Un joven rubio de cabello largo corría con un sobre en las manos, buscando al portugués. La carta ya la había leído, por eso sabía que era urgente que su amo se enterase de lo que podría llegar a pasar. Estaba asustado, no lo iba a negar. Como muchos en el palacio, nunca se había visto en esa situación. La alerta de una posible guerra estaba aún recién enviada, pero ya iba avisando a algunos que iban por los caminos y se encontraban con los mensajeros.Tocó nervioso a la puerta, y tras no escuchar nada, entró. No había nadie. Le sorprendía, y le extrañaba. Su señor siempre estaba o allí o en su habitación. Quiso ir allí por si acaso, pero no hizo falta al escuchar unos gritos de un niño. Se dirigió hacia los gritos, y los encontró. El hermano de su señor se había vuelto a encontrar con el chico al que criaba, Lovino Vargas, y le estaba abrazando mientras este le maldecía de todas las formas que conocía. Llamó la atención del de pelo largo.
— Mi señor, ha llegado una carta. Es importante.
— ¿Ya la has leído Felisk?
— Sí mi señor, debía comprobar su contenido. No le va a gustar -sacó la carta del sobre y se la entregó-. El Rey Ivan del reino de Ledigory va a atacar hoy a un pueblo cercano. Dentro de sus terrenos, mi señor. Al parecer viene con un ejercito muy numeroso.
— Eso es un problema. No tenemos suficientes soldados para hacer frente a tanto -leía la carta, donde venía toda la información del ataque, escrita por el mismo ruso.
— Podemos intentar frenarlos hasta que lleguen los refuerzos -comentó el castaño de cabello corto.
— ¿Tú y quienes más? ¿El rubio? No somos suficientes para parar a ese loco -el inglés se sintió un poco insultado por la forma con la que le llamó-. Felisk, dile a todos los soldados que veas por esta zona que se preparen. Según esto, llegarán al mediodía. Que estén listos para marchar antes.
— Sí mi señor -y el joven volvió a correr.
— Me gustaría saber por qué lo hace -todos se quedaron mirando al rubio-. Me refiero, ¿por qué ataca? Tiene que haber una buena razón.
— Seguramente me ignoraréis como hacéis vosotros los adultos, pero creo tener una teoría -dijo el joven italiano. Todos le hicieron caso, cosa que le enfadó-. Según me contó una vez mi hermano Feliciano, se decía que el antiguo rey cometió el error de matar a alguien muy importante del reino del norte. Tal vez sea por eso.
— Atacar por venganza... Eso explicaría por qué fueron a por el Rey Gilbert, y a por tu hermano, Lovino -reflexionó el anglosajón.
— Entonces, ¿qué hacemos? Porque a quien busca es a Gustav, y él lleva muerto un buen tiempo -al español no le gustaba hablar del hermano mayor de su amigo, pero no había alternativa en ese momento.
— No está buscando a un muerto. Quiere hacernos sufrir como él sufrió. Tal vez Lovino tenga razón -dijo el mayor de todos.
— ¿Cómo que tal vez? ¡Siempre tengo razón, maldita sea!
— Tranquilo Lovi, no pasa nada -Antonio calmó al joven italiano-. Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que esa es la verdadera razón?
— Lee esto, anda -y su hermano le entregó la carta, señalando a una parte en concreto.
— "Adoraré ver vuestra sangre y lágrimas en el campo de batalla, tal y como me obligasteis cuando era un niño. Su muerte no será en vano" -tras leerlo, miró a los otros dos. Seguía sin entenderlo-. ¿Y qué me dice esto?
— Estás más tonto que de costumbre. Quiere decir que, fuese quien fuese esa persona, el Rey Ivan la vio morir. Eso debió dolerle, y ahora quiere venganza. Quiere que nosotros suframos, a través de la muerte de nuestra gente, sin que podamos hacer nada...
— Pero lo haréis, ¿no? Salvaréis a todos. Detendréis esto y salvaréis a mi hermano, ¿verdad? -preguntó el niño. No podían prometer nada.
— Lo haremos, o al menos lo intentaremos. Ahora, vete. Los adultos tienen que hablar de cosas muy importantes -le pidió el de cabello largo.El chico, de cabello castaño oscuro y con un extraño rulo, y de ojos verdes combinados con amarillo, salió de allí, despotricando. Odiaba cuando le echaban solamente por ser un niño. Fue en busca de la belga. Los otros tres se acercaron a un mapa que poseía el mayor. Lo observaron durante minutos. El español puso una figura en un pueblo en concreto. Había averiguado, a través de las indicaciones en la carta, donde atacarían. Su hermano, extrañamente, le halagó por su trabajo, y empezó a diseñar un plan de ataque. Se le daban muy bien. Antonio prefería la orientación. Los mapas eran lo suyo.
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El aprendiz de Scott
Historical FictionHabía "traicionado" a su linaje de nobleza, ganándose así su expulsión. Pero si nacías siendo noble, lo serías para el resto de tu vida. Y él lo sabía. La mitad de las tierras de su hermano eran suyas por ser noble, pero no las aceptaría hasta volve...