CAPÍTULO III

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SAN VALENTÍN

Es una verdad reconocida por todo el mundo que alguna vez trató con Armando Mendoza, que su cambio había gestado en él un aura que lo hacía aún más atractivo que antes; las mujeres con que alguna vez tuvo que ver, ya sabían de su rompimiento con Marcela Valencia, algunas se atrevieron a llamarlo para sondear el terreno y ver si había oportunidad de cazarlo.

Ese día le llamó al celular una mujer que se identificó como Pamela López y le dijo:

-Hola, Armando. ¿Cómo le va? No sé si te acuerdas de mí, nos conocimos hace algunos meses años en una cena de negocios. Me presentó una amiga en común: Mónica Agudelo.

Armando recordaba el nombre pero no recordaba el rostro de la mujer al otro lado de la línea. Estaba seguro de nunca haber tenido nada que ver con ella, tal vez coquetería de una noche a lo mucho, porque él nunca se olvidaría de ninguna mujer que tuvo que ver con él en su pasado

-La verdad no te ubico por el nombre, Pamela. Me vas a disculpar. –Dijo Armando.

-Ah, no te preocupes, solo nos vimos un par de veces. Estoy muy triste porque este año estoy sin nadie con quien pasar este día- se rió- . ¿Es muy atrevido de mi parte llamarte y proponerte salir a cenar por ahí? Antes no me atreví porque sabía que estabas comprometido.

-Lo lamento, pero ya tengo un compromiso, y si bien no estoy más con Marcela, estoy con otra persona de la que seguro pronto te enterarás. Ya ves con lo chismosa que es tu amiga Mónica. –Ella se tiró una carcajada nerviosa y se despidió amablemente.

Armando había preparado todo para esa noche con su Betty. Se lavó los dientes, se acicaló el cabello y se echó loción. Había estado toda la tarde negociando la franquicia con México y finalmente se había concretado. El negocio de las franquicias ya estaba reportando maravillosos resultados en Venezuela y él se sentía útil por primera vez en hacía algún tiempo.

Betty y Armando salieron esa noche cuando ya casi todo el cuartel se había ido, menos Aura María que siempre esperaba que Betty se fuera primero por si necesitaba algo.

Freddy estaba esperando a Aura María, le había llevado unos chocolates de envoltorio reluciente, un peluche en forma de grillo y una dedicatoria que decía:

"Para mi reinita, en este día donde más se demuestra el amor entre enamorados como lo somos nosotros"

Aura María se emocionó con el regalo y esperó una invitación a cenar, a rumbear de preferencia, pero en cambio, Freddy torpemente dijo:

-Mi grilla, ayer fuimos a cenar a un lugar como los que te gustan, me costó un dinerito eso, y hoy me gasté buena plata en estos bombones-

-Vea que usted tiene dos o tres detalles conmigo en el mes y ya se queda en desgracia. Qué pereza con usted. –se quejó Aura María.

- Mi reinita, yo por usted triplico los detalles, así me limite en mis exquisitos gustos para vestirme. Sabe usted que yo invierto en mi presentación.

-¡Vea este bobo! No, ni más faltaba. Fresqueese mijo, esta vez yo voy a pagar lo que me coma, así me saca, pero sáqueme porque me aburro, Freddy!

Y se fueron agarrados de la mano. Armando y Betty estaban escuchando la pequeña discusión y no pudieron evitar reírse.

-Buenas noches, doctor Mendoza, doctora Pinzón. –dijo Wilson, abriendo la puerta que da a la calle- Que tengan buena noche ustedes que pueden.

-¿Tiene turno Wilson? –dijo Betty, porque la última oración insinuaba algo.

-Sí, mi doctora. Y además de eso, estoy más solo que la luna. No tengo enamorada.

Betty le dio un abrazo y le dijo: "Feliz día de la amistad! Entonces Wilson le devolvió el abrazo y se sintió más animado.

Esa noche Betty dejó el carro propio estacionado en Ecomoda y se fue con Armando. En el trayecto ella no quiso preguntarle donde iban, pero justo en un semáforo, Armando le dijo que tenía que ponerle una venda en los ojos porque su sorpresa estaba cerca.

Betty se puso nerviosa pero cedió. 

YSBLF_El Noviazgo (Ira Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora