Parte 16 "De vuelta a nuestro hogar/ Somos una familia ahora"

11.2K 239 19
                                    

Capítulo 51 (perspectiva de Can)

Parte 16 “De vuelta a nuestro hogar/ Somos una familia ahora"

“Veo a Sanem endurecer su mirada. No sabía porque Polen estaba marcando, tenía mucho sin saber de ella. Antes de tomar el teléfono, Sanem contesta apretando el botón del altavoz, con una mirada me ordena que responda.
- Hola… - contesto observando a Sanem. Coloca el teléfono entre los dos, pero sin soltarlo y se recarga en la cabecera con los brazos cruzados.
- ¿Can? – pregunta.
- Soy yo, ¿qué pasa? – pregunto. Voy directo al punto porque no quería seguir con esa llamada.
- ¡Can! Al fin eres tú, hace mucho que quería hablar contigo… - responde con voz apurada – ¿cómo estás?
- Bien, ¿cómo conseguiste este número? – pregunto. Había cambiado de numero cuando arroje mi teléfono al agua junto con el de Sanem.
- Llame a tu madre, ella me lo dio… - ruedo los ojos, quien si no iba a ser ella – ¿que necesitas Polen?
- Bueno, mi madre me contó de que te casaste… no lo quería creer hasta que hace un año hablé con Yguit y me dijo que tú y Sanem se habían reconciliado. Recientemente me encontré con tu madre y me conto todo, por favor, dime que no es cierto… - el dolor en su voz provoca que Sanem suelte el celular, voltea la cara y cierra los ojos apoyando su cabeza en la cabecera de la cama.
- Es cierto, - contesto con firmeza no quitando los ojos de la expresión de Sanem – encontré al amor de mi vida y me casé con ella. Tan simple como eso… - no era más que la verdad.
- No puedo creerlo, nosotros… tu nunca… - suspiro pesadamente imitando la posición de Sanem. No quería hacer esto, Polen había sido una buena amiga, pero por más que intente nunca llegue amarla de la misma forma o como ella se merecía, era ingenuo de mi parte creer que aún podíamos ser amigos, era evidente que no podía ser. El que estuviera en mi vida no iba a evitar que ella sufriera y en medio de todo estaría Sanem, no iba a permitirlo.
- No hay más un nosotros Polen, - contesto con voz firme – amo a Sanem como a nadie en este mundo, sé que encontraras a alguien que te haga feliz…
- Está bien, si eso es lo que quieres. Ojalá no te arrepientas. – la amargura que tiene sus palabras al final de su oración hace más fuerte mi resolución- también quería saber si no sabes nada de mi hermano, hace muchos meses que no se nada de él… - Sanem abre los ojos para observarme, sus ojos me dicen que no tiene idea de dónde está Yguit.
- No tengo idea – respondo.
- Está bien, adiós Can – se despide con voz dura.
- Adiós, y por favor no vuelvas a buscarme. – le pido. Cuelga enseguida, sabía que había sido duro con ella, pero le había prometido a Sanem que ella sería mi prioridad siempre y Polen cerca solo serviría para traernos problemas a ambos, ya había tenido suficiente de eso.
- ¿Estás bien mi vida? – pregunto volteando a verla.
- ¿Como te sentirías si un exnovio me llamara para cuestionarme por qué me casé contigo? - responde mirando al frente. La respuesta era sencilla, ya hubiera aventado el teléfono contra la pared luego de gritarle que dejara a MI ESPOSA en paz. Entendía el punto… - aunque nunca vas a tener que preocuparte por eso porque tú has sido mi único novio, al contrario de ti, que parece que ellas brotan del suelo…
- Sanem, ya hemos hablado de eso. No existe nadie más que tú para mí, además de que es obvio que eres muy poco consciente de ti misma si no has notado que eres como miel para las abejas, me voy a pasar la vida espantándote pretendientes. Tal vez tres anillos no sean suficientes…- contesto para aligerar la tensión, aunque tampoco era mentira. Cada hombre que no fuera Emre, Ceycey, Bulut, Muzo y Metin era un rival potencial, casados o no.
- Lo siento Can, pero ella siempre me pone muy mal, no pude evitarlo antes ni ahora. Siempre se esforzaba por hacerme sentir menos a tu lado, por alejarme de ti y tú se lo permitiste todo el tiempo. Es normal que crea que la vas a escuchar a ella otra vez en lugar de a mi – pienso en sus palabras. Lo que yo había pensado que eran simples celos de Polen hacia Sanem de verdad habían causado un verdadero daño, le había dado el beneficio de la duda porque era mi amiga, jamás me había causado ningún mal.
- No pensé que te hubiera lastimado tanto… - respondo inocente.
- Pues así fue – contesta calmada, cuando me voltea a ver sus ojos están cargados de furia- ¡nunca la detuviste! No la detuviste cuando fingió que tú le habías organizado su cumpleaños, no la detuviste cuando quería quedarse en tu casa, tampoco cuando te perseguía por todos lados en la agencia o cuando “inocentemente “te invitaba a salir, tampoco cuando volvió y quiso “trabajar” contigo como simples amigos, cuando te invito a trabajar con ella solo para lastimarme o cuando ella y tu madre fingieron que se sentía mal solo para separarnos. Ambas sabían que las escucharías a ellas y no a mi…
- Sanem… - no me gustaba esta distancia entre nosotros. Me acerco a ella con cuidado, me deja abrazarla recargando su cabeza en mi hombro. – perdóname, fui un tonto, no quise darme cuenta de que tenía malas intenciones porque esa no es la Polen que yo creía conocer. Tampoco sabía todo lo que hizo para separarnos junto con mi madre, aunque no me sorprende. Te juro que ya está fuera, somos tu y yo ahora…
- Ni siquiera sé porque estoy llorando… - limpia sus lágrimas en mi pecho, la abrazo más fuerte.
- Está bien, llora, aquí estaré cuando termines… - respondo besando la cima de su cabeza. – ¿podrías perdonarme?
- Si, - contesta inclinando su cabeza para mirarme – pero solo porque se cuánto te cuesta pedir perdón…
Sonrío agradecido dando un ligero beso en sus hinchados y suaves labios. Tenía razón, yo casi nunca pedía perdón, era bastante orgulloso pero mi ego era totalmente frágil al ver sus lágrimas. Iba a pasar mi vida evitando que llorara más de dolor.”

Con ese recuerdo en mi mente, veo a una pequeña que avienta divertida un juguete al suelo, un niño rubio con rizos y hoyuelos en sus mejillas ríe recogiendo el juguete para dárselo de nuevo, la pequeña aplaude encantada ante el nuevo juego. La que asumo que es su madre los observa complacida mientras toma de su café, tiene un largo cabello lacio y castaño, su piel es muy pálida y tiene unos grandes ojos que gritan felicidad y son muy parecidos a los de la pequeña niña. Parecían una familia feliz.
Sanem y yo habíamos llegado hace un par de días, nadie sabía, queríamos tomarnos un tiempo para descansar antes de saludar a toda la familia, volver al trabajo, dar las buenas noticias y recibir todo el impacto de la realidad. Me sentía nostálgico porque en ninguno de mis viajes me había sentido tan realizado, extasiado y feliz como en este… la luna de miel había llegado a su fin.
Antes de ir a casa de sus padres, la había llevado a una cafetería a la que solía ir cuando regresaba de cada viaje. Era un lugar elevado construido de madera donde hacían un café y un té delicioso, por el embarazo Sanem no soportaba el café así que había pedido un té, la observo acercarse y ella a mí, en su distracción está a punto de chocar con un hombre alto y bien vestido.
Estoy a punto de levantarme, pero el hombre solo le pregunta si está bien, no la toca, le deja el paso y Sanem solo sonríe pasando delante de él. Lo único que evita que me levante es que el hombre no le vuelve a dirigir una sola mirada, sus ojos se van de inmediato a la chica con la bebé y el niño rubio, su cara se me hacía familiar. Al acercarse Sanem la niña avienta el juguete que cae a sus pies, lo recoge para ella y empieza a hacerle cariñitos a la pequeña, la mamá de la pequeña y Sanem empiezan a hablar cuando el hombre se acerca, coloca sus manos en los hombros de la chica, Sanem ríe de algo, le entrega el juguete a la niña y regresa conmigo.
- ¿Ya viste a la bebé? – me pregunta con una sonrisa sentándose frente a mí.
- Si, es adorable… - contesto.
- ¡Ya se! Tiene los ojos más hermosos, se llama Zeynep. La chica es dueña de un prestigioso restaurante y él tiene una compañía que se llama Pusula; se casaron en el 2017 y adoptaron al pequeño que está con ellos, es sobrino de él… – enarco una ceja ante toda la información.
- ¿Como sabes todo eso? – pregunto sorprendido, observando a la pareja y regresando mi vista a ella. Sonríe presuntuosa y toca su sien.
- Memoria fotografía, leí el artículo en una revista. Es una historia triste con un final feliz – sus ojos se oscurecen, parecía que tenía un mal recuerdo.
- ¿Estás emocionada por la visita al médico? – pregunto tratando de cambiar el tema.
- ¡Si! – aplaude emocionada con su mirada iluminándose. – tengo mucha curiosidad, aunque no creo que aún podamos saber si es niño o niña.
- Tal vez no, pero estoy seguro de que tenemos que seguir ciertas recomendaciones y no quiero arriesgarte. – contesto tomando su mano a través de la mesa.
- Todo va a estar bien Can no te preocupes, estaremos listos cuando llegue – sonríe y besa mi mano.
- Claro que si – le aseguro acariciando sus nudillos – llamaré a la compañía de Ayaz para ver lo de la ampliación de la casa.
- También quiero que nuestra habitación sea más grande… - susurra viendo un punto a lo lejos.
- No crees que es extraño que a estas alturas no haya entrado a tu cuarto… - le reclamó tomando de mi te. – tomando en cuenta que ya estuve en otras partes…
- ¡Can! No digas esas cosas… - sus mejillas se tornan de color rosa mientras voltea para todos lados para ver si alguien me escucho.
- ¿Que? No dije nada malo, es tu mente la que se está imaginando cosas Sanem – me río de ella besando sus suaves manos.
- No importa, yo si he estado en todos lados. Hasta en tu baño… - me presume.
- ¿Cuándo te infiltrarse en mi casa por los documentos? – pregunto recordando la marea de confusión que me dio al verla ahí.
- No solo esa vez… - se acerca a mi como si fuera a decirme un secreto, por reflejo me acerco a ella también – cuando fui por mi bandana estabas bañándote, no se porque siempre te encuentro sin ropa…
- Eres una traviesa Sanem – me rio de su expresión juguetona. – no te sorprenda cuando yo te regrese el favor…
Realmente no sabía mucho de doctores o de embarazos y mucho menos de la combinación de ambas palabras, pero sabía que Sanem tenía que ir a visitar al ginecólogo y necesitaba ayuda para buscar a uno confiable que nos atendiera apenas volviéramos y con el que Sanem se sintiera cómoda. Fiel a mi costumbre, llame a Metin para consultar con el sí sabía de alguien, no tardo ni un segundo en deducir la verdad y casi había explotado mi celular con tantos gritos… si Metin había reaccionado así no quería ni imaginarme al resto, Ceycey seguro tendría un infarto de la impresión.
Tan diligente como siempre me había mandado el contacto de uno que fue su cliente hacía unos años; habíamos hecho cita y ahora estábamos en la sala de espera uno junto al otro esperando impacientes. La mano de Sanem está en mi pierna mientras yo la abrazo, volteo a verla y me regala una enorme sonrisa nerviosa.
- ¿Sanem Divit? – llama la enfermera. Los dos volteamos y nos levantamos de golpe tomándonos de las manos – el doctor los atenderá, por aquí por favor.
Entramos a una oficina color crema con un librero a la derecha que ocupa casi toda la pared en donde además de muchos libros hay fotos, pequeños carros de colección y un pequeño florero que parecía hecho a mano y echaba a perder la elegancia del entorno. En el medio hay un escritorio perfectamente ordenado con dos cómodas sillas en el frente donde nos sentamos. A nuestra izquierda hay una puerta entreabierta que da a otra habitación oscura.
Frente a nosotros hay un enorme cuadro que se me hace familiar…
- Esa foto es mía – le digo a Sanem que no deja de moverse en su asiento.
- ¿Como va a ser tuya? – pregunta observándola.
- La tome hace algunos años en Okayama, Japón… - contesto distraído observando la imagen- son las rocas que lloran ríos…
- ¿Y Porque la tiene el doctor? – pregunta acercándose para observar el cuadro.
- Se hizo una subasta en ese tiempo, seguro la compro, pero puedo reconocer mi trabajo solo con mirarlo… - respondo estirando una mano para que se acerque a mí. La puerta se abre y el doctor entra, es un hombre más o menos de la edad de mi padre de sonrisa amable, ojos verdes y una mirada tranquilizante.
- Buenos días – nos saluda- ¿asumo que son la familia Divit?
- Somos nosotros – contesta Sanem. Es increíble el impacto que tenían esas palabras, ya no era mi hermano, mi padre y yo, ahora éramos Sanem, nuestro bebé y yo los que seriamos la familia Divit cada vez que nos llamaran. Me gustaba.
- ¿Como han estado? – pregunta.
- Muy bien, aunque nerviosos – responde Sanem.
- ¿Primerizos verdad? – pregunta sacando un recetario y anotando algo para escribir en su computadora también.
- ¿Es muy obvio? – pregunto. Por como estábamos tan nerviosos e inquietos no me sorprendería.
- Si, - responde guiñando un ojo – aunque también soy un fanático de tu trabajo como puedes ver; vi en las noticias que te casaste así que saqué mis conclusiones. Muchas felicidades a ambos.
- Gracias… - contestamos con una sonrisa.
- Bien Sanem, te haré unas preguntas de rutina y luego haremos un ultrasonido para verificar si ya podemos verlo… - el doctor empieza a cuestionar a Sanem y ella responde con seguridad sin dejar de jugar con mi mano que está entre las de ella. Conforme avanza el tiempo empiezo a sentirme más nervioso, veríamos a nuestro bebe y no sabía que era lo que sentía sobre eso…
Pasamos al cuarto oscuro donde Sanem se acuesta, está helado, el doctor le pide que suba su blusa y vierte en ella un gel, hace un sonido de siseo.
- ¿Está frío? – pregunto. Asiente con una sonrisa tensa; el doctor me da una silla para sentarme y se sienta al otro lado haciendo algo en un monitor. Tomo una de sus pequeñas manos.
- Para el tiempo que tienes, ya deberíamos poder ver al bebé. – nos dice el doctor presionando un extraño aparato en su vientre plano. La imagen en el monitor es totalmente inentendible, aprieta un botón y ruidos extraños llenan la habitación – mmm… esto es extraño…
- ¿Qué doctor? – pregunto preocupado dando una rápida mirada a Sanem que tiene sus hermosos ojos abiertos con preocupación. Sigue moviendo el aparato por todo su vientre.
- Bueno, esto no es muy común. – susurra; su expresión sin mostrar ninguna emoción- ¿utilizaron algún tratamiento de fertilidad?
- No – responde Sanem. Un ligero color se asienta en sus mejillas.
- Está bien, me alegro de informarles que van a ser padres de tres bebés- al escuchar sus palabras mi aliento se atora en mi garganta, una niebla rodea mi cerebro y mi corazón late a mil por hora.
- ¿Tres? No solo uno, tres… - la voz de Sanem la escucho lejana. Un zumbido truena en mis oídos.
- Así es Sanem, no es muy común pero tampoco imposible. Te los muestro… - gira el monitor hacia nosotros, pero puedo registrar muy poco de lo que señala – aquí esta uno, aquí esta otro y de este lado podemos ver a otro. Van a tener trillizos. ¿Can estas bien?
Volteo para verlo mientras parpadeo. Iba a tener tres bebés… tres… Tres… TRES… ¡TRES! … ¿cómo iba a ser padre de tres si aún no estaba seguro de cómo ser padre de uno? Volteo para ver a Sanem y las lágrimas de felicidad se acumulan en sus ojos, su sonrisa se ilumina al mismo tiempo que aprieta mi mano regresándome a la realidad.
- Son Ates, Deniz y Yildyz… - susurra levantando mi mano para besarla. El sueño que tuve con los tres regresa con fuerza. Eran otro sueño que era realidad, sonrío para ella también.
- Nuestros bebés… - susurro con voz temblorosa. Sentía agua en los ojos así que tomo una profunda respiración.
- ¿Hay algunos gemelos en su familia? – pregunta el doctor haciendo anotaciones y apretando botones en el teclado del monitor.
- Pues sí, pero no son seguidos. ¿Can? – me pregunta.
- Aaaah… mi abuela, la mamá de Huma tenía una gemela y Huma tuvo dos hermanos gemelos que murieron al nacer. – respondo.
- ¡¿Porque no me lo dijiste?! – pregunta tomando la toalla que le da el doctor. – debiste decirme que tenías una ascendencia de super esperma Can, debiste haberme preparado para esto...
Levanto una ceja ante lo que acaba de decir, me hace una cara extrañada ante mi silencio. Apunto con la barbilla al doctor que está parado a un lado de una impresora bastante moderna, sacude la cabeza con gracia.
- ¿Quieres que platiquemos de esto aquí? – susurro dándole un golpecito en su nariz.
- Tengo que ir al baño, con permiso… - me avienta la toalla y sale con la cara roja. Me río agachando la cabeza y sacudiéndola, que bueno que ya había perdido la cordura con Sanem a mi lado porque con tres bebés más era seguro que no me quedaría nada de ella.
El doctor nos dio muchas recomendaciones para el embarazo triple; como aún tenía la mente algo embobada por la noticia solo alcanzo a comprender que Sanem tenía que tomar ciertas pastillas, no más andar brincando paredes o hacer movimientos bruscos, el sexo estaba permitido gracias a Dios mientras no fuera nada exagerado, y evitar en lo posible situaciones de estrés junto con comer bien, dormir bien y estar lo más consentida posible con cualquier necesidad. Además, nos había regalado varias fotos del ultrasonido.
Salimos del doctor a la casa de sus padres; Sanem va bailando en el asiento casi vibrando de emoción, continuamente se acerca a besarme en la mejilla o se abraza a mi mano. Su felicidad es contagiosa y me distrae de mis preocupaciones y oscuros pensamientos.
Cuando llegamos el barrio esta sorprendentemente tranquilo, al bajar de la camioneta se detiene abruptamente.
- No sé si pueda hacer esto Can… - susurra con pánico. Le doy la vuelta para estar delante de ella.
- No es difícil mi vida, les diremos que estamos embarazados y ya está, - respondo con calma acariciando sus brazos, le doy un rápido beso y la tomo de la mano – es más… yo iré primero.
- ¡No Can! – grita – espera, espera… dame un momento.
- Sanem, ya sabes que no es bueno ocultar nada. ¿Qué les diremos cuando ya se te noté? ¿Qué te comiste una sandía? Anda, no seas tímida… - la jalo suavemente a la puerta otra vez y se esconde detrás de mi cuando toco el timbre.
- Off Can… - siento como apoya su frente en mi espalda. En ese momento se abre puerta y una sonriente cara familiar aparece.
Casi nada había cambiado en el año que no estuvimos; Mevkibe seguía tan chispeante y abrumadora como siempre y Nihat tan nervioso y amable. Ambos nos habían recibido celebrando nuestra llegada con abrazos y muchos besos, nos habían atiborrado de comida y aunque nos habían preguntado cómo nos fue Mevkibe no nos dejó hablar platicando todos los chismes nuevos del barrio.
- Y déjame contarles mi niña, Melahat me contó que una celebridad rentó la casa que estaba en renta a un par de calles. No sabemos quiénes son, solo sabemos que son un hombre y una mujer; a veces, llegan de noche y en las mañanas ya no están. Pasan ahí fines de semana enteros, pero no se oye ni un ruido, no abren la puerta ni nada… la única vez que Melahat pudo verlos ambos traigan lentes y gorras que tapaban sus rostros totalmente. ¿Porque tanto misterio? No lo entiendo, se fueron en un lujoso auto negro…- hablaba tan rápido que apenas comprendía lo que decía. Miro a Sanem que está a un lado mío y sus ojos bien podrían estar girando con tanta información.
- Por Dios mujer, deja hablar a los chicos… - entra Nihat con nuestro tercer vaso de té; por primera vez ya tenía revuelto el estómago y eso que me encantaba.
- Mami – interrumpe Sanem tomándola de la mano para que la escuche; Mevkibe voltea a vernos deteniendo sus reclamos a Nihat. Sanem suelta su mano y toma la mía dándome una mirada entre asustada y nerviosa.
- Mamá, papá… - sonrió a Sanem para darle ánimo, respira profundo – ¡Estamos embarazados… VAMOS A TENER TRES BEBES!
- ¿Hermano? – escucho la voz de Emre. Parado en la entrada al jardín, tiene de la mano a una sorprendida y muy embarazada Leyla. Ambos se emocionan y corren a abrazarnos, mientras tanto Nihat hace aire frente la cara perdida de Mevkibe, al cabo de unos minutos Mevkibe empieza a llorar.
- Mami no llores, - le dice Sanem empezando a llorar también. – es un momento muy hermoso, si lloras voy a llorar también…
- Mi pajarito, ¿cómo vas a poder con tres niños? Esto es mi culpa, Dios me perdone… - susurra entre lágrimas abrazando a Sanem. No me había gustado mucho ese comentario, ¿porque desconfiaba de Sanem? Era la persona más bondadosa, dulce y maternal que había conocido, si alguien podría ser madre era ella.
- No estará sola mamá, - le aseguro tratando de mantener la voz tranquila – son nuestros hijos y haremos esto juntos.
Sanem se limpia las lágrimas y me da una sonrisa llorosa tomando mi mano. Pasamos en la casa mucho tiempo más hasta que anocheció; tenía prisa por irme porque quería a Sanem ya para mí solo, me había malcriado todo este tiempo que el hecho de compartirla me volvía horriblemente ansioso, además había dejado la cabaña abierta, aunque era raro que hubiera gente allá, por precaución tenía que cerrarla. Los padres de Sanem habían insistido que se quedara al menos una noche en casa, querían pasar más tiempo con ella, podía entender eso, pero alguien tenía que ir a la casa en la cabaña…
No había remedio, tuve que dejar a Sanem en el barrio y regresar solo. Mientras manejaba la sensación de estar haciendo algo incorrecto revolvía mi estómago aparte de que sentía una fuerte presión en el pecho. El pensamiento de que la estaban alejando de mi otra vez no dejaba de torturar mi cabeza, sabía que era una tontería infantil, pero estaba volviéndome loco.
Al llegar uso mi tiempo libre para prepararle a Sanem una sorpresa de “bienvenida” por el embarazo, no sabía si era eso u otra demostración de mi obsesión por ella, había conseguido todas las fotos que tenía de nuestra luna de miel y las había acomodado estratégicamente de tal manera que formaran nuestro primer encuentro, aquella vez que vi esos mágicos ojos por primera vez… ya la extrañaba. Si no me distraía con algo más iba a enloquecer así que llamo a la única persona después de Sanem con la que podía hablar de verdad.
- Hola... – la voz en el otro lado suena animada.
- Mihriban – la saludo.
- ¡Can! Qué bueno escucharte... ¿cómo están? – pregunta animada.
- Bien, regresamos hace unos días. Estamos en la cabaña, bueno, ahora solo estoy yo… - susurro con media sonrisa. Siento un pequeño golpe en el corazón
- Eso debe estarte volviendo loco Can… - contesta con una risa tímida. ¿Acaso era tan predecible?
- Algo así, he encontrado con que entretenerme- respondo observando la plataforma de no más de metro y medio secándose.
- Mmmm… claro – responde.
- También quería contrate algo… - titubeo buscando el aliento para decir las palabras por primera vez – Sanem está embarazada…
- ¡Can! ¡Eso es fantástico, felicidades! – grita entusiasmada.
- Gracias, pero no solo es eso. Son tres… - susurro rascando mi cabeza para recargarla luego en el respaldo del sillón.
- ¡¿Tres?! ¡No puede ser Can! Justo los que querían, estoy muy muy feliz por ustedes. Tanto que quiero llorar. – sonrío al escucharla.
- Gracias- susurro cerrando mis ojos. El nudo en la garganta otra vez.
- Can tu voz suena rara, ¿qué pasa? ¿No estás emocionado? – pregunta.
- ¡Claro que sí! – casi grito – desde que conocí a Sanem quise todo con ella. Matrimonio, hijos, una familia. La amo más que a nada. Pero ahora que ya es una realidad, no lo sé, yo no tengo una familia normal y no tengo una base en donde apoyarme. No quiero fallarle a Sanem, o a los niños o a sus padres… - las palabras salen a borbotones de mis labios.
- Can, sé que lo que paso con Huma y tu padre te dejo bastante lastimado, incluso más que a Emre, pero tienes que dejarlo ir. Perdónalos para que puedas liberarte de esa carga y vivir tu vida; es normal estar asustado porque ser padre es una gran responsabilidad, pero sé que podrás enfrentarlo porque sé cuánto amas a Sanem, y eso es todo lo que necesitas. Siempre que la ames sabrás que hacer como padre porque esos tres niños son producto de su amor y no tienes que demostrarle a nadie nada, ni siquiera a sus padres. Esta es SU familia, son SUS decisiones de los dos las que verdaderamente importan porque esos niños que Dios les ha dado son un regalo y una bendición solo para ustedes; mereces ser feliz con tu familia Can – no podía creer que quisiera llorar al escuchar sus palabras. Tal vez los cambios hormonales de Sanem me pagarían a mi primero.
- Aaaaah… de verdad que necesitaba escuchar eso, gracias – susurro sintiendo como un peso en mi espalda me abandona.
- Siempre estaré para ti, solo llámame- siento la sonrisa en su voz – y deja de lastimarte, ve y busca a Sanem, no te tortures. – me rio.
Al finalizar la llamada voy corriendo por mi chamarra, pero suena mi teléfono. Un mensaje de Sanem.

》Te extraño… 💔
《Yo también mi amor…💔
》Can no puedo hacer esto, me siento muy mal...

Ese mensaje me descoloca, sin emojis y sin darle vueltas al asunto no era buena señal. Rápido marco su número.
- Sanem, mi vida, ¿qué pasa? ¿Te duele algo? – pregunto alarmado.
- No mi amor, no quiero estar aquí sola. No puedo… - llora del otro lado de la línea.
- Voy para allá Sanem, no debí dejarte, no llores más ya voy- le digo apurado cerrando la cabaña. – deja caer la sábana por tu ventana y subiré hasta allá.
- Por favor date prisa, Can. Te estaré esperando.
Rompo todos los límites de velocidad que puedo para llegar de la cabaña al barrio. La noche es muy fría, eso me hace recordar lo mal que me siento cuando no estamos cerca ¿porque había permitido esto? No debí dejarla, ella era mi aire para respirar, mi agua para hidratarme, mi tierra que me mantenía firme y mi fuego que quemaba mi corazón con solo escuchar su voz. ¿Porque la había dejado? Mihriban tenía razón, no debía torturarme a mí mismo y aceptar el papel que ahora había adquirido, padre, esposo, compañero, protector. No iba a olvidarlo nunca.
Llego al barrio y justo veo la sábana colgando; le mando un mensaje para avisar que ya llegue y ella se asoma. Sus ojos se ven hinchados de tanto llorar, le pido que se siente en la cama para crear contrapeso y pueda subir. Apenas he entrado se avienta a mi llorando desesperada, la acaricio de su espalda con palabras tranquilizadoras susurradas en su cuello.
Me jala a su cama, esto era otra fantasía recurrente que había tenido desde que había entrado a su cuarto, soñaba con entrar y burlar todas las barreras que la separaban de mí, tomarla con mis brazos para que nunca se escapara y se quedara conmigo para siempre. Ahora eso era posible porque ya era mía y yo era de ella; como si escuchara mis pensamientos empieza a besarme de una forma desesperada hasta que de alguna manera ya estábamos en su pequeña cama. Paso de sus labios a su cuello y voy bajando hasta que llegó a su vientre donde reparto cariñosos besos… sus ojos se llenan de lágrimas de felicidad, cuando me dispongo a ir más abajo me detiene…
- Mis padres Can… - susurra. Levanto la cabeza y sé que hay tristeza en mis ojos. Levanta su cabello hacia atrás exponiendo su elegante cuello. Que bien me conocía…
- No llores más, aquí estoy – susurro mientras beso su cuello con fervor, pasión contenida e incontrolable deseo. Después de unos momentos donde no me canso de devorarla me detiene…
Con sus ojos me señala la mullida alfombra. La dejo levantarse, avienta la cobija al piso y una almohada, mientras me deshago de mi ropa y botas, se acuesta y abre sus brazos llamando a mi corazón para que se deje amar.
- Me gusta tu cabello, - le digo al notar que se lo ha cortado a la altura de los hombros – me deja besarte mejor.
Sonríe y pasa mis labios a los de ella, basta con resumir que construimos con nuestro deseo y amor una burbuja que nos envolvía a ambos; las palabras de Mihriban cobraron más sentido, mientras yo amará a Sanem podría con cualquier cosa. Observando sus ojos cristalinos, sintiendo su respiración agitada en mi cuello y sus dulces gemidos haciendo cosquillas mi piel junto con la dulzura de su cuerpo sabía con seguridad que jamás habría otra para mí. Ella era MI SANEM para toda la vida.
Después de la fuerte conmoción causada por mi presencia ahí y una alocada Sanem por todo lo que habíamos hecho en la casa de sus padres al fin pudimos desayunar. Por suerte había tenido la inteligencia de meter la carpeta de las escrituras de la casa de mi infancia para entregarlas a Emre, no había salido bien. Mevkibe y Nihat se habían ofendido mucho porque Emre y Leyla los abandonaran ya que habían saltado de emoción al saber del regalo, estaban muy agradecidos de tener su propio espacio para su bebe, pero… en fin, había cosas que nunca comprendería.
Sentados en la camioneta solo vemos al frente, me estresaba pensar que Sanem estaría molesta, pero sin aviso su mano se posa en la mía.
- Vamos a casa amor… - sonríe. Sin soltarla enciendo la camioneta y doy vuelta en la esquina para detenerme de golpe. Una bandada de reporteros de acercaba a nosotros.


Erkenci kus Capítulo 51 (perspectiva de Can)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora