CAPÍTULO XXIV

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SOMOS ENERGÍA

No había pensado en esto, pero sucedió. Para mí desgracia sucedió y, aunque don Armando tampoco lo esperaba, también reaccionó cuando la vio. No fue una reacción diferente a la mía, de hecho, me volteó a ver como esperando que yo le hiciera algún reclamo por la presencia de ella, como los que le hacía doña Marcela.

Luego de tres meses de haber superado esto, otra vez tuve miedo por esta mujer. Alejandra Zing era una competencia férrea, no podía negarlo. Nunca, ni siquiera doña Marcela, me había dado tanto miedo como ella y la sensualidad que desbordaba, que podía volver loco a cualquier hombre.

Su llegada detonó en una masiva ola de periodistas sobre ella. Esta noche, como aquella de mi primera colección a cargo de Ecomoda, ella entró pisando fuerte, deslumbrando.

Llevaba puesto un vestido blanco parecido al de la otra noche. Su abdomen plano se dejaba ver a través de la transparencia de su vestido, y sus senos se salían un poco por los bordes, pero como siempre aquello no se miraba flácido, vulgar, porque ella lo tenía todo en su lugar. Llevaba el cabello sujeto en una cola de caballo. Se acercó a nosotros y me ofreció la mano. Mis manos sudaban de los nervios, del miedo, de la emoción, me las sequé en el vestido antes de saludarla.

--Hola, Betty. Hola, Armando ¿Cómo están? Estoy muy sorprendida por la rapidez con la que ustedes trabajan. Para nosotros en Venezuela es estupendo, porque podemos ofrecer una renovación del inventario-- nos dijo ella, sin dejar de sonreír. —

--Hola, Alejandra. No pensábamos que tan pronto volveríamos a verte. Digo...-Don Armando se aclaró la garganta—Pensábamos que tal vez otra persona de tu confianza iba asistir en tu nombre.

--No, de ninguna manera, prefiero hacer este trabajo yo misma. El lanzamiento de una colección es muy importante verlo de cerca, sentir las telas, los acabados, los diseños. Es el alma de mi trabajo, de mi negocio y tengo que hacerme cargo de esto yo misma. Además, me encantó Colombia, la última vez me quedé con ganas de más -- respondió Alejandra—

La última frase me quedó retumbando en la cabeza "La última vez me quedé con ganas de más"... ¿Qué podía significar aquello? ¿Tenía esperanzas de conquistar a don Armando? ¿Desconocía ella que don Armando y yo estamos juntos? "Basta Betty, don Armando y ella nunca tuvieron nada." "¿Ni siquiera un beso?", me pregunté.

--Estamos muy contentos de que haya podido venir. Queremos que compruebe una vez más que somos una empresa visionaria y muy rentable. —le dije yo—

--No lo dudo, Betty, no lo dudo. La gente en Venezuela le ha dado una buena acogida a sus diseños. A través del correo postal mandé un informe general sobre el desempeño de la franquicia y ahora mismo quiero informarles que si en 6 meses seguimos obteniendo los mismos resultados, vamos abrir otra tienda.

-- Esa es una estupenda noticia, Alejandra. Cuentas con toda nuestra ayuda para cuando decidas abrir esa tienda-- Dijo don Armando—

--Gracias, Armando. No esperaba menos de ti—Alejandra sonrió ampliamente—Por favor, ¿me permiten sentarme aquí? Es que me gusta estar cerca para poder apreciar todo.

Al lado de don Armando había una silla desocupada. Yo prensé con mis dientes el interior de labio inferior hasta que me hice sangrar.

--Claro, por favor—le respondió don Armando, haciéndole un ademán con la mano para que se sentara—

Nos quedamos en silencio, como si una nube de tensión se hubiera depositado sobre nuestro infortunado trío. Podía notar que ella no estaba cómoda, igual que yo y que don Armando. Sin embargo se había sentado al lado de él, le había sonreído con los ojos, no de manera coqueta, pero sí como lo hacían todas, como yo misma lo hacía cuando lo amaba en silencio.

YSBLF_El Noviazgo (Ira Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora