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—¿Ya te vas? —Preguntó Erwin.
No le contesté de la mejor forma, sólo asentí con la cabeza.
—Espero que esta vez no huyan de ti.
Chasqueé la lengua mientras caminaba hacia la puerta de salida de aquella oficina en la que nos reunimos.
Nos encontrábamos al centro del estado, varias horas de distancia de casa pues nos habían requerido desde ya hace unas semanas por cuestiones de trabajo.
—Si ya quieres regresar puedes hacerlo, no me esperes —le avisé, no tenía caso que me esperara ya que todo estaba concluido.
—Sí, debo revisar unos documentos antes de entregarlos ―dijo dirigiendo su mirada a otro par de documentos que tenía en sus manos―. ¿Cuándo llegas tú? ―preguntó sin mirarme.
—Mañana mismo, no pienso perder mi tiempo ―salí de la oficina.
Subí a mi auto y conduje hasta el hotel donde estaba hospedando ya que venía tres hasta cuatro días cada dos semanas para poder cubrir una construcción que se estaba haciendo de este lado de la ciudad, pero ya sólo eran detalles finales, no regresaría hasta dentro de unos meses.
Al llegar a mi destino, bajé de mi coche y entré al hotel subiendo por el ascensor hasta la habitación que estaba alquilando. Dejé las llaves sobre la pequeña mesa de centro, con cansancio me dirigí hasta la recámara para buscar algo de ropa que tenía en la maleta. La tomé y la puse sobre la cama para caminar hasta el baño, debía tomar una ducha. Al terminar, me sequé rápidamente y enrollé una de las toallas que ahí se encontraban sobre mi cintura y así salí rumbo a la recámara para ponerme la ropa que había dejado anteriormente.
