No podía retirarme de aquél lugar sin antes tener todas las piezas de mi teléfono móvil intactas, por ende traté de convencerme a mí misma de tomar la necesaria valentía para adrentarme allí y tomar dicha pila. No creía que fuese tan difícil después de todo, pues si me atreví a acercarme hasta acá no tendría que asustarme simplemente profundizar un poco mis pasos.
Respiré profundamente, moviendo una pierna hacia adelante para así hacer exactamente el mismo procedimiento con la otra, aproximándome hacia mi destino.
En cuanto me encontraba cerca de allí decidí agacharme con ligereza, escarbando un poco sobre el húmedo césped para encontrar con mayor facilidad dicha batería. Una vez que esta fue localizada por mis verdosos orbes la tomé entre mis pequeñas manos, encargandome de introducirla sobre su correspondiente lugar. Dejé intacto mi móvil, no sin antes cerciorarme de que este encendiera de forma adecuada.
Cuando tomé mi recta postura y rodé sobre mi propio eje para retirarme de aquella zona mi sentido auditivo se percató de un ininteligible sonido, llamando por completo mi atención.
A pesar de no decifrar de donde venían aquellos bruscos o más bien lacerantes sonidos una especie de intriga recorrió mi torrente sanguíneo, haciéndome sentir el deber de acercarme hacia donde provenían.
Volví a rotar sobre mis talones, justamente admirando como el camino me llevaba hacia la parte trasera de aquella extraña vivienda, en donde había una gran extensión de terreno decorado por pastizal, como si esto se tratara simplemente de una zona rural.
Mis oídos percibieron un ruido diferente, esta vez se trataba de un gruñido masculino, el cual era acompañado de unos implacables sonidos, como si alguien estuviese dando despiadados golpes sobre algo.
Mis pulmones se helaron, dejándome con un mal sabor de boca al instante, aún así, aquello no impidió que mis pies se movieran de forma perpendicular hacia dicho sonido.
Decidí colocar mis antebrazos sobre el impregnado césped, dejando mis rodillas comprimidas sobre el mismo, quedando así lo suficientemente agachada para que mi presencia no se notara, o eso creía.
Mi cuerpo era cubierto por las maderas podridas de aquella morada, dejándome así con la única posibilidad de que mi cabeza fuera la única que pudiese sobresalir ligeramente. Giré mi mirada hacia la izquierda, observando una escena que dejó mi sangre completamente helada, generando inmediatamente un nudo en mi zona estomacal que me provocó náuseas. No podía creerlo, ni mucho menos asimilar que estaba siendo testigo de escena tan llena de brutalidad.
Mis ojos habían enfocado una figura masculina, la cual se encontraba con sus piernas a los costados de un cuerpo, quedando por encima de este con una dominante postura. Aquél hombre de trabajada contextura y pálida piel agredía ferozmente con sus puños dicho cuerpo, o más bien cadáver. Sus nudillos apuntaban hacia el rostro de dicho ser, una y otra vez, hasta el pleno borde de desfigurar el mismo. Una abundante cantidad de sangre salía disparada hacia el verdoso césped, tiñendo inmediatamente este por el rojizo líquido. Solo podía ver sus pálidos puños ser cubiertos por sangre ajena, mientras que su obscura ropa quedaba impregnada de tal humedad.
Su rostro no era visible, pues aquella capucha que traía puesta no me permitía la perceptibilidad del mismo.
Quise huir inmediatamente de tal territorio, pero cuando retrocedí para realizar dicha acción mi móvil comenzó a sonar, dejando que aquél tono de llamada crease una especie de eco sobre respectivo sector.
Mis músculos se tensaron, causando que mi corazón se acelerara hasta el borde de sentir como este salía de mi pecho.
La figura masculina paró de golpear brutalmente dicho cadáver, girando muy lentamente su cabeza hacia la dirección de donde provino tal tono.
Aquél se apartó del lugar en el que estaba, y se incorporó sobre el suelo, encaminándose hacia donde sus oídos escucharon respectivo sonido.
No logré distinguir las facciones del hombre, pues en cuanto este se acercó actúe inmediatamente huyendo de tal lugar con todo lo que dieran mis piernas.
— Mierda. —Murmuré, tomando el cerrojo de mi rústico hogar, forcejeando el mismo para intentar abrir la puerta.
En cuanto pude hacerlo me percaté de como unos fuertes brazos envolvían mi torso por la parte de atrás, haciéndome desprender hacia el exterior un sobresaliente grito.
— ¡Suéltame! —Golpeé los brazos del opuesto con la ayuda de mis manos, encargándome de patalear con el objetivo de escabullirme.
— Tranquila, Amélie. Soy yo. —Una vez que escuché esas palabras, sentí como mi alma volvía a adentrarse a mi cuerpo. Supe que se trataba de Alék.
Rápidamente giré sobre mi propio eje, encargándome de envolver mis tenues brazos en la espalda baja del sujeto. Aferrándolo a mí como si nunca antes hubiese abrazado a alguien.
— Joder, Alék. Casi me matas de un susto. —Maldije, desglosándome de aquél abrazo pocos segundos después.
— ¿Estás bien?, lucías algo alarmada. —Articuló, encargándose de verificar si me encontraba en una correcta estadía.
— Sí, claro. Estoy bien. —Aclaré con una pequeña probabilidad de que aquella respuesta no sonase del todo convincente.— ¿Dónde está Rebecca? —Dije, apartándome del tema.
— ¿Me has llamado? —Una voz femenina resonó, dándome la vista de Rebecca, la cual había salido de su pésimo escondite, dándome a entender que ambos habían planeado el jugarme una pequeña broma de mal gusto. En aquellos instantes no me venía de bien una de estas, menos después de haber presenciado un brutal acto en carne propia.
— Son unos estúpidos. —Bufé, rodando mis ojos en el acto.— Pasen.
Al decir aquello dejé que ambos accedieran a mi hogar, solicitándoles que cerraran la puerta después del acto.
— No contestabas tu teléfono, entonces pensé que estabas fuera de casa. —Agregó la joven de cabellos dorados.— Pero fue Alék el de la idea. —Rapidamente mencionó, tratando de declarar inocencia ante sus actos.
— ¡Eso no es cierto! —Respondió el hombre de azulados orbes, guardando silencio por unos pequeños segundos al observar mi fulminante mirada sobre ambos.— Muy bien, sí. Ambos tuvimos la idea. —Confesó.
Traté de ignorar el hecho, después de todo simplemente se trataba de una pequeña maldad hecha por mis amigos.
— ¿Saben qué?, no importa. —Comenté.— Olvidemos esto y divirtámonos un poco.
Dicho esto, llevé mis manos hacia los bolsillos de mis pantalones, sintiendo como en estos faltaba algo. Comencé a palpar sobre mis piernas, dándome cuenta en seguida que mi móvil no se encontraba allí.
— Carajo. —Coloqué la palma de mi mano sobre mi frente, demostrando preocupación-.
— ¿Sucede algo? —Añadió Alék.
En ese momento sabía que algo no marchaba bien. Había dejado mi teléfono móvil justo en aquél lugar. En el instante de correr no me percaté que este se había ido de mis manos, quedándose ahí; justo en el lugar donde observé a aquel sujeto asesinando a alguien con sus propias manos.
— Perdí mi celular.
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Insania | Shawn Mendes ©
Mystery / Thrillerabsolutamente nadie sabe lo que recorre su cabeza, y todos los retorcidos secretos que guarda ese rostro angelical. su penetrante mirada podría desgarrar hasta lo más profundo del alma, y aún así nadie se enteraría que en su mente abunda la jodida l...
