La lluvia había llegado al amanecer, señalando el posible futuro del día. No era algo depresivo, pero la gente prefería no salir en ese tipo de días. Aunque siempre habían excepciones. Aquel día el taller no se abriría, así que no era necesario quedarse abajo todo el día. El castaño tenía cosas que ordenar allí, así que, en este caso, él era la excepción. En la planta de arriba todo iba tranquilamente, algo poco común. Los gemelos jugaban al ajedrez, concentrados como nunca lo habían estado; Dylan prefería estar en la planta más elevada, limpiando algunas cosas, era alguien muy pulcro; Scott estaba apoyado en una ventana, dejando que la lluvia mojase su cabeza poco a poco; el rubio seguía leyendo aquel libro, y apuntando cosas en una pequeña libreta que tenía a mano. Había tenido en cuenta mucho de lo que el libro contaba, así que estaba empezando a crear un plan. El para qué era el plan, eso ya lo pensaría después.El pelirrojo divisó a una mujer acercándose al puesto del taller, poniéndose debajo del toldo que tenía. No iba a decir nada, ya se ocuparía el español. Este estaba sorprendido. La húngara había llegado con un poco de prisa, se notaba en su respiración un poco alterada. Quería ayudarla.
— Elizabeta, ¿qué te trae por aquí? -sonrió para hacer el momento más ameno.
— Bueno, verás, hay algo que me preocupa -se sujetó el pelo con el tallo de una flor; lo tenía un poco húmedo, pero eso no la importaba ahora-. Últimamente los soldados protectores de la ciudad han desaparecido, ¿te has dado cuenta?
— Sí, me fijé ayer cuando iba de paseo con Liam. Pero intenté no tomarle mucha importancia. Seguramente habrá una buena razón.
— Así es, y creo que sé cual es esa razón. Pero deberías venir conmigo. Es urgente -el tono que utilizaba la joven hacía que se preocupase.
— Pues vamos.No le terminaba de agradar la lluvia de aquel lugar, era muy abundante para su gusto, pero si tenía que salir por una urgencia, lo haría con gusto. Se dejó guiar por la joven. Debían ir rápido, según la de cabello castaño no aguantaría mucho. "¿Qué no aguantará? Me estoy empezando a preocupar de verdad", se dijo a sí mismo internamente. Quería pensar que no pasaba nada, pero no le dejaban.
Llegaron a las afueras de la ciudad, en la puerta norte. La chica se acercó al río que pasaba por allí, en concreto a un montón de arbustos. Puso cara de susto. Algo iba mal. Corrió hacia allí, temiendo por lo que quería mostrarle al otro. El cual la siguió de cerca.
— Se a dormido. Será mejor que lo llevemos a un lugar seguro, y cálido. No me imagino por lo que habrá tenido que pasar.
— Pero, ¿de quién hablas?
— De él -y cogió en brazos a un niño rubio, profundamente dormido. Antonio lo miró incrédulo; sabía quien era.
— ¡Vamos, rápido!Ella no podría correr igual de rápido que el moreno, así que dejó que se lo llevase. La joven iría más tarde a verle, cuando dejase de llover. En el camino de vuelta la lluvia se intensificó. Parecía que el mundo se había puesto en su contra de repente. Mas eso no iba a detenerlo. Apretó al chico hacia su pecho. Debía aguantar un poco más, necesitaba que lo hiciese. Estaban muy cerca de casa, no podía permitirse perderlo. Notaba como su respiración era cada vez más débil.
— Vamos Lud, aguanta un poco más. Estamos ya casi -giró la última esquina para entrar en la calle-. Es aquí. Solo un poco más. No te vayas tú también.
Abrió la puerta como pudo, y empezó a llamarlos a base de gritos. Como era obvio, se preocuparon. El escocés, en cuanto vio la velocidad con la que iba de vuelta, sabía que algo iba mal. El galés no entendió el porque de tanto alboroto cuando les vio subir a todos a la planta en la que estaba. Hasta que vio como el español dejaba al chico en la cama con cuidado. Pidió agua y trapos, y ropa seca. Algunas vendas también le vendrían bien.
Mientras los gemelos traían lo pedido, el resto observaba al niño. Era pequeño, tal vez de no más de diez años. Su pelo era corto y rubio. Era pálido. Sus brazos y piernas tenían montones de heridas y cortes. La mayoría estaban sucias. El castaño temía que se infectasen. Aquel chico no merecía aquello. No debía morir por alguna infección, no como su hermano Gustav, antiguo rey, el hermano mayor de los tres de la familia Beilschmidt. No quería perder a otro amigo.

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El aprendiz de Scott
Fiksi SejarahHabía "traicionado" a su linaje de nobleza, ganándose así su expulsión. Pero si nacías siendo noble, lo serías para el resto de tu vida. Y él lo sabía. La mitad de las tierras de su hermano eran suyas por ser noble, pero no las aceptaría hasta volve...