CAPÍTULO XXIII

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UN MOMENTO A SOLAS 

La llegada de las tías Pinzón fue una sorpresa para todos. Mi papá se emocionó tanto que me dio ternura. Las tías, las hermanas de mi papá, eran los únicos parientes que le quedaban cerca, y a veces le entraba añoranza por no verlas tan a menudo como quisiera.

Cuando abrí la puerta, las tías se acomodaron los anteojos y me vieron un momento sorprendidas, porque reconocieron mi voz, pero no mi cara.

--¿En verdad es usted nuestra Betty?—dijo la Tía Consuelo—

--Así es, tía. Yo soy Betty, la nueva Betty—le dije, rodé los ojos y les sonreí—

--No puedo creerlo, ¿Qué te hicieron, mijita? ¿Dónde tenías guardado ese cuerpecito?, ¿Recuerdas Eduviges, cómo nos quejábamos de lo delgadita que era Betty? Le decíamos a tu papá, al terco de Hermes, que tenía que vitaminarte, porque estabas muy flaca y pálida--le dijo Consuelo a su hermana Eduviges—

-Bueno, es que tampoco le ayudaba esa ropa, donde la pobrecita se perdía de tan grande-- dijo Eduviges en respuesta—

-¡Vaya qué sorpresa tan grande que hayan venido! Justo esta noche estábamos preparando una cena especial. –les dije, invitándolas a pasar—

Ellas entraron y mi papá rápidamente bajó a recibirlas. Se abrazaron un largo rato. Ellas venían con un regalo, yo se los recibí y lo llevé a la cocina.

--Betty, acabo de escuchar la voz de tus tías Consuelo y Eduviges ¿o estoy mal? , ¡No me digas que vinieron justo hoy! –Dijo mi mamá con cara de fastidio--

-Así es mamá, están la sala con mi papá –le dije—

A mi mamá las tías la querían mucho, o eso era lo que ellas decían. Por otro lado, mi mamá prefería no tener mucha relación con ellas, porque eran imprudentes, quisquillosas y "metiches".

--Déjeme y le ayudo a preparar la mesa—le dije.---

--¡Ayúdame, Dios mío, con estas señoras, que no se miden la lengua! –Dijo mi mamá, aclamando hacia el cielo—

-No es para tanto, mamá. Mire lo que nos han traído--le dije. Le mostré un jarrón de porcelana con hermosos grabados. También habían unas servilletas de tela bordados en las esquinas, en ellas se leía ¡Dios bendiga a los Pinzón! Yo me ataqué de la risa cuando vi la cara de mi mamá al leerlo—

Entonces me dispuse a poner el mantel en el comedor, y como detalle, puse el jarrón en el centro de la mesa. Aunque luego pensé, si le pongo flores no nos vamos a ver las caras, así que me decidí mejor a quitarlo. "Pondré las servilletas mejor", pensé. Puse cada servilleta, bien doblada, en cada lugar de la mesa.

--Ande, mamita, a ver qué están hablando esas cotorras con su papá. –Me pidió mi mamá—

--¿No quiere que le ayude en la cocina?—le interrogué—

-- No, mijita, ya casi termino de cocinar. No se preocupe. –

En la sala estaba mi papá sentado junto al tocadiscos, con las piernas cruzadas. En su mano izquierda sostenía lo que supuse era un trago de whisky, se reía con muchas ganas de algo. Las tías estaban frente a él, con sus piernas juntas detrás de la pata de la silla, la falda de sus vestidos le cubrían hasta las rodillas.

--¡Betty! –Exclamaron las dos cuando me vieron entrar. Yo les sonreí y me senté en el sillón grande—

--Mija, les estaba contando a mis hermanas que usted tiene novio –dijo, haciendo su típico chasquido con la lengua— Les dije que hoy mismo lo van a conocer. Es un hombre muy recto, de una familia de mucha plata, pero él es un hombre que no le da valor eso, no, sino a esto –dijo mi papá señalando la cabeza—

YSBLF_El Noviazgo (Ira Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora