y todavía no había hecho absolutamente nada, ni un beso, nada... A esa edad ya los pibes me andaban diciendo todo tipo de experiencias, cosas que habían hecho, y yo simplemente me quedaba callado sin aportar nada a la conversación.. Además sabía que ese beso no me lo podía dar la persona que yo quería.

— No. Dije chico. Chi...co —lo dijo despacio, como si yo fuera un bebé y no entendía.

— Pues, no. Jamás me lo había preguntado —mentí.

— Yo sí... ¿Puedo hacerlo con vos? —se acercó más a mi, y yo retrocedí.

O el porro le había pegado bien fuerte o en serio estaba loco.