Mi oscilante respiración se hallaba en una condición de evidente bullicio, permitiendo que mis pulmones de una forma inmediata se adaptaran a una glacial temperatura la cual logró el congelamiento de los mismos, haciéndome sentir helada. Hipotéticamente hablando.
Decidí brindarle la espalda a dicho sujeto, permitiéndome a mí misma la oportunidad de no admirarlo con mis propios ojos, pues el simple suceso de reposar mi mirada sobre su atemorizante apariencia me ponía la piel de gallina.
Debido a mí característica intuición, me percaté de que aquél hombre se trataba de alguien que a simple vista emanaba una sombría vibra, la cual mantenía a cada individuo lejos de él.
Podía apreciarse como su semblante le irradiaba un tétrico aspecto, invadiendo de pánico a toda persona que lo percatase. Cualquiera podría tener pavor de acercarse a él, pues parecía que con tan solo mirarle, su fornido puño acabaría desfigurando a golpes nuestro rostro.
Me sentía intimidada por la presencia del varonil joven, inundándome así de inquietud.
Desde mi sector podía percibir como la jadeante respiración de aquél hombre abrumaba cada longitud de aquél amplio cubículo, estremeciéndome en un dos por tres.
Giré mi cabeza unos cuantos centímetros por detrás de mí, divisando como aún el temblor de sus manos persistía, mientras diminutas capas de sudor frío se reposaban contra su frente. Parecía que con cada segundo que transcurría perdía la cabeza.
Roté sobre mi propio eje, dirigiendo mis orbes llenos de temor hacia el hombre de pálida tez, el cual permanecía en un insondable silencio, dejando escuchar solo su ajetreada respiración.
Me hallaba con la incertidumbre de saber qué era lo que le sucedía, pero el hecho de acercarme a él hacía que mis piernas flaquearan.
— Es mejor evitar toda clase de contacto con él. —En mi mente me encargué de repetir las palabras que Alék había mencionado cuando a penas estábamos comenzando el emprendimiento de nuestro viaje.
Pero, ¿Realmente sus palabras tuvieron un verídico discernimiento?, no lo sabía aún.
Comencé a mordisquear repetidas ocasiones la carnosa zona de mi labio inferior, causando la inmediata inflamación aquél área.
Después de unos cuantos minutos de estar con mi cabeza dando vueltas cual espiral, tomé una erguida postura, la cual me ayudó a inhalar una profunda bocanada de oxígeno.
Me armé de la suficiente valentía para dar unos cuantos pasos hacia el frente, sin tener en cuenta las graves consecuencias que podían adquirir mis acciones.
— Vamos, Amélie. —Inicié otorgándome un pequeño apoyo moral, el cual me ayudase a no echarme para atrás en el último momento.— Nada sucederá.
Mis piernas se encontraban evidentemente temblorosas, lo cual no me beneficiaba en absoluto.
Traté de enmascarar el estremecimiento de mis músculos por medio de un apacible aspecto, simulando así mismo que nada ocurría.
Me faltaba tan solo un simple metro para estar enfrente del opuesto, quién aún no había percatado mi reciente cercanía, puesto que su mirada se situaba clavada sobre el sólido suelo, obstaculizando la visibilidad de su rostro.
Inhalé por última vez vez, expulsando el aire acumulado por mis labios hacia el exterior, esta vez completamente decidida.
— ¿Te encuentras bien? —En medio de la frase cometí la estúpida acción de tartamudear, causando que mi nerviosismo fuera perceptible.— Quiero decir, estuve notando que..
Mi frase fue abruptamente interrumpida por el mayor, quién de tan solo un improvisto movimiento se posicionó de una violenta forma por enfrente de mi persona, quién podía sentir su desafiante comportamiento.
Su desértica mirada se plasmó sobre mi rostro, haciéndome detallar desde mi posición como estos mantenían aún su pupila contraída. Los amenazantes orbes de aquél, permanecían con su característico lóbrego, dejando ver como el tono de su córnea se modificaba a una sombría tonalidad, esta vez a una más obscura que la anterior.
Su mirada se encontraba apuntando unos centímetros hacia abajo, pues la desemejanza de longitud entre los tamaños de ambos era totalmente evidente, el opuesto me llevaba al menos dos cabezas de extensión.
Como de costumbre, su mandíbula se hallaba apretada, remarcando por medio de su piel su dentadura, la cual rechinó por el emprendimiento de tal acción.
Los puños de aquél se habían comprimido con fuerza, causando que sus respectivos huesos traquearan gracias a tal brusquedad.
Me limité a hacerme pequeña, mientras sentía como mi saliva se transformaba en un mortífero ácido que poco a poco iba cociendo mi garganta.
— Debería importarte una jodida mierda. —Su áspero tono de voz había roto el incómodo silencio que se apoderaba de aquél cubículo, haciéndome cerrar mis párpados con fuerza debido al impacto de sus graves términos.
Me limité a resguardar silencio, pues de mi boca no podía salir ninguna especie de palabra, era como si me hubiera enmudecido por completo.
— Será mejor que te alejes de mí. —Advirtió, dejándome ver como sus manos habían adquirido nuevamente aquél desconocido temblor, mientras que la vena de su cuello resaltaba mediante cada palabra que salía de su boca.
La ensordecedora resonancia de un timbre emergió desde los altavoces que se encontraban instalados en la mayoría de rincones del instituto, justo por donde la directiva del mismo se encargaba de enunciar mensajes de importancia recitados por el señor Luther Ivanòv, director de Abbotsford.
— Estimados estudiantes. —Una femenina voz se extendió hacia todas las longitudes y expansiones de aquél lugar, permitiéndole a cada estudiante recibir tal mensaje.— El señor dirigente de la institución les convoca a concurrir a una reunión situada en la sala de audiencias para brindarles unos recados de total importancia. —Hizo una breve pausa.— Cada uno de ustedes tiene cinco minutos para presentarse.
El mensaje terminó de ser recitado, volviendo a dejar aquél silencio abismal.
La varonil figura que se situaba justo por enfrente de mi merced decidió adentrar una vez más sus manos al interior de los bolsillos de su pantalón, mientras que su siniestra mirada se despegaba de mí con total rapidez.
Este decidió mover sus pies de manera perpendicular, pasando justamente al lado de mí con su característico apresuramiento, causando que su hombro chocara contra el mío, lo cual hizo que inmediatamente mi cuerpo se abalanzara hacia atrás.
Al incorporarme en mi correcta postura, tratando de ignorar el incómodo impacto me encaminé hacia la puerta de dicha habitación, quedándome justo en el marco de esta, mientras hacía el intento de absorber los hechos que hace minutos atrás se presentaron.
— Demonios. —Recité por lo bajo, detallando como la corpulenta figura del mayor se perdía entre el enorme pasillo, el cual estaba consumido por una recóndita obscuridad.
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Insania | Shawn Mendes ©
Детектив / Триллерabsolutamente nadie sabe lo que recorre su cabeza, y todos los retorcidos secretos que guarda ese rostro angelical. su penetrante mirada podría desgarrar hasta lo más profundo del alma, y aún así nadie se enteraría que en su mente abunda la jodida l...
