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Me desperté por las ganas de ir al baño que tenía. Me levanté con pesadez de la cama para dirigirme al baño y hacer mis necesidades.
Cuando terminé, lavé mi rostro y mis manos, viéndome en el espejo. Necesitaba un corte de cabello y arreglar mis cejas, ya que estaban un poco descuidadas.
Salí para tomar algo de ropa que podría usar y después tomar un baño muy rápido, ya que iría con el señor Ackerman al centro comercial a hacer unas compras.
Me bañé y me puse unos jeans color negro, una camisa blanca y mi chaqueta de mezclilla junto con mis tenis. Me gustaba mucho vestir con mezclilla y combinar mi ropa con el color negro.
Tomé mi celular que estaba en la pequeña mesa de noche y mi bolso donde tenía mi cartera y mis audífonos, y bajé a la sala de estar.
—¿Por qué tardas tanto en ducharte? —Preguntó aún con su mirada en el televisor.
—Dis-culpe señor, tardo mucho en lavar mi cabello —dije apenada—. Pero no se preocupe, lo cortaré.
—Vámonos —apagó el televisor levantándose del sofá.
Caminé detrás de él para adentrarnos al elevador y que éste nos llevara a la recepción. El portero nos abrió la puerta para que pudieramos salir del edificio, amablemente le agradecí y seguí mi camino detrás del hombre que se dirigía a su auto estacionado al costado del lugar. Abrí la puerta del copiloto y entré para después volver a cerrar la puerta haciéndolo muy fuerte.
Yo sólo cerré mis ojos con fuerza esperando el regaño de mi jefe. Pero nunca llegó.
Abrí lentamente mi ojo izquierdo y me giré a verlo, él sólo me miraba con molestia.
Lo único que pude hacer fue sonreír achinando mis ojos tratando de que su enojo se esfumara, a lo que él sólo bufó y encendió el auto poniéndolo en marcha.
Me coloqué mis audífonos y abrí la lista de reproducción que tenía en mi celular seleccionando una de mis canciones favoritas.
Llegamos al centro comercial y el señor Ackerman buscaba algún lugar vacío en el estacionamiento. Rápidamente encontré uno y lo señalé para que pudiera estacionarse ahí.
