❌ El viaje se cancela ❌

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— Es horrible ver a la persona que amas destruirse, ¿no es así? — empezó Vanessa

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— Es horrible ver a la persona que amas destruirse, ¿no es así? — empezó Vanessa.

El chico no supo que responder a lo que decía su amiga, así que ella siguió:

— También es horrible que esa persona te ilusione y te deje esperando.

Aleksander bajó la mirada, su pecho ardía por las cosas que ella decía. Una lágrima cayó al suelo, pero no era de él, sino de la chica. Él alzó la cabeza y vio que la pelinegra estaba llorando, cosa que no le produjo nada, ella ya había sido muy insensible con él.

— ¿Qué esperas de mí? ¿Qué quieres lograr dándome ilusiones de esta forma? — preguntó el chico.

— Siento algo muy fuerte por ti, Aleksander — contestó ella. — Sólo debes de darme tiempo, mis heridas sanarán y cuando esto pase estaremos juntos.

El muchacho negó con la cabeza.

— No puedes ser así de egoísta, no estoy lista para una relación ahora y lo sabes, yo... — siguió la pelinegra.

— Puedo ayudarte con tus problemas, ser tu guía, tu mejor amigo. Ser lo que sea que quieras que sea para ti, te daré el tiempo. Niego con la cabeza porque no puedo creer que tú quieras tener algo conmigo, suponía que me veías como un simple amigo — interrumpió el castaño.

— ¿Cómo sé que lo que dices es cierto? — preguntó ella.

— No lo sabes — contestó Aleksander, para luego afirmar:

— Si confías en mí en el fondo de tu corazón encontrarás que en efecto es cierto lo que digo.

La chica se hubiera acercado a su amigo, pero la puerta de la habitación se abrió de golpe, mostrando a un acelerado Albert y a un adormilado Isaac. El hombre empezó diciendo:

— Nos vamos, el viaje se cancela.

El grupo de viajeros salió del hotel cuanto antes y tomó el primer vuelo a Colombia. El padre de Vanessa los buscaría en el aeropuerto en cuanto llegaran, Albert le había avisado a Enrique y este, preocupado, le había insistido en que trajera a los adolescentes cuanto antes. La amenaza del padre de los Kalas había pasado a segundo plano, porque las autoridades lo capturaron y su mujer, Mónica Kalas, lo había denunciado por abusar física y psicológicamente de su hijo mayor. El verdadero problema era que el patriarca Álvarez estaba metido en negocios fraudulentos y este podía enviar a sus simpatizantes y hacerles daño a sus hijos o cercanos, como Vanessa o Isaac.

Vanessa, triste por abandonar el viaje y no cumplir correctamente su misión, hablaba con Isaac.

— En algún momento seguiremos con tu misión, no te desalientes, ahora estamos en peligro y sabes que es mejor no preocupar más a tu padre, Vanessa — decía el rubio.

— Issac, me da una tristeza que no podamos continuar con la misión que Elián me encomendó, ahora no sé qué haré.

Él, con pesar, respondió:

— Podrías intentar volver al colegio, hacer deporte, estudiar, hablar con nosotros y relacionarte más con tu padre, de esa forma será más amena la espera y podrás recuperarte.

La pelinegra pensó largamente lo que le dijo su amigo y decidida le contestó:

— Seguiré tus consejos y haré algo que no mencionaste, buscaré ayuda profesional.

Issac, feliz y aliviado, le dijo:

— Excelente, ya reconoces que tienes un problema.

Los amigos se abrazaron y siguieron conversando, mientras tanto Aleksander veía la ventana de su asiento y su hermano intentaba hablar con él, pero el castaño estaba destrozado, perdido. Su familia ya no era la misma, su padre había amenazado a su hermano, por ende, a su persona. Y su madre había denunciado a su padre con las autoridades, además de que se habían enterado de sus negocios de mala muerte.

El muchacho necesitaba un remedio, algo que le hiciera volver a tener esperanza.

Albert, tan turbado como la estaba su hermano menor, intentaba apaciguar el fuego que ardía en su interior, el triunfo de haber ganado una batalla lo hacía sentirse bien, logró lo que quería lograr, su querido hermano estaba a salvo de su progenitor, pero...

¿A qué precio?

Si Albert no veía la sonrisa que lo hacía seguir adelante, si esos ojos que tanto quería no brillaban, sino que estaban opacos e invadidos por el dolor de tener que pasar por una ruptura familiar.

Una parte del hombre se sentía bien y otra parte estaba consternada, ¿qué había hecho? ¿Había hecho lo correcto? ¿Qué hubiera pasado si no denunciaba? Tal vez su hermano estaría golpeado y malherido y él sintiéndose impotente por no hacer nada para que eso no sucediera. De tanto divagar y buscar en su mente una respuesta que lo satisficiera encontró que había, en efecto, hecho lo correcto y que no debía de arrepentirse.

Intentando hacer que su hermano volviera al mundo real el mayor le tocó un hombro, haciendo que el menor se sobresaltara y mirara con miedo a su hermano, este le confesó:

— Yo también estoy aterrado, hermanito.

Aleksander, sorprendido, le preguntó si iba enserio, a lo que el mayor le contestó con un asentimiento de cabeza.

— ¿Por qué? — preguntó el menor.

— Porque le temo al cambio, me aterra tener que salir de mi zona de confort y con Álvarez fuera del camino es mi turno de cumplir con las obligaciones de la familia, ¿no estarías asustado como yo?

— La verdad sí y mucho.

Albert le regaló una sonrisa a su hermano y terminó con esta frase:

— Los más valientes no son los más fuertes o los que no lloran, son aquellos que afrontan la adversidad con la cabeza en alto.

Esta última frase marcaría a Aleksander Kalas II de una manera inimaginable, se acordaría de ella hasta el día de su muerte y la tendría enmarcada en su mesa de noche, siempre tendría presente a su hermano Albert y sus múltiples intentos, fallidos o triunfales, de hacer que siempre tuviera lo mejor y que estuviera bien.

Esta última frase marcaría a Aleksander Kalas II de una manera inimaginable, se acordaría de ella hasta el día de su muerte y la tendría enmarcada en su mesa de noche, siempre tendría presente a su hermano Albert y sus múltiples intentos, fallidos...

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El dolor de amarte | ✔️ EFECTOS DE AMARTE 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora